Imagínate que nunca te hubieras ido.
Imagínate que yo nunca te hubiera intentado sujetar cuando me gritabas con silencios que ya no te quedaba nada más qué decir.
Imagínate que hubiéramos vivido juntos otro invierno, con un año más de historia a nuestras espaldas. Imagínate que todas las preocupaciones se hubieran visto desplazadas por las luces de Navidad, y que recordásemos cuando casi tiramos la toalla; pero no lo hicimos.
Imagínate que siguieras siendo a quien escribo las últimas palabras del día con solo una luz iluminando mi cuarto. Imagínate que aún miras con fervor el celular cada mañana y que no pasas de largo por delante de mi puerta, ni de puntillas por todos nuestros recuerdos.
Imagínate que no tuviera que forzarme a olvidarte; imagínate, mejor aún, que no quisieras olvidarme a mí.
