Hablemos sobre el amor, nunca sobre historias románticas

Adriana Camacho
EÑES
Published in
4 min readFeb 11, 2018
Fotografía de Nick Fewings en Unsplash

¿Por dónde empiezo?

Ah, sí… atípico. Empecemos así.

Fuera de lo ordinario, de lo establecido… sin sentido, o más bien difícil de comprender. Digamos que yo soy esa persona. Si la mayoría del mundo piensa de forma cuadrada yo lo hago de forma circular y eso no tiene nada de malo, solo que no suele ser del interés de muchos. No es algo que me moleste, pues ya me he acostumbrado.

Vivir en el espectro me ha enseñado a entender que no es fácil entender a las personas, incluso cuando yo, a veces, considero que se me hace difícil entenderme.

En la película (500) Days of Summer se empieza diciendo que la comprensión errada que Tom Hansen tiene del amor viene de su obsesión por escuchar música pop británica y porque no interpretó de forma correcta la historia de El Graduado, y que eso lo hizo tener un entendimiento completamente diferente de lo que es querer a alguien.

Amor de películas, amor que se cuela entre las melodías de las canciones, ¿amor de mentira?

No se puede culpar a Tom por definir el amor como aquello que le enseñaban sus bandas e historias favoritas. Esos suelen ser nuestros maestros, o al menos de la mayor parte de nosotros. En mi casa nadie me explicó lo que era el amor, al menos no uno que no fuera el que mi madre o mi familia sentía por mí.

En el colegio fue exactamente igual, podía hablar por horas y horas sobre por qué Dios nos amaba a todos a pesar de las cosas malas que pudiéramos hacer, o porque nuestros padres y maestros nos querían… pero no hay una clase que te enseñe lo que se siente enamorarte o que te rompan el corazón.

Son los héroes animados o de carne y hueso. Es el chico que se arriesga a decirle «Te amo» a su mejor amiga, aun cuando va a casarse, el pordiosero que pretende ser un príncipe, o la sirena que sacrificó su voz por conquistar a aquel príncipe que solo había visto una vez en su vida.

Y eran las canciones, las letras y las melodías que podíamos cantar mejor que cualquier concepto que hubiera que memorizar para un examen. Todo eso, hablaba sobre el amor, pero no educaba, era una enseñanza vacía, era un concepto que estaba plasmado en nuestra mente, pero que, como tal, estaba muy lejos de ser comprendido.

Y pues como nunca me hablaron de lo que era el amor o de cómo se sentía, ¿cómo yo, iba a estar segura de que era algo que estaba experimentando o si lo estaba haciendo todo de forma correcta?

La realidad es que creo que nadie sabe y es algo en donde no importa qué tan brillante, despistados o errados podamos ser, nunca lo vamos a tener completamente dominado y la razón, al menos a mi parecer, es que cada persona que hace saltar nuestro corazón nos enseña algo sobre el amor que ninguna otra persona sabe.

Reconocer ese concepto me hizo darme cuenta de que cada historia de amor, sin importar su desenlace, me dejó una enseñanza que, si se aplica bien, puede ser beneficiosa para la siguiente relación.

Yo no voy a cambiar nunca, al menos no del todo… siempre estaré en el espectro, siempre seré una persona atípica, difícil de entender y mi manera de ver las cosas no va a cambiar. Pero, de cada decepción, entendí que la tristeza no es algo permanente, cada rechazo logró que aprendiera que no necesariamente hay algo malo en mí o en la otra persona.

Todos somos diferentes y no ser correspondidos no vuelve a nadie un villano, y mucho menos crea víctimas.

Cada héroe que conocemos en las historias de amor y en las canciones viste un poco de ingenuidad, carisma y esperanza de tener ese big shot que diferenciará su relato del resto. Al final, todas las historias de amor tienen algo de magia en ellas, y muy en el fondo siempre las vamos a creer posibles, pues por algo las continuamos escribiendo, por algo nos siguen encantando.

Siempre vamos a creer en ellas, y que son posibles.

¿Y yo?

Mi más reciente lección me ha enseñado que el amor es tan atípico como yo y que puede darse en los escenarios más extraños de la vida, pero que eso no lo convierte en algo imposible de lograr.

Aprendí que vale la pena arriesgarse y ser tan loco como los héroes de las películas.

Es paciente, lleno de vida y me inspira a querer ser una mejor persona cada día que pasa. Se ha convertido en lo primero que quiero ver al despertar en la mañanas e invade el último rincón de mis pensamientos al caer la noche.

No es fácil, claro que no siempre hay miedo y creo que eso nunca podrá irse del todo, pero los mejores héroes son aquellos que vuelven a sus miedos sus mejores aliados.

Y así me siento, llena de vida, de magia y, por encima de todo, amada.

Espero que nunca deje de enseñarme y de aprender conmigo.

¡¿Qué tal?! Me llamo Adriana, y durante una época llegué a bloguear durante 30 días consecutivos.

Estaba desaparecida pero ya volví

Escribiré sobre cosas peculiares de mi vida, como la que acabas de leer, no prometo estar aquí todos los días, pero lo más seguro es que sea uno de esos escritores de fin de semana.

Si te gustó mi post, puedes dejarme un ❤ y si te gustó lo suficiente para seguirme, te doy las gracias.

Nos vemos pronto.

--

--

Adriana Camacho
EÑES
Writer for

Me puse el el reto de bloguear por 30 días, pero decidí continuar cuando se terminó el plazo.