Actualización del amor

Rangel
EÑES
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3 min readApr 3, 2018
Debería existir un Manual de Comportamiento en Redes Sociales con reglas como estar siempre actualizado.

Estaba haciendo scroll cuando vi un concurso en Instagram en el que pedían darle like a una publicación y mencionar a otra persona en los comentarios para participar por la rifa de un pase doble para asistir a un recital de un cantante que nos encanta. La única condición era que la segunda persona debía repetir el procedimiento, tagueando a quien lo hizo inicialmente a modo de respuesta, como quien dice «sí, quiero ir contigo, te correspondo» cuando en realidad era solo una regla del juego.

Pensé en mencionarte, en que concursáramos en el sorteo y concursáramos desde la concurrencia, tu usuario y el mío en el mismo comentario, tu reacción mirando la notificación sorpresiva en la pantalla, la eventualidad de nuestra concurrencia en el recital. Pensé en ti porque un día me advertiste que eras de ese tipo de usuarios que participan en cuanto concurso de repost y giveaway ven en su rutina, toda una superficialidad. Ese día me diste la bienvenida al grupo de amigos cercanos que usas para eso, y lo recuerdo porque ese día me hiciste sentir bien, como si con ese gesto me hubieras dejado pasar del pretil del antejardín para hacerte visita en la sala de tu casa, cercano y de confianza, acogido en tus afectos.

Recordar aquel momento me hizo vacilar sobre el concurso porque desde eso han pasado muchos meses, varios de ellos herméticos, y aunque esto nunca haya sido nada, lo que ese día fue hoy ya no es. Lo medité con el celular en la mano, el cursor parpadeante, dubitativo, expectante. En ese momento consideré que yo también tenía el derecho a usar tu usuario para sorteos en los que quisiera participar partiendo del principio de acción retributiva, que podría excusarme en que no tengo contactos que se presten para eso sin tener que dar mayores explicaciones… sonaba verosímil.

Me embargó la duda, cerré la aplicación y bloqueé el celular. Lo tiré sobre la cama. Lo volví a coger al instante.

Seguí pensando. Lo haría tal como tú lo hacías conmigo, etiquetándote en la publicación sin volver a mencionar nada al respecto, eludiendo cualquier referencia al tema, total ya casi ni hablamos. Se me ocurrió que ese sería un motivo suficiente para hablar, para concurrir en el tema del concurso; pero también caí en cuenta que pensé en mencionarte porque en realidad quería ir contigo a ese concierto, porque te pienso, y porque pensé que mencionarte en un comentario de un concurso podía ser una forma para demostrarte de cuántas maneras sutiles puede flotar tu recuerdo en medio de mis otros pensamientos, cuando ocurren eventos tan intrascendentes como encontrar una publicación en Instagram que me hacen evocarte.

Me llené de valor.

Estaba a punto de hacerlo.

Abrí la pestaña de comentarios. Y me di cuenta que tu nombre ya estaba en la pantalla, concursando por aquel pase doble, mencionando a alguien más.

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