Cuentos de Caballeros Templarios y Princesas
Parecía estar sin vida.
Pero no.
Abrió lentamente sus párpados, la lluvia amainó y la niebla se marchaba dando la oportunidad a sus ojos cansados para que fuesen testigos y contemplasen la obra de la que había sido partícipe, en nombre de Dios.
Desde entonces, no volvió a ser el mismo.
Ni siquiera por amor.