¿La inteligencia artificial me robará el trabajo?

Daniela Cortés del Castillo
Smartbots
Published in
9 min readMay 8, 2018

“Un robot te quitará el empleo… y más pronto de lo que esperas”. Ese es el nefasto título de un artículo de la revista Mother Jones. Allí, el periodista Kevin Drum se sincera: “Te quiero aclarar de inmediato sobre qué tratará esta historia: en algún momento de los próximos 40 años, los robots te quitarán el trabajo”.

La preocupación de Drum parece estar sustentada en diversos estudios relacionados a los efectos de la inteligencia artificial en el empleo. El Mckinsey Global Institute, por ejemplo, encontró que un 50% de las actividades laborales que se llevan a cabo hoy en día tienen el potencial de ser automatizadas con las tecnologías existentes.

Sin embargo, en una columna escrita para El Mercurio, Vitorrio Corbo asegura que el panorama no es tan funesto como parece. Para el economista, la incorporación de automatización e inteligencia artificial en diversas industrias no sólo traerá beneficios para las empresas, sino también para la economía en general y esto, a su vez, debería traer una mejora para los trabajadores.

Corbo indica: “La automatización de actividades rutinarias que requieren de esfuerzo físico como también, en forma creciente, de actividades que requieren capacidades cognitivas, permite a las empresas mejorar su eficacia y eficiencia al adoptarla, reduciendo la cantidad de errores, mejorando la calidad de sus productos, y acortando la duración de los ciclos productivos, lo que termina mejorando su posición competitiva y su rentabilidad, en el proceso, aumentando también la productividad y los ingresos de los trabajadores que trabajan con las máquinas.”

Esto coincide con las conclusiones del mismo Mckinsey Global Institute: “Si bien la mitad de las actividades tienen el potencial de ser automatizadas al adaptar tecnologías existentes, la proporción de trabajo que realmente será desplazado hasta el 2030 será menos debido a factores técnicos, económicos y sociales que afectan la adopción. Nuestros escenarios en 46 países sugieren que entre cero y un tercio de las actividades podrían ser desplazadas hasta el 2030, con un punto medio del 15%. La proporción varía mucho de país en país, con las economías más avanzadas siendo más afectadas por la automatización que las economías en desarrollo, reflejando salarios más altos y por tanto incentivos económicos para automatizar”.

Esto, por supuesto, presupone buena fe de parte del empresariado, necesaria para que una mejora en las condiciones de una empresa resulte en una mejora para sus colaboradores. Pero lo cierto es que, incluso así, no necesariamente serán los mismos colaboradores los que recibirán estos beneficios. Como admite Corbo en su columna, si bien el nivel de empleo global se mantendría relativamente estable con una aceleración en la introducción de inteligencia artificial (la razón de empleo a población caería entre 0,94 y 1,76 puntos porcentuales entre 2015 y 2025), el empleo sectorial sí se vería afectado.

Corbo comenta: “lo que la automatización efectivamente genera es una reasignación importante de trabajadores desde los sectores primarios (agricultura y minería) y secundarios (manufacturas y energía), que es donde se encuentran las tareas más expuestas a la robótica y la automatización, hacia los sectores terciarios (servicios), especialmente en los que la interacción humana es fundamental. Además, los nuevos empleos requieren niveles distintos de calificación que los que se perderían por este fenómeno.”

En definitiva: si bien se perderían empleos en ciertos sectores, se crearían en otros. ¿Cuales son los trabajos que serían reemplazados por la automatización? Según Martin Ford, autor de Rise of the Robots: Technology and the Threat of a Jobless Future, los trabajos más vulnerables son aquellos que involucran tareas predecibles y repetitivas, sin importar qué tanto entrenamiento requieran. “Muchos trabajos basados en conocimiento son en realidad rutinarios — sentarse frente a un computador y rellenar el mismo formulario una y otra vez, ya sea un reporte o un análisis cuantitativo.”

¿Empleo seguro?

Según los expertos, los trabajos que están más seguros, ya que son más difíciles de automatizar, son aquellos que dependen de la interacción humana y de la creatividad. Sin embargo, el mismo Ford asegura que “hay relativamente pocas personas a las que se les paga para hacer trabajo realmente creativo”.

Lo cierto es que incluso las tareas que dependen de la interacción humana y la creatividad pueden, al menos en parte, ser automatizadas. Pensemos, por ejemplo, en los chatbots, agentes digitales que sirven para atender público. Si bien muchas veces los chatbots están creados para responder preguntas puntuales, su comportamiento simula cada vez más la de un humano, de manera que un chatbot puede tener una “personalidad” y “gustos propios” y tener una conversación con los usuarios no sólo respecto a el precio de un producto o la disponibilidad de un pasaje, sino también sobre el amor, el arte o el destino de la humanidad.

Incluso trabajos tan delicados como la psicología reciben asistencia de la automatización. Los agentes virtuales han asistido en trabajos tan sensibles como el asesorar a refugiados sirios escapando de la guerra, crear espacios de contemplación para millones de chinos viviendo en ciudades altamente pobladas y ayudar a los australianos a acceder a beneficios de discapacidad. Quizá el ejemplo más increíble es Woebot, un bot creado por psicólogos y expertos en inteligencia artificial de la universidad de Stanford, el cual usa conversaciones diarias, tracking de emociones, curatoria de videos y juegos de palabras para ayudar a las personas a manejar su salud mental. Esta no sólo es una excelente alternativa para quienes no tengan tiempo o dinero para ir a un psicólogo de carne y hueso sino que, según sus creadores, puede ser incluso mejor ya que elimina el miedo a ser juzgado que existe en la relación paciente — terapeuta humano.

En cuanto a la creatividad, la tecnología se ha estado usando para crear arte por siglos. Por ejemplo, la creación de poesía a través de juegos computarizados ha sido utilizada por poetas avant-garde desde los años 90’s. Botnik, una comunidad de escritores, artistas y desarrolladores dedicados a la creación de contenido aumentado, acaba de sacar cuatro páginas de una nueva novela de Harry Potter escrita por un algoritmo de inteligencia artificial. El algoritmo fue alimentado con todas las novelas de J.K Rowling y logró producir un texto que respeta no sólo el estilo de la escritora, sino también la personalidad original de los personajes.

El siempre nefasto Ford advierte, “El machine learning (campo de estudio que permite que la inteligencia artificial aprenda por su cuenta) no sólo nos da nuevas máquinas para reemplazar a las viejas (como ha ocurrido en otras revoluciones industriales), empujando a los trabajadores humanos de una industria a otra. Por el contrario, nos da nuevas máquinas para reemplazarnos, máquinas que pueden seguirnos a prácticamente cualquier industria a la que huyamos”.

Cómo salvarse

¿Estamos entonces destinados a ser reemplazados por robots? Es que no hay tarea alguna que se salve de la automatización? ¿Quedaremos, como temen Robert Ford y sus amigos, obsoletos?

Sí y no.

Si bien es cierto que la inteligencia artificial y la automatización están en crecimiento, logrando cosas cada vez más sorprendentes, acaparando cada vez más tareas y más industrias, lo cierto es que siempre requerirán de humanos para su desarrollo. (Falta mucho para que sea posible un apocalipsis A.I como el que teme el billonario Elon Musk). La novela Harry Potter de Botnik no hubiera sido posible si J.K Rowling no hubiera escrito 4,224 páginas de la saga. De la misma manera, Woebot no podría asistir a nadie si no hubiera sido entrenado por psicólogos expertos. Al final del día, la inteligencia artificial no puede existir sin entes inteligentes que la programen.

Entonces, quizá en lugar de preguntarnos si es que la A.I nos reemplazará, debemos preguntarnos cómo mejor sacarle partido. El estudio de Mckinsey Global Institute indica que “incluso mientras cree un declive en algunas ocupaciones, la automatización cambiará muchas más: el 60% de las ocupaciones poseen al menos un 30% de actividades que podrían ser automatizadas. Esto también creará nuevas ocupaciones que no existen hoy, al igual que muchas tecnologías del pasado”.

¿Cómo, entonces, convertirse en la reina de la inteligencia artificial y no en su esclava? Estos son sólo algunos consejos, pero se trata de una discusión que todos debemos tener:

  • Especialización orientada a la automatización y la inteligencia artificial: esto no quiere decir que todos debemos llegar a ser programadores (aunque lo cierto es que la tendencia va para allá), pero sí debemos comenzar a pensar en nuestros empleos en la era de la A.I. ¿Qué significará ser psicólogo, escritor o artista en los próximos 50 años? Los primeros en hacerse esta pregunta y prepararse adecuadamente serán los más beneficiados por la era de la automatización. Después de todo, ¿cuántas personas pueden decir que son psicólogos especializados en software para terapia? ¿Escritores dedicados a escribir guiones de chatbots? ¿Directores de teatro especializados en crear obras protagonizadas por androides?
  • Políticas públicas: como comenta Vittorio Corbo, el éxito de la penetración de la automatización en la economía dependerá de las políticas públicas que la sustenten. “Para poder utilizar estas oportunidades se requieren políticas públicas que aseguren un escenario propicio para la inversión y la innovación, una política laboral que facilite la movilidad del trabajo y el ajuste de las empresas para enfrentar la automatización, y que priorice la generación de empleos del futuro y no proteja los empleos del pasado, y una política educacional y de capacitación que prepare a la fuerza de trabajo para trabajar como complemento de la robótica y la inteligencia artificial para así poder beneficiarse en el proceso.” El impacto de las políticas públicas no puede ser minimizado. Recordemos que los empleos que están más en riesgo de ser perdidos son los de nivel bajo y medio, justamente los de aquellas personas que, en general, tienen menos acceso a una buena capacitación. Será tarea del estado, entonces, el asegurar una educación de calidad y gratuita relacionada a la tecnología a través, por ejemplo, de la implementación de clases de programación para alumnos de básica y media en establecimientos públicos. Es importante que los movimientos sociales tengan en consideración estos factores para incluirlos en sus demandas.
  • Fiscalización de empresas: como mencionamos anteriormente, para asegurar que el implementar automatización e inteligencia artificial no sea difícil para los trabajadores, debemos contar con la participación de las mismas empresas, quienes deberán asegurar una transición lo menos traumática posible a través de la capacitación interna y el aprovechamiento del aumento en la productividad para el beneficio de los colaboradores y consumidores. Esto se puede llevar a cabo a través de la fiscalización de beneficios sobre normales, asegurando que el precio de los productos no supere el costo medio de los mismos.
  • La eficiencia creativa: los más beneficiados por la inteligencia artificial y la automatización serán aquellos que piensen en nuevas formas de aprovechar estas herramientas en sus campos laborales. Esto no sólo los mantendrá en la vanguardia del mercado laboral, sino que también les permitirá ser más eficientes, dejando que la automatización haga ciertas tareas repetitivas, dejando tiempo libre para ocuparse de otras más interesantes. Por ejemplo, retomando el caso de la literatura: hay series de libros que están escritas por “escritores fantasmas”, escritores anónimos contratados para continuar con una saga cuando su creador original ya no escribe. (Un ejemplo de esto es la exitosa serie juvenil The Baby-Sitter’s Club, publicada entre 1986 y 2000 y que vendió 176 millones de ejemplares a nivel mundial. La serie se publicaba bajo la autoría Ann M. Martín, cuando en realidad ella escribió sólo los primeros 35 libros y el resto fueron creación de una variedad de escritores fantasma.) Una persona que vive de la escritura fantasma (un actividad laboral relativamente provechosa dentro de la literatura la cual, de por sí, ya es una industria difícil), podría, con la ayuda de un equipo de desarrolladores, crear una herramienta que automatice el ghost writing, de manera de poder producir 3 novelas al mes en lugar de 3 novelas al año. No signicaría ser menos creativo o generar el fin de la literatura, sino que significa utilizar la creatividad de otra manera.

En definitiva: ¿la inteligencia artificial me robará el empleo?

Sí… pero sólo si se lo permites.

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