Los hábitos de comportamiento y la autoestima

Santiago Sarceda
soltando ideas
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2 min readApr 18, 2018

Hay ideas muy simples que tienen implicancias enormes. Una de ellas es el hecho de que la mayor parte de nuestras acciones del día a día las hacemos de manera inconsciente. Esto quiere decir que las hacemos “sin pensar”. Alguna vez las hicimos “pensando”, a consciencia, las repetimos durante varios días, hasta que en un momento se volvieron parte de nuestra naturaleza.

Las repercusiones que puede tener una rutina diaria repetida durante años son amplias; no es lo mismo terminar cada día con una taza de té que con un vaso de whisky. Sin embargo, estas “decisiones” que se tomaron en algún momento, se convirtieron en hábitos que raramente nos detenemos a cuestionar. Incluso si alguien los señala, podemos responder cosas como “yo soy así”, “siempre lo hice” o directamente “no quiero cambiarlo”.

Estos hábitos y costumbres se convierten así en definiciones de quiénes somos, nuestra “persona”, nuestro ego. Nuestro ego es la historia que nos contamos a nosotros mismos basados en los comportamientos que repetimos inconscientemente cada día. Estos hábitos inconscientes a su vez determinan nuestra autoestima (la percepción evaluativa de nosotros mismos), y la autoestima determina lo que creemos poder hacer y merecer.

Así como nuestra autoestima determina cómo nos comportamos diariamente, también determina las cosas que no hacemos. Si no hacemos algo todos los días no es simple y llanamente porque “no lo hacemos”, sino porque inconscientemente decidimos no hacerlo, “no somos el tipo de persona que hace esas cosas”.

Esto forma un loop de evasión / acción > narración > evasión / acción.

Actuamos, construimos una historia que nos define en base a esas acciones, y no las cambiamos porque cambiarlas significaría convertirnos en otra persona –el cambio es algo que el ego siempre buscará evitar– sumando así nuevas historias y racionalizaciones por las cuales “no tiene sentido”, “no es seguro” o “no tengo ganas” de cambiar.

Esta lógica también es un hábito; un habito de comportamiento, y como todo hábito se puede modificar. El primer paso es poder observar el comportamiento desde una posición neutral alejada del ego (puede ser a través de la escritura o la meditación), analizar si ese comportamiento es útil, sano y conducente a nuestros objetivos (que también resulta útil tenerlos claros) y conscientemente trazar un plan para reemplazar ese comportamiento por otro.

Al repetir a consciencia un nuevo comportamiento durante varios días, se convertirá en un nuevo habito inconsciente y, en consecuencia, habremos modificado nuestra autoestima y la historia de nuestro ego.

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Santiago Sarceda
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