Ella sonríe con solo saber que el mundo sigue girando, que el cielo mantuvo el mismo color y que la gente continúa su rumbo. Sonríe al saber que, sin importar qué le pase, el mundo sigue y sigue su camino hacia un destino desconocido, sin importar lo que ella haga. Ella sonríe al saber que por más que su mundo se acabe, el mundo de otra persona puede ir a rescatarla y volverla a la vida, todas las veces que sea necesario. Ella es feliz aunque sea consciente de que a pesar de que su vida se termine, la vida del mundo seguirá su camino… Las hojas seguirán cayendo, el viento continuará golpeando y el sonido de las olas volverá a sonar aunque ella ya no esté aquí. La gente seguirá hablando, se seguirá enamorando y desencontrando. La guerra seguirá existiendo, el poder, la lucha, las clases sociales, los escándalos, la pobreza extrema y el dinero sin mesura seguirá en vida.
A pesar de todo ella sonríe y es feliz, porque encontró su propio sentido y encontró su lugar en el mundo. Ella sonríe, porque a pesar de que un día se tenga que ir, es consciente de que sembró en este mundo su semilla, con la esperanza de que algún día muy lejano se convierta en un gran árbol. Ella es feliz porque aprendió a no cuestionar tanto la vida y a vivirla como le salga, con sus decadencias y sus virtudes, aún sabiendo que cuando ella deje este mundo, las cosas seguirán como si nada hubiera pasado.
¿Y qué importa si mañana es tu último respiro?
