Curiosidad científica ilustrada

Anni Sakiasis
EÑES
Published in
4 min readMay 26, 2017

Queridísimo lector:

No estoy tan segura de que quieras seguir leyendo. Sólo te pido que recuerdes que no siempre tomo decisiones inteligentes y que mi moral está distraída desde hace varios años.

Okey, déjame te cuento de mi nuevo descubrimiento. También te pido que recuerdes que mis ideas no siempre van en orden.

Se llama Mateo. Es de esos hombres con lo que te quieres quedar toda la vida hablando del clima, de películas, de historias de vida. Obvio no se llama Mateo. Igual que yo no me llamo Annisaki, pero ese no es el punto. La cosa es que era un hombre hecho y derecho con una curiosidad científica: saber qué se siente salir con una niña. Sí, Mateo lleva toda su vida siendo gay. Y de pronto necesitaba saber qué era coger con alguien del otro género.

Y déjame contarte un poco de mi trabajo: en la industria digital soy la que se encarga de conocer a los usuarios, de tener empatía por ellos. Me gusta saber qué los mueve y qué los motiva. Soy la que analiza sus comportamientos.

Entonces, yo también tenía una curiosidad científica: qué se siente salir con un niño gay. ¿Cuál es la diferencia? ¿Cuáles son sus comportamientos? Tal vez más importante: ¿cuáles son sus reacciones?, ¿cuál es la diferencia?, ¿tendrá alguna fijación rara?

Así que ahí estaba yo, viendo una película de terror (que detesto) sabiendo que en cualquier momento le iba a poner pausa y nos íbamos Mateo y yo a cruzar la puerta de la Dimensión Desconocida.

No sé cómo es que Mateo sabía mis contraseñas; sabía, creo yo, por intuición o instinto qué botones presionar. Yo creía que no iba a encontrar nada nuevo, he salido con hombres toda mi vida. Sinceramente no esperaba nada espectacular, no tenía mayores expectativas.

Hay detalles, my dear reader, que te juro que no te interesan. Y no es porque me sienta tímida de contarte, es que no quiero vulnerar la privacidad de las demás personas.

Pero déjame contarte los insights de mi investigación:

  1. Hay una sensación que no sé cómo se llama (aún con las más de 150 K palabras que tiene el español), pero que se siente como un hueco en el estómago y que sólo puedes decir «No mames, no mames, no mames» de emoción, de una euforia que va más allá del placer físico evidente. Y sentir eso al mismo tiempo que alguien más, es capaz de borrar al mundo entero de mi cabeza. Esa sensación es droga, de las que sabes que te van a llevar al infierno. O al cielo.
  2. Imagínate estar parado en el Everest, con todo el mundo a tus pies. Abrir enormemente los ojos y dejarse sorprender por las vistas. Aspirar un aire que nunca habías inhalado, ver colores y formas que nunca habías visto. Así fue su mirada. Con los ojos super abiertos, con una cara de sorpresa que jamás había visto, con esa sensación de estar haciendo algo por primera vez en la vida.
  3. ¿Recuerdan la escena de Independence Day en la que abren al alien? De verdad hice todo porque fuera menos traumático que eso. Lo cuál derivó en sentirme espécimen de análisis. Según yo, sabía dónde tenía todo puesto, conocía todas las reacciones que puedo tener ante estímulos externos. No podía estar más equivocada.

No sé exactamente cómo explicar el último punto y ser lo más clara posible. La cosa es que solemos dar las cosas por hecho: ya sabes dónde están todos los botones, verte desnuda al espejo no da más información de la que te dio ayer. Fue volver a verme a través de Mateo con ojos nuevos. Tocar mi piel como si nunca lo hubiera hecho en mi vida.

Back to the basics, you know?

Como buen investigador, Mateo se ha ido. No sé a dónde ni con quién. Me dijo un millón de cosas bonitas y me acarició toda la noche.

Por unas horas, tuve quince años y no había limitantes en mi mente. Descubrí que siempre hay nuevas maneras de hacer las cosas, me sentí con la mente nueva como bebé. Mateo decidió no ser de los que se quedan y está bien. Fue una cita estrictamente profesional y en favor de la ciencia.

Pero por unas horas, sentados en el sillón fuimos eternos.

--

--