Decálogo de la rutina
¿Tocarías para mí?,
yo te leeré una página más de este libro
mientras hago fuentes y palmeras
con tus mechones más despelucados.
¿Te detendrías?,
para que pueda dibujar formas y letras en tu espalda,
en el dorso de tu palma
o tomarte otra foto con cara de despreocupado.
¿Me dejarías?,
dormir un rato más en las mañanas.
Yo en cambio te dejaré notas
en la nevera, en el bolso o tal vez junto al lavamanos.
¿Me leerías?,
hasta que no pueda más
con el peso de mis sueños sobre mis pestañas
o mejor acaricia otra vez las cuerdas de esa guitarra.
¿Me cantarías?,
tarareando esa melodía
que rondaba mi cabeza antes que tú llegaras.
¿Me esperarías?,
en las mañanas cuando me tarde en arreglarme
para luego salir corriendo y regresarme por algo que dejaba.
¿Las recogerías?,
esa colección de tazas en fila india
de los incontables cafés que me prepararé durante el día.
¿Llegarías?,
a hacer concesiones ante mi alergia inventada a lavar los platos.
Por favor dime que sí y te cocinaré todos los días
o al menos todas las semanas.
¿Me perdería?,
en cada poro de tu rostro en la primera luz de la mañana
en el sube y baja de tu respirar cuando descansas.
¿Te acostarías?,
sobre mis piernas en la sala
para contarte todas las maneras en que perdí la calma
y como estando ahí en ese momento contigo
volvería la paz a mi alma.