‘Stone (suspended and dreaming)’ (2015) de Fabian Bürgy

El no sé de la realidad

Persaeus
EÑES
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5 min readFeb 14, 2017

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La lógica del no sé está ganando. Si hay algo que sé es que no sé qué sé. Desde hace tiempo el no sé ya no es el de la ignorancia, sino al contrario, es el de la hiperinformación, el no sé del exceso, el de la ficción como realidad y viceversa. Vivimos en el mundo de la confusión, en el que no sabemos qué agarrar y qué dejar. No es la tibieza, como dicen algunos, es realmente el no sé para qué lado ir.

El otro día decía en Twitter que la academia está apurada por utilizar el prefijo pos en casi todo pero creo entender el porqué. Así que me voy a adueñar de ese apuro y voy a hablar del fantasma que sobrevuela estos tiempos modernos y que está cambiando el paradigma de cómo la realidad se nos presenta.

«Cuanta más información se pone a disposición, más impenetrable se hace el mundo, más aspecto de fantasma adquiere». Esta cita pertenece al libro En el enjambre de Byung-Chul Han y es uno de los escasos aciertos que explica, en pocas palabras, el momento histórico que atravesamos. El exceso de información transforma al mundo en impenetrable, lo confunde, lo hace borroso. La realidad parece estar hoy en día en lo que Josefina Ludmer llamó literaturas postautónomas. Las interpretaciones que hacemos de este mundo están atravesadas por la ficción y por lo tanto resaltan el carácter diaspórico del afuera y el adentro: la realidadficción, o como bien señaló ella «hoy se desdibujan los campos relativamente autónomos (o se desdibuja el pensamiento en esferas más o menos delimitadas) de lo político, lo económico, lo cultural. La realidadficción de la imaginación pública las contiene y las fusiona».

¿Esto significa que todo es ficción? No sé. ¿Esto significa que la realidad tiene una cuota de ficción? No sé. ¿Esto significa algo? No sé. El problema es que tenemos todo pero no sabemos.

En octubre del 2016 la BBC estrenó un documental llamado HyperNormalisation que propuso una interesante interpretación para este nuevo mundo. En resumidas palabras: el problema no es la información en sí, sino cómo esa información nos llega. El problema no está en el qué, sino en el cómo. Hay dos puntos históricos que para el director Adam Curtis son esenciales para entender el mundo de hoy, por un lado Nueva York (EE. UU.) en 1975 y por el otro Damasco (Siria) del mismo año. Una ciudad estadounidense devastada por deudas es salvada por bancos y millonarios y la capital siria es víctima de un problema político. Aquí se asientan dos de los grandes mitos del presente, por un lado los bancos y por el otro la política. En esa tensión se crean las grandes ficciones que llegan hasta hoy en día. Ficciones como Donald Trump, Muamar el Gadafi, Haféz al-Ásad (y su hijo Bashar), los bancos dominando el mundo y, lo que modifica y opera sobre la realidad, el ciberespacio o Internet, la gran fábrica de ficciones. ¿Qué tienen en común todas estas figuras? Que son parte de la realidadficción que nombra Ludmer o del aspecto fantasma que ve Byung-Chul Han.

El término hypernormalisation es utilizado por los escritores de ciencia ficción Arkadi y Borís Strugatski para referirse a un mundo en el cual nada es lo que parece, o al menos no se puede identificar qué es lo real. En su novela Picnic junto al camino o Picnic extraterrestre existe un lugar llamado La zona que tiempo atrás fue invadida por alienígenas. Allí las cosas no son como se las ve, o mejor dicho, hay algo pero no se ve, el pasto no es el pasto o tal vez sí, el aire no es aire o tal vez sí, la gravedad no es gravedad o tal vez sí, es un constante no sé. El documental extrae de esa novela el ejemplo para explicar el mundo actual. A lo largo de casi tres horas se suceden hechos históricos, como la guerra del golfo, la caída de la Unión Soviética, la llegada de internet, occidente y la Globalización, etc. Hay un parte interesante que nos sirve para analizar el tema en cuestión: tras una crisis financiera mundial en 2008 surgieron muchas reacciones, en España apareció el Movimiento de los indignados, en EE. UU. se realizó Occupy Wall Street y en países del oriente estuvo la llamada Primavera árabe. Todas movilizaciones de jóvenes en contra del sistema y con algo en común: se habían organizado mediante las redes sociales. El mundo ficticio o digital operó sobre el mundo real, sin embargo todo quedó en la nada porque, si bien existía un espíritu revolucionario, estaban confundidos. Ya no sabían qué hacer, no tenían líderes ni referencias, el camino que pisaban era parecido al de La zona, inestable y sin saber si sus pasos llegarían a buen puerto.

Cabe preguntarse qué sucede hoy con estos hechos donde el mundo se moviliza o donde llegan a presidente figuras guionadas. ¿Son completamente ficción? ¿Son realidadficción? ¿Están adentro o afuera de lo real? El paradigma y el estatuto cambia junto con las estructuras, sin embargo la confusión crece y el no sé pisa fuerte.

Las redes sociales tienen como mito de origen democratizar la información. Que cada persona pueda decir lo que le plazca y llegar a muchas partes del mundo al mismo tiempo. Sin embargo detrás de esos bits hay corporaciones que manejan la realidad con algoritmos. Sí, la matemática hoy sirve para moldear y generar burbujas de información. Mis me gusta, mis favs, mis búsquedas en Google, hoy moldean un círculo de información delimitada que maneja lo que yo veo y lo que puedo llegar a ver. Si mis movimientos se basan en ponerle me gusta o fav a las publicaciones que hablan a favor del gobierno, entonces el algoritmo se va a encargar de mostrarme solo ese tipo de información. No voy a salir de ahí, por lo tanto mi realidad va a ser enclaustrada por una fórmula matemática. Otra vez aparece la realidadficción: veo lo que se me presenta para ver y lo elijo. Esto sumado a la sobreinformación, al bombardeo constante de lo bueno, lo malo, lo no tan bueno ni lo no tan malo, hacen del mundo un lugar cada vez más difuso.

Momento de preguntarnos ¿en dónde estamos? Tal vez sea en el medio o en el adentro y en el afuera. El problema es pensar de manera binaria, donde el gris se hace con blanco y negro, donde hay un afuera y un adentro. Salir de esa lógica implica un riesgo pero también un nuevo posicionamiento: estamos en el entre, en la realidadficción, en el no sé.

Al encontrarnos confundidos ya no es casualidad que las encuestas fallen en las predicciones, como por ejemplo lo sucedido con Trump, Macri, el brexit o el tratado de paz con las FARC. No es casualidad que los marchas surgidas en Internet terminen en la nada o con poca representación. Tampoco es casualidad que las potencias mundiales no sepan qué hacer con ISIS o la preocupante crisis de refugiados. Nadie está exento.

Ya nada nos parece extraño porque directamente no sabemos qué es o si está bien o mal, o si debemos pararnos en el medio, o cómo reaccionar ante lo real. La cultura es ficción por lo tanto la ficción es realidad y esta es texto. El textimonio de lo real es lo que moldea la nueva identidad confundida. Hoy somos confusión y estamos confundidos. Mañana no sé.

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