La pérfida sombra de las ONGs

Hugo Aguirre
EÑES
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11 min readJul 14, 2017

Este artículo apunta a que detrás de las buenas intenciones de estas organizaciones se esconde un sistema pernicioso, en el que las ONGs no han sido concebidas para resolver los problemas del mundo, sino para hacerlos rentables.

El mundo es un lugar con conciencia, y hay compañías que han sabido construir imperios capitalistas que se alimentan de la culpa y el dolor de la desigualdad latente en nuestras sociedades. Antes de empezar a diseccionar la problemática de las ONG, diré que yo mismo contribuyo con algunas y que las hay mejores y peores, pero que todo eso no quita que este muy en contra del sistema tal y como existe hoy en día.

En la mente de muchos existe todavía la idea de una ONG como un pequeño grupo de gente con vocación que ayuda a través de su contribución personal. Hoy en día esta ayuda se ha profesionalizado, y se ha convertido en una industria muy rentable y ciertamente apetecible para especuladores. Uno debe preguntarse a dónde lleva todo esto, y se lo adelanto, nos lleva a un futuro oscuro donde la privatización de lo social, y la caridad son las cartas ocultas del falso altruismo inherente a la creación de las ONGs. Porque no lo olviden, usted no contribuye, es un cliente.

Algunas veces escucho que hay quien dice que las ONGs son más necesarias que nunca ya que los gobiernos e instituciones oficiales ayudan menos que nunca. En estos casos siempre hay que preguntarse... ¿Quién fue primero: la gallina, o el huevo? ¿Es acaso intencional? La entrada en juego de las ONGs ha permitido a mucha institución quitarse de en medio y pasarle el problema a otros. El comedor social, una perrera, o una guardería... Estos y muchos otros son servicios que hoy en día se pueden privatizar a través de ONGs. En un momento donde los recortes en servicios sociales están en alza, la introducción de ONGs es el colmo de las desgracias de la clase media. Paga tus impuestos, sufre recortes en servicios, y contribuye a las ONGs para que el sistema social no colapse.

Seguro que más de uno ya se ha indignado dado que conocen de primera mano la substancial labor que los trabajadores y voluntarios de estas organizaciones hacen. Lo uno no quita lo otro. El camino al infierno está plagado de buenas ideas. Este es el punto donde hay que hilar fino y entender que las ONG reemplazan servicios o funciones sociales que deberían estar ahí, que son parches y no soluciones. Que en muchos casos los gobiernos o las sociedades se ocupaban de estas tareas, y que entonces apareció una ONG para privatizar el problema. Es un sistema de pagos mensuales donde la miseria humana se convierte en un arma de negocio como fue el uso de la caridad durante mucho tiempo. Las ONG son muy eficientes recolectando dinero y es posible que hasta se utilice una gran parte del mismo en causas humanitarias. Sin embargo, la manera en que se organizan las predispone para recolectar y tirar el dinero con gobiernos y especuladores que se aprovechan de su funcionamiento. Muchas ONGs son transparentes en sus cuentas pero no en sus resultados. ¿Se envió el dinero? Sí, ¿Qué se hizo? No se sabe. En Haití se donaron más de 9.000 millones que fueron dilapidados sin conseguir objetivos claros y notables. Y desgraciadamente esto es habitual. Las ONG son pan para hoy, y hambre para mañana, dada que mucha de su actuación es de urgencia, solo paliar, y no curar.

No me puedo olvidar de los «simbólicos» y nada despreciables sueldos de los miembros del consejo, ejecutivos y directores varios. Lo mejor de todo es que hay mucha gente convencida de que, claro, a esta gente hay que pagarle bien, sino se irían a trabajar al sector privado… Claro que sí…, ¿y qué ocurre con los doctores, veterinarios, investigadores, ingenieros y otros especialistas varios que son tan necesarios para llevar a cabo los proyectos o llevar a cabo las tareas que de verdad importan en la ONG? ¿A esos no hay que pagarles salarios competitivos? ¿A esos está bien ofrecerles voluntariados? Que utilicen su tiempo libre, que utilicen sus habilidades únicas por el bien común, pero a los directores no. A esos que nunca han hecho nada sobre el terreno se les ha de ofrecer salarios competitivos. Este pensamiento ha sobrevivido miles de años con la idea de que los jefes, por el hecho de serlo, son aristocracia, y deben tener necesidades y ambiciones que los trabajadores no. Si hay cientos que se prestan como médicos, ingenieros y otros puestos sin aspirar a grandes salarios, ¿por qué hay una asunción de que no habría candidatos para los puestos de dirección? La verdad es que si se ofreciesen esos puestos con un salario digno igual que cualquier otra función dentro de la empresa, tendrían un buen montón de candidatos. ¿Menos competitivos? ¿En qué sentido? Podría argüirse que la pasión y dedicación a la causa de estos directivos daría mejores resultados que unos directivos que solo ven en la pobreza el medio para sus lujos y caprichos.

Además, estas organizaciones se permiten el lujo de tener sistemas de recaudación por el que contratan a gente joven y la lanzan de manera canalla a buscar dinero utilizando técnicas que rozan lo inmoral. Muchas ONGs no permiten culpabilizar al posible cliente directamente, pero cuando te paran para hablarte sobre el hambre y la guerra mientras vas a casa después de venir de un centro comercial, no hace falta mucho para que te afecte. Alguno clamará que bien está que sientas culpa, que si te pesa en la conciencia, será por algo. Y estoy de acuerdo en el fondo pero no en la forma.

Este documental expone algunos de los peores casos, y no es representativo de la totalidad, pero es un sistema carente de control que da lugar a estos y otros abusos bajo la máscara de un falso altruismo.

Lo peor de este sistema de recaudación es la hipocresía en el empleo de estos jóvenes. ¿Porque os habréis dado cuenta de que son mayormente siempre jóvenes, no? Como todo lo demás, no es casualidad. Si has conocido alguno sabrás que es un trabajo duro, y que obviamente está mal pagado porque es para jóvenes. Hoy en día un trabajo para jóvenes es un eufemismo de abuso y discriminación por una falta de experiencia que, en realidad, no se quiere. Si un trabajo solo lo hacen uno porque otros no aceptarían las condiciones de trabajo… Eso dice mucho de ese empleo. Porque el director que los envía a base de pluma toma decisiones duras, mientras que los que están en la calle mientras hace frío o llueve sonríen a todo el que pasa, reciben respuestas frías o son ignorados o, peor, esos tienen una vida fácil y no merecen ser recompensados adecuadamente.

Olvídense de que esto es por alguna razón benéfica. Eso solo es el material de marketing, así como Coca Cola nos vende que tiene unos valores muy importantes (no serán los nutricionales), las ONG tienen un producto muy suculento para vender: la conciencia ante la pobreza, la guerra y las enfermedades. Hablamos de empresas de cientos o miles de empleados que funcionan igual que cualquier otra empresa privada que genera cantidades ingentes de dinero. Y seguro que se puede pensar, «¿Qué hay de malo si luego ese dinero generado se aporta a buenas causas?». La base de la desigualdad es la caridad que busca mantener al hambriento vivo, pero nunca saciado.

Estas organizaciones hace tiempo dejaron de ser dechados de buena voluntad para ser máquinas de recaudación. He recibido numerosas llamadas para contribuir, y aunque siempre son considerados con mis comentarios puedo notar que lo único que esperan al otro lado de la línea es consentimiento para una donación de la cual se llevaran un pico. ¡Viva el capitalismo responsable! Obviamente no hablamos de personas sin conciencia tras la línea sino de trabajadores con un sueldo básico, para los que las comisiones son la diferencia entre la vida digna o malvivir. Gracias a estas ONGs tenemos trabajadores en el primer mundo con condiciones similares a un trabajo en un McDonalds. Como cualquier otro negocio diría alguno: ahí es donde está la trampa. Su argumento más manido. Para pagar impuestos y apelar a tu conciencia son distintas, sin ánimo de lucro. Pero para pagar salarios mínimos, y los directivos llenarse los bolsillos a manos llenas, para todo eso, son como cualquier otra empresa que necesita competir por el «talento» y «manejar» presupuestos.

El abuso a los captadores es total, de tal manera que solo los muy aptos sobreviven en este empleo. Esta técnica de dudosa moralidad puede tener cabida en una empresa privada con escaso amor por la ética, pero en una compañía que habla de altura humana, y se nutre de recursos de terceros para mejorar el mundo no tiene sentido. Una compañía así debería proporcionar un trabajo digno sin la necesidad de poner contra la pared a sus empleados más indefensos para conseguir sus objetivos.

La falsedad y la hipocresía de las ONG es una de las cosas más difíciles de digerir. En su marketing hablan de acabar con la pobreza, la discriminación y la desigualdad. Ese es el mensaje para el consumidor, pero de puertas para adentro son un epicentro de desigualdad. Si tanto creen en la distribución de la riqueza… ¿por qué no ponerla en la practica? ¿por qué no dar ejemplo? Porque es algo de lo que se hartan de hablar en sus eslóganes e informes.

ONG Oxfam revela la extrema desigualdad mundial en esta noticia. Oxfam ofrece 600 brutos al mes a un captador (más incentivos) mientras su jefe ejecutivo se lleva 12.000 euros mensuales. Pues va a ser que tienen razón.

Para que se hagan una idea clara. Unos pocos ganan mucho por mandar a unos muchos a una caza al concienciado a base de un salario indigno y unas comisiones que justifican el todo vale para captar dinero. Si no fuera porque algo del dinero si termina en manos necesitadas estaríamos hablando de una mafia ilegal basada en la limosna.

No me quiero olvidar el trabajo de todos los voluntarios que ponen lo mejor de si mismos con la esperanza de vivir en un mundo mejor. Voluntarios sí, pero no de cualquier manera. ¿Por qué algunas posiciones sí merecen ser pagadas y otras no? Esta claro que hay una discriminación en algunos casos. A un técnico nadie se le ocurriría que no se le pague pero a un asistente, a un profesor o a un doctor...

Recuerdo perfectamente las Olimpiadas de Londres. Más de 70.000 voluntarios no vieron una libra mientras el estado desembolsó unos diez billones en gastos a terceros. No había dinero para esos voluntarios pero un 33 % de las entradas se reservaban para corporaciones, personajes ilustres, políticos y otra gente descarada cuya aportación fue ni siquiera aparecer. Miles de voluntarios o aquellos viajando desde miles de kilómetros para apoyar un evento se vieron sin entradas mientras que los VIP se quedan con el trozo principal del pastel sin vergüenza ni pudor. Es su derecho. Un basta ya es lo que se necesita.

Además, el voluntariado puede ser más negativo que todo eso porque elimina puestos reales de trabajo, y no hay que dejarse intimidar por esa mentira de que sin voluntarios no sacarían adelante los proyectos humanitarios. Estas empresas facturan volúmenes de miles de millones y los directivos se llevan bonuses increíbles… pero tú tienes que poner de tu parte gratis. Voluntario sí, tonto no gracias. Es una línea delgada, y debe ser cada uno el que se pregunte si la ONG de turno puede o debe permitirse contratar o usar voluntariado.

Por último, lo más bajo y esperpéntico que existe es el turismo humanitario. Algo que de lo que las ONGs más serias reniegan ellas mismas. En la India, ante una epidemia, se empezó a pagar por cada serpiente muerta de tal manera que algunos abrieron criaderos para cobrar por ellas incrementando su número. Esto es lo mismo que ha ocurrido con el turismo humanitario. En Cambodia el número de orfanatos se ha doblado para cubrir la demanda de ingenuos altruistas que hasta escriben reseñas en Tripadvisor. Y por si no es obvio, estos orfanatos pagan a familias para «donar» hijos que no puedan mantener dada su pobreza, en vez de ayudarles a superar sus problemas y mantener familias unidas. La mayor parte de los 12.000 huérfanos en el país no lo son. ¿Se puede ayudar como cooperante en países en desarrollo? Sí, pero es nuestra responsabilidad exigir transparencia e investigar si esa ayuda realmente es un scam o es auténtica.

Campaña de Unicef para acabar con un turismo humanitario que comercializa la pobreza empeorando la situación.

Mi artículo no aboga por la desaparición de las ONGs porque mal que mal, es lo que tenemos ahora. Pero eso no debe impedirnos ser críticos y buscar soluciones reales de cara al futuro. El primer paso es reivindicar que son los gobiernos y las instituciones públicas las que deben, a través de nuestros impuestos, prestar servicios sociales, y hacer frente a los problemas de desigualdad y económicos. No solo porque tienen el potencial económico, sino porque este gasto también les empuja a minimizarlo a través de sus políticas de manera responsable. Si un gasto se cubre a través de una ONG, este deja de ser un problema a ojos de nuestros regidores. Esto también es válido para los gobiernos subdesarrollados que no mueven ni un dedo a la espera de que las ONGs les saquen las castañas del fuego. Las ayudas a la cooperación internacional necesitan una restructuración para evitar que se convierta en dependencia y pasividad.

Como el mundo no es perfecto, no deniego que la existencia de algunas ONGs pueda ser beneficiosa, por tanto, recomiendo exigir cambios (email, carta, llamada…) para cambiar su modo de funcionamiento:

  • Una ONG debe dar ejemplo dentro su propia organización empresarial y sus empleados teniendo salarios dignos e iguales (similares al menos) para todos sus empleados. Distribución de riqueza sí o no. Si acaso, los empleados que más cobren deben ser aquellos que completan la labor humanitaria.
  • No permitir recaudadores o al menos acabar con las comisiones. Si están preocupados por la efectividad sin comisiones, pueden ofrecer contratos dignos con periodos de prueba para comprobar su capacitación pero asegurando un empleo digno y sin estrés día a día. Por tanto, se debe averiguar si la ONG tiene condiciones dignas para ellos (a veces los captadores están externalizados, primer signo de una ONG deplorable e irresponsable).
  • El voluntariado gratuito de unos mientras otros reciben salarios no es más que un desprecio a la labor de los voluntarios con la excusa de que hay trabajos más importantes que los que prestan ellos. Proporcionar empleo digno es el primer paso a unas ONGs que sirvan a la sociedad, y no al revés.
  • Evitar ONGs que se utilizan para hacer presiones sobre gobiernos en países del tercer mundo. Una buena parte de la ayuda es condicionada, y contribuye a la dependencia a través de extorsiones que perjudican el desarrollo.
  • Evitar el turismo humanitario y ser precavidos con la cooperación al desarrollo para asegurarse de que realmente tiene un impacto positivo. Evitar compañías como Projects Abroad y similares que son un fraude.
  • Solo contribuir a campañas que propongan soluciones a largo plazo ya que algunas ONGs fomentan la acción de urgencia que solo sirve para desplegar recursos sin resolver el problema humano.

Si esperas que proporcione una lista de las ONGs menos malas (o mejores si ves el vaso medio lleno), no lo haré. Lo proporcionado debería ser suficiente para comenzar un proceso personal que os lleve a una decisión informada. Es parte del deber ciudadano no seguir opiniones, sino desarrollar pensamiento crítico. Si deseas invertir tu talento o dinero en una ONG, primero hay que invertir tiempo en entender que estás haciendo, por qué y para quién.

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