El lado correcto

Jerónimo Calace Montú
EÑES
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2 min readOct 8, 2017

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Afuera llueve en diagonal. El fuerte viento arrastra hojas y ramas de todos los tamaños. Millones de gotas de agua viajan a gran velocidad sin saber si escapan de la tormenta o si forman parte de ella. La ventana muestra la escena y a la vez la delimita. El agua choca contra el vidrio y cae inerte. El frío y el ruido encuentran por fin una frontera.

Adentro reina la calma. Temperatura controlada, olor a tostadas y un mate recién cebado con una capa de espuma que lo vuelve visualmente perfecto. La música suena a un volumen bajo y le aporta un aire cinematográfico a la escena exterior.

En ese momento el mundo se divide en dos. El adentro y el afuera. La pregunta por el lado correcto tiene una respuesta obvia y la vida se vuelve fácil y tranquila. No hay que tomar ninguna decisión, no hay que mover un dedo. Lo que uno está haciendo ya está bien porque el contexto lo indica.

Los días soleados son más difíciles. El lado correcto parece ser el de afuera. Por más comodidades que encontremos adentro, nada se compara con un día de sol. Entonces la vida se vuelve compleja, hay que tomar decisiones. ¿Salir o quedarse? ¿Afuera o adentro? Pero como uno debe cumplir con tareas que no pueden realizarse al aire libre, la respuesta vuelve a ser adentro. El problema es que el contexto indica que se trata del lugar incorrecto y nos lo recuerda a cada minuto.

Si existiera un control remoto que permitiera elegir el clima que muestra la ventana, elegiría siempre la tormenta. Eso me daría la sensación de estar siempre en el lugar correcto. No tendría que tomar decisiones y mantendría mi mente ocupada en cuestiones más productivas. Sería un atajo muy tentador: resumir el mundo a una cuestión binaria y resolverla con un control remoto, seleccionando la opción que ya confirma la posición propia para no andar haciendo esfuerzos mentales peligrosos. ¿Pero quién soportaría tanta mentira?

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