Socios de Dios
Socios de Dios
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3 min readFeb 26, 2019

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Gracias a uno de los tantos documentales de mons. Robert Barron sobre la tradición católica romana; descubrimos que existe un principio, metafísico y espiritual, que san Juan Pablo II llamó «La Ley del Don» y que dice lo siguiente:

«Tu ser aumenta en la medida en que lo entregas».

Suena tan paradójico, ¿verdad? ¿Por qué debería entregarme a los demás para encontrar mi propia plenitud? ¿Por qué yo querría sacrificarme, negándome a mí mismo para servir al bien de otros? Sencillamente, porque esa es la forma en la que Dios mismo vive: en amor completamente entregado y comprometido y, creados a su imagen y semejanza, estamos llamados a imitarlo, a reflejarlo a los demás.

Es algo difícil de asimilar; pero mientras más nos esforzamos por llenar nuestro ego, más vacíos quedamos; por tanto, nuestro ser aumenta conforme más entregamos lo que Dios nos da, es decir, TODO. Bien decía san Pablo:

¿Qué tienes que no hayas recibido? ¿Qué tienes que no sea un regalo?

Entonces… ¡Dalo todo! Regresa a Dios lo que te ha dado y Él lo multiplicará.

Puede que te preguntes, — como lo hicimos nosotros: ¿realmente debo darlo todo? ¡Qué duro! ¡Resulta muy difícil!; pero es que cuando nos entregamos a Dios; a través de un sincero don para los otros, nos encontramos a nosotros mismos (vid. Gaudium et Spes, no. 24). Es así de sencillo; mientras más das, más es lo que recibes. No se puede multiplicar lo que no se da. Ese es el modo misterioso en que Dios actúa y nosotros lo hemos comprobado.

Querido joven; eres el guardián de tus propios dones y talentos. Estás llamado a multiplicarlos con acierto, de acuerdo a los designios de Dios. Eres guardián también de los frutos que obtienes de la multiplicación de los mismos, por lo tanto, es tu deber velar porque en tu jardín no brote la mala semilla. En una de sus tantas catequesis; el papa Francisco nos invita a preguntarnos si somos personas de primavera o de otoño. ¿Es tu alma como la primavera que da abundantes frutos? o al contrario; ¿es tu alma como el otoño que está lleno de hojas secas, marchitas y amarillentas?

Las criaturas no solo tenemos una relación con Dios, las criaturas somos una relación con Dios; es por esto que a través de este proyecto queremos invitarte a darlo todo y también queremos guiarte y ayudarte a poner tus capacidades al servicio del Señor y de tus hermanos.

Si no hay motivación en ti, si tienes miedo, si piensas que aún no es tu momento, si estás pasando por tiempos difíciles, si te sientes perdido, si aún no reconoces tus talentos, si no sabes cómo multiplicarlos, o al contrario, si tu jardín necesita un poco de agua y luz del sol para que de él brote nueva vida y nuevos frutos; permítenos ser instrumento útil que, en manos de Dios, pueda inspirar en ti esas ansias locas de devolver todo a Él, así como mamita María, para glorificarle y para que sea multiplicado.

Que Dios te bendiga y te empape de su gracia en esta santa lectura. No olvides orar por nosotros. Para ti todo nuestro cariño. ¡Nos vemos en la Eucaristía!

A todos los colaboradores que han hecho posible este proyecto ¡GRACIAS! Gracias por creer, gracias por acompañarnos y gracias también por crecer con nosotros. Sigamos caminando juntos hacia esa meta común… ¡El cielo!

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Porque al igual que María, todos somos colaboradores de Dios en su obra creadora y en su plan de salvación.