Gris

Otro día gris en la ciudad. Otro día gris en mi cabeza y en mi corazón. Otro día gris muy dentro mío. La meteorología y mis sentimientos se unen y confluyen, sin saberlo, de manera muy similar. Los días grises no me gustan, me hacen sentir vacía. Vacía, así es como me siento hoy. Vacía porque veo mis sueños cada vez más lejanos, porque la frustración avanza así como lo hacen mis miedos e inseguridades. Ellos son los que me provocan este vacío. Los culpables. Desde hace un par de años, este vacío se instaló en mí, y no da tregua. No se cansa ni se aburre del lugar que ocupa.

Y yo… cada vez más cansada y con menos fuerzas ya no puedo luchar contra eso. A veces pienso que es mi destino, ser una mina mediocre (así como muchos que pasan por esta vida cruel) sin sobresaltos. Alguien que solo sobrevive a esta sociedad cada vez más injusta y revolucionada.

Sé que no es bueno pensar así, que la esperanza es lo último que se pierde, pero… después de tantos golpes, caídas, tropiezos, después de levantarme y volver a caer, de las marcas que quedan en mi piel, de los moretones… ¿Cómo se sigue? La respuesta a mi pregunta nunca llega. No hay palabras ni consuelo suficientes para extirpar mi dolor y este vacío que ya son parte de mi ser.

Cada vez que intento ser feliz o sonreír, algo pasa que lo interrumpe. Mi vida está llena de interrupciones, de pérdidas y de fracasos.

Siento que nada me llena, nada me completa. Puedo tener a mi familia, dos ángeles que nos cuidan desde el cielo, mis amigos, un trabajo, mi lugar, una carrera a punto de ser terminada, viajes, etc. Pero nada de eso alcanza. Cada vez que digo que estoy mal, la respuesta inmediata es enumerarme todo lo que detallé recién. Y por dentro pienso: «¡Sí, tendré todo eso, pero aun así algo me falta».

Sé que mis pensamientos son negativos. Y sé también que no hago nada para revertir esta situación, que prefiero dejar que pasen los días, aún grises. Esperando a que por fin salga el sol, al menos en la ciudad… ¿Pero y si el sol nunca llega?