El momento en el que descubres que realmente estás presente: Estás aquí y ahora
¿Qué ocurre cuando nuestro cuerpo, mente y alma están todos juntos de la mano en el mismo momento, en el mismo instante? ¿Puede lograrse?
Creo que uno de los grandes problemas del siglo XXI radica en la presencia del cuerpo en todos lados mientras que nuestra cabeza y emociones están en otro sitio, muy lejanos de donde se encuentra nuestro cuerpo.
Creemos estar disfrutando de donde estamos cuando en realidad no paramos de pensar en la cantidad de trabajo que hay pendiente para mañana, en las ganas que tenemos de realizar ese viaje o plan, en la discusión que tuvimos hace dos días con un ser querido que todavía no se ha solucionado. Y es que estamos inmersos en ser constantemente productivos con nuestra vida, en no parar, en hacerlo todo cuanto antes, cuando lo único que nos hace falta es reconectar y cuidar esa conexión, la cual es un tesoro. La conexión contigo mismo, el dedicarte tiempo valioso, el reconectar con tu esencia, con lo más profundo de ti, con esa parte que tienes abandonada o que ni siquiera sabes de su existencia. Conectar con esa parte tan primitiva que tenemos tan desentrenada y darle rienda suelta, permitirla ser. Sin más.
Vamos como locos buscando el reconocimiento, el dar a nuestro ego recompensas sin parar, el aparentar ser exitosos dejándonos la salud en el camino. Y es que eso es lo que nos está ocurriendo como sociedad competitiva que somos.
Y ahora, respondiendo a la pregunta del principio que ha dado inicio a este artículo, la respuesta es que por supuesto que puede lograrse esa unificación y, por lo tanto, la conexión. Y lo que ocurre es mágico.
Es mágico porque estar presente lo es todo. Es vivir de verdad, es estar en concordancia contigo mismo y con lo que estás viviendo en este preciso instante. Un agradable escalofrío recorre tu cuerpo, miles de estímulos son captados por todo tu ser, tu atención está solamente centrada en este preciso momento, en esas palabras concretas.
Hay cientos de prácticas reconocidas para conseguir estar presentes, como la meditación y el mindfulness (de lo que hablaré dentro de muy poco), y aprender a disfrutar del camino con un fin en sí mismo: estar aquí, ahora.
No hace falta tumbarte en la cama o estar en una maravillosa playa paradisíaca para aprender a estar presente. De hecho, de eso se trata, de hacerlo en cualquier lugar indiferente al momento y a las circunstancias externas.
Practica el estar presente, solo tienes que dedicarte a observar, escuchar tu respiración y lo que te rodea en este momento, aceptar los pensamientos que vengan a tu cabeza sin juzgarlos o intentar eliminarlos, sentir cada rincón de tu cuerpo, el tacto de lo que tocas… Infinidad de estímulos son los que te rodean, ¡no los desaproveches pensando en mañana o en el pasado! Es lo único que de verdad tienes. Disfrútalo.