Vidas dirigidas por inteligencia artificial

Un relato corto de ciencia ‘ficción’

David Alcubierre
EÑES
3 min readMar 21, 2016

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Fuente: eso.org (https://flic.kr/p/dCRGMZ)

Estoy esperando delante de mi casa. Un coche autónomo ha de recogerme para ir al centro de la ciudad.

Suelo ser siempre muy puntual. No me gusta hacer esperar al coche, sobre todo si lleva pasajeros a bordo.

Hoy el coche llega tan puntual como siempre.

Tiene sitio para cuatro pasajeros, pero va vacío.

Al entrar en el coche no puedo evitar mi costumbre de decir «buenos días». Sé que no hay nadie más (nadie de carne y hueso), pero tengo la costumbre de saludar siempre que entro en algún sitio.

El coche ya sabe a dónde voy y solo me queda sentarme y esperar a llegar a destino.

El servicio de coches autónomos empezó a implantarse en ciudades hará cosa de 10 años y vino a substituir el tradicional servicio de taxis. Empezó en Los Ángeles como un proyecto piloto de Google y, a día de hoy, muchas de las grandes capitales tienen implantado el sistema.

Google proporciona un servicio que, con el tiempo, ha demostrado ser muy beneficioso para la ciudad. Es un servicio gratuito para los usuarios que no representa ningún coste para la ciudad. El mantenimiento del servicio es asumido por completo por Google. La contrapartida por el servicio es insignificante, Google solo pide permiso para quedarse con los datos originados en los desplazamientos de los usuarios (en aras de ofrecer un mejor servicio a los usuarios).

Menos contaminación y ruido (pues los coches son eléctricos), y un uso más optimizado de los medios, pues se trata de un servicio que en ocasiones permite compartir desplazamientos debido a la detección de rutas coincidentes entre usuarios.

Esa era mi coartada mental a la hora de decir «buenos días». El hecho de que siempre había la posibilidad de que hubiera otro ocupante compartiendo ruta.

Durante los trayectos suelo estar entretenido con mi asistente electrónico, al que bauticé en su día con el nombre de Raquel. Raquel me comunica algunos datos que sabe que me gusta conocer. Me gusta saber el tiempo que va a hacer durante todo el día. Me gusta estar al día de las noticias destacadas. Me gusta saber si hay alguna oferta en mi lista de deseos de los productos caros de Amazon (muy caros para mi humilde economía). Me gusta que me avise, antes incluso que la IA del propio coche autónomo, de cuando estamos a punto de llegar a destino.

Es curioso. No me había parado a pensarlo nunca, pero muchas de las cosas importantes que han ocurrido en mi vida últimamente han pasado dentro de un coche autónomo.

En un coche autónomo es donde conocí a mi jefe. Hace cosa de 8 años me tocó compartir trayecto hacia un concierto de Muse. Quién me iba a decir que la persona que se subió (llevando puesta la camiseta más molona que había visto nunca) acabaría siendo mi jefe y uno de mis mejores amigos. Qué casualidad.

En otro de esos trayectos, hará cosa de 4 años, es donde conocí a mi actual pareja. Aquel día ella había cortado con su novio y empezamos a hablar sobre el tema pues yo mismo había sufrido una ruptura también pocos días antes. Qué casualidad.

Cómo me gusta vivir en el 2050. La información fluye y sabes que los sistemas están trabajando para ti. Sabes que en cualquier momento puede surgir una oportunidad que tú no has sabido ver pero que los sistemas ha conseguido analizar a base de datos y patrones de comportamiento. Qué complicado era antes todo, cuántas energías desaprovechadas.

Tu integración en la sociedad depende, en esencia, del volumen de información que compartes con ella. El sistema es el encargado de analizarla y de crear las conexiones necesarias para optimizar nuestras vidas.

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David Alcubierre
EÑES
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Consultor freelance. Me gusta la programación, los videojuegos y la ciencia ficción.