Las expectativas sociales: ¿cómo nos afectan?
Cada día, en la calle, en el autobús, en el trabajo, en un café, en la tienda incluso en nuestra casa, donde sea, siempre tenemos un acercamiento con multitud de personas. Algunas veces son personas que son conocidas, como las que encontramos en la casa que son familiares o amigos, otras veces no son tan conocidas. Pero cada una nos llega a crear una expectativa, tanto de nosotros a ellas y viceversa. Esto nos lleva a la pregunta: ¿cómo nos afectan las expectativas sociales?
Todos tenemos diferentes personalidades, eso es claro, pero cada una de las personas con las que nos llevamos o interactuamos nos ofrecen un concepto de personalidad que va unido a la forma en como las interacciones con estas han resultado: estas interacciones nos generan ciertas expectativas sociales, sobre lo que pueden ser o no pueden ser durante un tiempo relacionándose con nosotros.
Hablar de las expectativas es hablar de la psicología social, que es la que se encarga de estudiar dicha rama de las emociones humanas. Esta nos ofrece un abanico de posibilidades, pero primero se debe entender sobre la percepción social que es la impresión que tenemos de los demás. El humano siempre debe estar en un constante movimiento de relación humana, porque no posee recursos para ser independiente; el cerebro se encarga de prepararnos para un complejo sistema social, el cual es nuestro ambiente social.
Nos proporciona una evaluación para entender cómo vamos a relacionarnos con este ambiente, pero más aún el de saber cómo son las personas que conforman este ambiente social. ¿Conoces la percepción social? Aquí es donde entra esta parte que mezcla nuestro cerebro y nuestra forma de actuar ante el ambiente social. Esto es tan simple como categorizar nuestro alrededor y sobre todo, y lo que más se hace, catalogar a las personas a simple vista o por el simple hecho de ver como actúa y cómo es que se relaciona con otro ambiente social. Si nos enfocamos o ponemos mayor interés en la persona es por lógica que iremos cambiando la categoría; es decir, que comprobaremos si encaja en esa categoría que le hemos dado como etiqueta al principio de toda relación.
A pesar de ser un proceso muy rápido y útil, no es preciso. Cada persona es un mundo en su personalidad, somos tan complejos que difícilmente se puede incluir en una categoría y dejarla ahí sin más ni más. Pero el atajo mental nos es útil en algo muy sencillo: saber como tratar a las personas según el ambiente en el que nos encontremos. Una vez que tenemos nuestro ambiente social categorizado y nos hemos formado conceptos de cada una de estas personas, empezaremos a generar expectativas. Pero ¿qué son exactamente las expectativas? Son ideas que tenemos de cómo una persona de nuestro ambiente social se va a comportar en un futuro o ante una situación determinada.
Es importante saber que estas expectativas sociales o de la conducta de los demás afectan en gran medida a nuestro comportamiento. No tratamos igual a todas las personas, y no tratamos igual a la misma persona en distintas situaciones. Toda nuestra vida está llena de expectativas sociales, de nosotros a los demás como viceversa, para que nuestras relaciones sean cómodas, tenemos tendencia a cumplir con estas expectativas, ya que romper con estas puede generar un espacio de incertidumbre y por lo tanto de ansiedad. Ahora bien hay que tener en cuenta que esto no es un proceso preciso, y por lo tanto multitud de veces estas expectativas no se van a cumplir.
