Socios de Dios
Socios de Dios
Published in
8 min readJun 14, 2019

--

Todos los noviazgos son diferentes, es decir, Dios escribe en cada pareja una historia única y original, aún así, Él respeta nuestra libertad; siempre seremos nosotros los que tendremos la última palabra. Al hablar del amor como novios, debemos tener presente lo que señala la Palabra de Dios en 1 Corintios 13, 4–8:

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

¡Hola! Nosotros somos Nicole y Ricardo y en este espacio te compartiremos la esencia de nuestra historia…

Comenzaremos contándote cómo nos conocimos… Todo surgió gracias a un retiro espiritual de jóvenes que ambos hicimos y en el que iniciamos una linda amistad. Este proyecto nos unió mucho y gracias a él, nuestra amistad se fue haciendo cada vez más fuerte. Antes de continuar nos gustaría aclarar que vivimos a 450 kilómetros de distancia, lo que equivale a 6 horas en bus. Al no poder vernos muy seguido; hablábamos todos los días por teléfono; de vez en cuando hacíamos el Rosario por videollamada y cuando íbamos al Santísimo aprovechábamos para orar mutuamente por las intenciones del otro. Poco a poco fuimos creciendo en el amor de Dios y de pronto nos percatamos de que sentíamos algo más fuerte que solo una gran amistad; así que dimos el siguiente paso y nos hicimos novios. Ahora les contaremos cómo es que con la ayuda de Dios hemos logrado mantener este amor puro y sincero, venciendo todas las dificultades y retos que se han presentado en el camino.

… Creo en el amor, no como una fantasía sino como la realidad más hermosa que existe. Creo que es muy importante saber que el amor es más que un sentimiento y por eso solo se entiende hasta que se vive…

Soy NICOLE…

Y este es un pedacito de nuestra historia.

Desde muy pequeña mi mamá me enseñó a orar por mi vocación — aquella que sólo Dios conoce — y me enseñó a orar por mi futura familia (de sangre o en una comunidad religiosa); por eso oraba para un día poder amar con mucha intensidad y poder sentirme correspondida. Probablemente tú también le has llegado a pedir a Dios, en oración, lo mismo que yo; pues el amor es parte esencial de cualquier ser humano y es natural sentir ese deseo de amar y ser amado.

A los quince años de edad participé en unas misiones de Semana Santa y en la misa de Fuego Nuevo; el sacerdote celebrante invitó a los jóvenes a crecer en el amor consagrando su castidad. En ese momento mi corazón saltó de emoción pues me di cuenta que el amor no es un sentimiento, es una decisión. Necesitaba quitarme todos los miedos de encima y para eso me decidí a amar; amar a Dios, amar al prójimo y sobre todo amarme a mí misma.

Como ya saben, conocí a Ricardo en un retiro espiritual; siempre me llamó la atención su entrega y pasión por servir a Dios. Él siempre ha sido presuroso a hacer lo que Dios le pide. En el tiempo que llevamos juntos, el Señor nos ha permitido crecer en el amor de muchas maneras, principalmente en el amor a Él («Amarás a Dios sobre todas las cosas). Tenemos la firme convicción de poner la voluntad de Dios antes que la nuestra por una simple razón:

La voluntad de Dios es perfecta, pues Él conoce con exactitud lo que es mejor para nosotros, mientras que nuestra voluntad desconoce muchas cosas y suele ser egoísta.

Permítele al Señor pintar tu vida con sus planes, esos planes que a veces no comprendes. Para mí, la vida sacramental ha sido muy importante en esta etapa del noviazgo, porque como saben, los sacramentos permiten la acción divina en el ser humano. Un sacramento, en este sentido, es un signo sensible de la gracia de Dios. Igualmente hemos decidido vivir en castidad, aprendiendo a ordenar nuestros deseos, a conocernos, amarnos y valorarnos más allá de lo carnal. Por otro lado, la distancia jamás ha sido un obstáculo para nosotros; pues la oración ha sido un pegamento muy poderoso que nos ha mantenido unidos. Es difícil explicar lo cerca que puedes sentir a una persona cuando pides a Dios constantemente por ella.

Pero ¿qué es el amor si no da frutos? Bueno, en nuestro caso, el servicio ha sido hasta ahora ese fruto que ha ido creciendo a través de diferentes apostolados. Tener proyectos, sueños y metas en común nos ayuda a crecer y fortalecer nuestra relación. Nuestro noviazgo ha sido una etapa de conocimiento mutuo pero siempre tenemos presente que existe un fin último para estar juntos. Es decir, no basta con ser novios solo por la compañía o por los sentimientos, implica plantearse una misión que nos lleve a trabajar juntos para lograrla. Vivir un noviazgo en santidad no ha sido fácil, pero tomados de la mano de Dios, ha sido posible.

Un corazón puro nos permite ver con claridad… Espera y no te preocupes; el amor a veces tarda, pero llega.

Soy RICARDO…

Y yo te contaré cómo Dios convirtió una amistad santa, en un noviazgo santo.

Me gustaría comenzar destacando que mi proceso de conversión inició en un encuentro con Dios, vivido gracias a un retiro espiritual, y que ocurrió en julio del 2016 — ahí conocí a Nicole. Desde ese día se me ha hecho imposible dejar de seguir a Cristo, convirtiéndolo en el centro de mi vida.

Así fue como nació en mí el deseo de querer conocer a mi compañera de vida, una persona que tuviera las mismas convicciones y con quien pudiera compartir el amor de Dios. El tiempo pasaba y yo sentía que no hallaba a la persona ideal; viví un desierto en el que me sentía muy olvidado por Dios, ninguna persona lograba llenar ese vacío. Gracias a los consejos de un gran amigo sacerdote, al cual le platiqué mi sentir en aquel momento, comprendí que mis tiempos no eran los de Dios. Aún recuerdo claramente sus palabras: «La soltería es un tiempo que se debe disfrutar para crecer y sanar». En ese mismo instante me di cuenta que tenía que abrir mi corazón para escuchar la voz de Dios y saber cuál era el camino que debía seguir en mi vida; ya tenía yo que dejar de anhelar tanto y empezar a valorar lo que el Señor me había regalado. Así fue como me entregué plenamente al servicio de Dios, y fue Él quien llenó ese vacío en mi corazón porque descubrí mi vocación — el servicio. Esta vocación la he ido corroborando a través de mi vida profesional, ya que colaboro en una institución de Procuración de Justicia, en la que la prioridad es el servicio a la sociedad.

Hay que tener bien claro que en los asuntos de Dios no existen las casualidades, es por ello que cada persona que llega a tu vida es traída con algún propósito. El Señor hace de esas personas un instrumento para llegar a tu corazón, pero otras veces te conviertes tú en esa herramienta que toca corazones ajenos. Así fue como experimenté la mejor diosidencia de mi vida: «Conocer a Nicole». La había tenido como mi mejor amiga durante ya varios meses, compartíamos la palabra de Dios y el servicio en el mismo apostolado, siempre le admiré muchísimo su entrega a Dios y amor al prójimo; sin darme cuenta me había estado enamorando de ella. Me costó aceptarlo, pero fue algo inevitable. Tardé mucho tiempo en confesarle lo que sentía, y cuando por fin lo hice me quite un gran peso de encima porque mi mayor temor era no ser correspondido; pero me llevé una gran sorpresa al saber que ella sentía lo mismo por mí. A partir de ese momento comprendí que los tiempos de Dios son divinos y perfectos. Sin miedo a nada, comenzamos una hermosa relación de noviazgo. Por fortuna ya nos conocíamos sin máscaras porque habíamos sido totalmente transparentes en todos los aspectos gracias a la gran amistad que existía. Un día, en plena confianza, ella me compartió su promesa de castidad y sin dudarlo decidí apoyarla y respetarla; fortaleciendo esa virtud, viviéndola de la mano y así juntos poder alcanzar el verdadero amor que ambos anhelábamos.

Les platico que vivir un noviazgo en santidad me ha llevado a sentir gozo, paz y alegría. La castidad es el mejor entrenamiento para la voluntad, la paciencia, el sacrificio y el respeto. Como dice Nicole: «El amor es una decisión»...

Es mi decisión hacer feliz y respetar a la persona que amo, porque a la vez, yo sé que su felicidad será la mía.

El amor es maravilloso cuando es recíproco, valóralo y si esa persona logra sacar la mejor versión de ti, no la dejes ir, hoy en día es muy difícil encontrar un amor auténtico, más no es imposible, siempre y cuando se lo pidas con fe, en la oración, a nuestro Padre Celestial. Seamos santos en medio del mundo porque al fin de cuentas: «Dios prepara todo para el bien de los que le aman». Rm 8, 28

Si estás viviendo una etapa de soltería, recuerda aprovecharla para crecer espiritualmente y preparar tu corazón. Si te encuentras en una relación; queremos compartirte los cinco pilares en los que hemos basado nuestro noviazgo para que, si así lo deseas, los pongas en práctica.

1.- Que Dios sea siempre el centro de tu vida (nunca idealizar a tu pareja).
2.- Crecer juntos en la fe y hacer oración.
3.- Confianza y Respeto.
4.- Vivir la castidad con amor.
5.- Tener metas juntos.

No existe un manual que nos explique, paso a paso, cómo llevar un noviazgo, y más aún; cómo llevarlo en santidad. Desde la propia experiencia, sólo podemos decirte que nuestro manual ha consistido en llevar a cabo los valores universales escritos en las Sagradas Escrituras. Meditemos juntos y busquemos, a través del discernimiento espiritual, cumplir los planes de Dios.

Haz que tu vida y tu noviazgo sean una alabanza al Padre. Dios te bendiga siempre. Para ti, joven, con amor…

Síguelos en instagram, Nicole - Ricardo

--

--

Socios de Dios
Socios de Dios

Porque al igual que María, todos somos colaboradores de Dios en su obra creadora y en su plan de salvación.