Saitama y el tedio de ser un héroe invulnerable

Javier Montenegro Naranjo
EÑES
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6 min readOct 4, 2017
Imagen: pinterest.com

El cine, la televisión y el streaming nos han traído una horda de superhéroes renovados: más humanos, más erráticos, menos seguros de sí mismos. Un Superman que muere, héroes que se enfrentan por diferentes ideologías, un Capitán America que pone la amistad por encima de todo. No más dioses, ni hombres invencibles, pero aun así, con cada película o episodio, una sensación de déjà vu.

Esta nueva perspectiva del héroe atormentado no logra divorciarse de los viejos conflictos, y los caminos casi siempre son los mismos: villano de turno, problemas personales, fortalecimiento de la personalidad, clímax, desenlace, escena de postcréditos.

One-Punch Man, un webcomic publicado a partir de 2009, con un remake manga iniciado en 2012, con su respectivo anime estrenado en 2015, intenta traer ideas frescas, poco transitadas en el género. Su protagonista, Saitama, un día decide ser héroe y entrena hasta convertirse en el hombre más poderoso del mundo. Tan fuerte se volvió, que derrota a todos sus rivales de un solo golpe (de ahí el título), y eso lo decepciona. A partir de esa premisa, se nos presentan dos ideas maravillosas: la primera es la existencia de un hombre invencible decidido a pelear por el bien, un héroe sin némesis, sin necesidad de entrenar para ser más fuerte. Con esto se aleja de uno de los principales ejes narrativos del manga y anime: el protagonista que entrena para enfrentar a enemigos más poderosos y proteger a sus amigos, salvar el mundo, o conquistar su sueño, no importa cuál sea el objetivo de turno. Con esta inexistencia de un enemigo, también se separa de la narración más popular del cómic estadounidense de superhéroes. ¿Qué son Batman sin el Joker, Reed Richards sin Doctor Doom o Hal Jordan sin Siniestro? Los verdaderos protagonistas son, casi siempre, los villanos, y en un One-Punch Man tratan de romper con esa creencia.

La segunda está relacionada con cumplir nuestro sueño y aún así no ser capaces de encontrar la felicidad. Ese momento en el que nos preguntamos «¿esto es todo? ¿No habrá nuevos retos?». Saitama vive en ese limbo: se trazó una meta y la cumplió. Llegó a lo más alto y no tiene un nuevo objetivo en la vida. Quizás lo más lógico sería renunciar y buscar un nuevo oficio, pero el calvo con capa protagonista acepta su papel: es poderoso, puede vencer monstruos que otros no, está ayudando la comunidad. Espera encontrar un día un gran rival, y mientras tanto, se limita a cumplir con su trabajo. «Con un gran poder viene una gran responsabilidad»; aquella máxima de Stan Lee es una idea bien clara para Saitama: el bien de los demás por encima de todo siempre y cuando sea lo justo. Esa es una de las mayores fortalezas de este héroe: su capacidad para saber qué es lo correcto, además de su modestia para esconder las hazañas en que otros se regodean.

Otra característica interesante de Saitama es el dibujo de su rostro, carente de matices, plano, sin expresiones, muy limpio, hecho así para reforzar la idea de un héroe sin preocupaciones ni tensiones, un hombre con pocas emociones, o ninguna, cuando se trata de enfrentar rivales.

Con el poder de Saitama es lógico pensar en una disminución de la maldad y los monstruos en el mundo, pero no es así, más bien han aumentado; él es consciente de ello y no le da importancia. Para él todo sigue igual, y por suerte, se equivoca. Desde que tomó una decisión y derrotó al primero monstruo para salvar a un niño, la sociedad y el mundo cambió. El chico salvado era familia de un millonario, y este, al ver cómo un desconocido rescató a su sobrino, decidió crear una Asociación de Héroes para enfrentar a los monstruos y así aprovechar las fortalezas de ciertos individuos: gracias a él los héroes existen y son reconocidos.

One-Punch Man se limita a presentarnos el día a día de un hombre hastiado pero consciente de su importancia. Como Saitama no persigue una meta, la trama se desarrolla con los personajes más cercanos al protagonista. Aunque casi siempre hay un monstruo de turno destinado a ocasionar grandes daños, matar a miles y luego ser derrotado de un solo golpe, son los secundarios y sus historias los que funcionan como engranajes narrativos.

Entre todos estos está Genos —autonombrado discípulo de Saitama— y su obsesión con cazar a un androide que ni siquiera sabe si aún existe. Su motivo para luchar contra el mal es la venganza, por eso desea ser tan fuerte como su maestro, pero el odio y las ansias de poder (poder entendido como fuerza) lo hacen perder con frecuencia la capacidad de combate. Su función en el manga es ser la puerta de entrada para Saitama en el mundo de los principales superhéroes.

La Asociación de Héroes (llena de intrigas y secretos) es otro de los recursos empleados para evitar un estancamiento en la historia; mientras nos muestran cómo funciona y quiénes la integran, surgen nuevos hilos narrativos. La Asociación organiza a sus miembros según sus habilidades a través de un ranking, de esta forma sabe quiénes pueden ser útiles en cada situación. Entre estos podemos encontrar grupos organizados como si se fuesen pequeñas mafias o pandillas callejeras, una larga lista de personajes llenos de maldad o motivados por intereses mezquinos, y como contraparte, otros capaces de realizar grandes actos de bondad.

Estos héroes de segunda y tercera clase a veces impresionan por la profundidad que alcanzan, más si tenemos en cuenta el poco tiempo que están en página o pantalla; de hecho, en el anime se desarrollan más estos personajes: tipos sin poderes maravillosos, o carentes de ellos, con una personalidad única, como es el caso de License-less Rider, un humano sin ninguna fortaleza que funciona como conciencia social al hacer siempre lo correcto, incluso si se trata de enfrentar a enemigos muy superiores a él. Su rol, bien claro lo tiene, es ayudar con los pequeños problemas de una ciudad: detener ladrones o evacuar a las personas. Él es uno más de los cuatrocientos y tantos de integrantes de la Asociación.

One-Punch-man no pretende ser novedoso por completo, juega con las viejas fórmulas del manga y lo hace sin sutileza: después de sesenta episodios, el héroe más poderoso aún no era conocido, y lentamente, a esa misma altura, se insinúa la posibilidad de una conspiración entre los monstruos. Saitama pierde poco a poco espacio, y su aparición casi siempre es para recordarnos que él solucionará el problema de un solo golpe, o para mostrarnos a un ser humano incapaz de juzgar a las personas por sus actos. Por momentos, el protagonista solo existe para funcionar como una especie de balanza ética y moral, y como cierre a los conflictos desarrollados por otros personajes.

Si somos sinceros, la premisa del hombre todo poderoso capaz de solucionar cualquier problema de un solo golpe, o al menos de manera sencilla, no parece muy divertida. Aun así, el calvo con capa se coló de manera abrupta en un universo donde los superhéroes se reciclan, aburren y las novedades son escasas. El motivo es que su creador, ONE, desarrolló una idea con mucha originalidad: quizás ya exista otro hombre capaz de solucionarlo todo con un chasquido de dedos (¡hola Doctor Manhatan!), pero no con la personalidad de Saitama. Además, en la sencillez empleada por ONE para narrar este mundo donde de un puñetazo todo termina, uno siente cierta relación entre personaje y creador, si los valoramos como dos individuos que se trazaron una meta y no se detuvieron hasta cumplirla. Más de nosotros deberíamos ser como ellos: tomar decisiones basadas en nuestros deseos y no en las expectativas de la sociedad. One-Punch Man nos deja claro que esto no garantiza la felicidad, pero al menos nos permite vivir sin la incertidumbre y sin la frustración producidas por el abandono de nuestros sueños.

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Javier Montenegro Naranjo
EÑES
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Amante de los videojuegos, pelis clase Z y especialista en caso de apocalipsis zombie.