El amor idealizado
Y siempre esperé de usted un mejor amor: mejores halagos, mejores mentiras, mejores sonrisas y mejores sentimientos.
Son un millón las voces dentro de mi cabeza que a diario me recuerdan lo inconforme y desdichado que soy estando a su lado.
Creo que me ha puesto el título de maestro sin yo pedírselo, hoy lo veo como a un niño pequeño que intenta no fallar un examen. Jamás pensé ver llegar el día en que tendría que darle ejemplos de cómo amar y ser amado.
A usted, que le creí un amante legendario… con tres décadas de experiencia en la vida, hoy quiero hacerle comprender lo que yo apenas entiendo; y es que me ha hecho dar cuenta de que la madurez no está en los años.
Y con todo el respeto que le tengo, tomo prestado un poco de tiempo al mundo para pedirle un mejor amor.
Quisiera que busque todas las formas para tenerme cerca, así como Zeus, que cegado por su amor hacia Ganímedes, le llevó hasta el Olimpo convirtiéndolo en su amante.
Como Apolo, desearía despertar en usted el miedo a perderme y que así le tema a quienes envidian el gran amor que por usted siento.
Daría cualquier cosa por que me vea así, como Narciso observa maravillado su reflejo o despertar en su corazón el mismo sentimiento que por Hilas tenían las Ninfas en los manantiales, bosques y montañas.
Y contándole todo esto, me doy cuenta de que es mucho pedir.
Soy yo el culpable por esperar tanto de un simple mortal. Hoy mi alma avergonzada desea pedir a Eros que libere mi corazón del amor que por usted siento. Este amor que hoy no es el mismo, este amor que ya no comprendo.
