Por qué es mejor hablar menos y escuchar más

Santiago Sarceda
soltando ideas
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3 min readApr 28, 2018

Todos tenemos opiniones. Cuando alguien opina distinto, discutimos, intentamos modificar su opinión con argumentos que favorezcan la propia, lo ignoramos o, según nuestro nivel de inteligencia emocional y civilidad, lo burlamos o denigramos por pensar distinto.

Cuando hablamos o escribimos, estamos exponiendo nuestra forma de ver y entender el mundo. Nos gusta hablar o escribir porque todo lo que resulta de estas actividades nos resulta conocido; tenemos control, nos reconforta exponer nuestra verdad y que alguien más la escuche, la lea, y si somos lo suficientemente afortunados, concuerde con ella.

En cambio, cuando escuchamos o leemos las ideas de otros, nos exponemos a información novedosa, que puede ser más o menos similar a nuestras ideas.

Muchas veces elegimos leer autores conocidos o conversar con amigos que sabemos ven el mundo de una manera bastante similar a la nuestra. Por lo general nos sentimos más cómodos haciendo esto porque nos reconforta escuchar a otra persona con ideas similares.

El problema de esta dinámica de auto validación constante es que cuanto más nos aferramos a nuestras ideas, más nos cerramos a nuevas maneras de ver el mundo. Este espectro de aceptación o rechazo de nuevas ideas se extiende desde la neofilia a la neofobia.

Podemos caracterizar dos tipos de pensamiento humano: el pensamiento narrativo y el pensamiento paradigmático.

El pensamiento narrativo se ocupa de dar sentido a las particularidades de la vida, los acontecimientos personales, las emociones.

El pensamiento paradigmático es más abarcativo y se ocupa del entendimiento general de la naturaleza de la realidad.

El pensamiento paradigmático es compartido por grupos de individuos y se va modificando a lo largo de la historia. Al ser un pensamiento construido sobre ideas que sustentan las bases la realidad –sobre la cual opera el pensamiento narrativo–, estas ideas paradigmáticas son más difíciles de modificar, sobre todo porque deben ser compartidas por la mayoría de la sociedad.

Si un individuo funciona sobre un pensamiento paradigmático completamente distinto al utilizado por el resto de los miembros de la sociedad a la que pertenece, se lo considera un loco y queda excluido.

Los cambios paradigmáticos sólo se dan al alcanzar una masa crítica de individuos convencidos del nuevo pensamiento.

El proceso de cambios de paradigmas se pueden comprender mejor distribuyendo a la población de una sociedad en una campana de Gauss:

Independientemente de la exactitud de los valores del gráfico, podemos convenir en que hay poca gente completamente negada a cambiar su pensamiento, una mayoría de la población más o menos propensa a explorar y adoptar nuevas ideas, y un pequeño grupo de individuos que disfrutan de exponerse constantemente a nuevos paradigmas, correr riesgos y modificar las bases de su pensamiento. Este último grupo de personas es al que homenajea este anuncio de Apple de 1997:

Los cambios de paradigmas están acelerándose, el mundo va a cambiar más en los próximos diez años que en los últimos cincuenta. Y esta tendencia no parece estar desacelerando.

Por todo esto creo que es mejor dejar de buscar querer tener razón y empezar a estar más abierto a nuevas formas de ver y comprender el mundo.

O no.

Un cambio de paradigma puede provocar que la misma información se vea de forma totalmente diferente

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Santiago Sarceda
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