Feliz cumpleaños, papá

No te mueras aún

Dan Alvarez Ruano
EÑES
3 min readApr 30, 2018

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Aún recuerdo al niño que se levantó en mi iglesia el día que cumplía años su padre. Era costumbre que el pastor llamara a los cumpleañeros al frente, y el jovencito a cargo del equipo de sonido se encargara de reproducir el siempre festivo himno de Feliz, Feliz Cumpleaños. Así, mencionaban los nombres de todos aquellos que cumplían años, y los adolescentes desdichados por haber nacido en abril se tenían que levantar a acompañar al resto de vejestorios.

Entre miradas que se desviaban, el pastor le pedía a los felicitados que expresaran su gratitud con Dios y la vida, si así lo querían, y esperaba respetuosamente a que el primero se animara a hablar. Entre el silencio se oían gargantas que se despejaban para hablar, y dedos de adolescentes que se retorcían de vergüenza por pasar al frente. Tengo presente que ese día un señor de ochenta y pico años decidió mostrar su gratitud con la congregación por el apoyo brindado durante el año en curso, durante el cual había lidiado con serios problemas de salud que amenazaban con quebrantarlo. Gracias al Señor y a ustedes sigo vivo. Amén.

Finalmente llegó el turno del padre del niño del que hablo. Lacónico, dio gracias a su familia por estar allí siempre, y pidió por un año de tranquilidad. Ese 2016 había sido particularmente voraz con la economía familiar, pero esto no lo dijo en voz alta. Así, cuando el pastor estaba a un dedo de pedir que se reprodujera la canción, el niño habló.

Yo sólo quería pedir por la vida de mi papá. Realmente espero que no se vaya pronto. Me cuesta admitirlo, pero lo quiero mucho. Y aunque mañana volvamos a enojarnos, y él vuelva a decirme cosas que no me gustan, y yo vuelva a ser un niño malcriado, hoy lo quiero mucho. No te vayas, papi, no aún.

El niño tomó asiento, media congregación soltó risas nerviosas, y la otra mitad se puso a cantar antes de tiempo para hacer pasar el momento incómodo. Feliz cumpleaños, papá, no te mueras... Nadie sabía qué hacer, pero recordaban el himno alegre, así que cantaron hasta olvidar al niño y su peculiar discurso.

Feliz, feliz cumpleaños
deseamos para ti.
Que Dios omnipotente,
te quiera bendecir

Charadas. El niño merece más que una risa nerviosa y un himno impersonal. En el cumpleaños de su padre, pidió por que no falleciera pronto. No es algo que hagas seguido: recordar la finitud de la vida segundos antes de celebrar su continuidad. O, al menos, no es algo que expreses en voz alta cuando lo haces. La inocencia de la niñez, ¿no? En sus palabras veo más fuerza de voluntad de la que media congregación probablemente ha tenido en su vida adulta. Para admitir, aún en medio de la pelea, que ama a su padre a pesar de que se lastiman mutuamente. Que a veces la familia no se entiende pero se quiere. Para dejárselo saber al mundo, que tanto él como su padre no son perfectos. Para decirle que le quiere sin pedir nada más a cambio que la continuidad de su vida. A pesar de que sabe que se harán daño en el futuro; aún cuando sabe que luego de hoy volverá a molestarse con él. Tuvo el coraje para levantarse y confesar lo que sentía. Para admitir que no podía solucionar sus diferencias, pero que a pesar de ellas le quería infinitamente.

Espero su padre lo haya apreciado así en el momento, y que no haya sido como yo, que fui otra de las risas nerviosas.

Camina y camina lejos, niño, porque lo vales.

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Dan Alvarez Ruano
EÑES
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escribo para no olvidar. leo para recordar. pueden descargar mi libro, «La Desaparición de las Flores», gratis en: goo.gl/kuQ7en