Mickey y Mallory, asesinos por naturaleza. Fuente.

Abra los ojos (4)

¡Ustedes nos pertenecen!

Las bodas de sangre y fuego de Mickey y Mallory Knox

cerohd
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4 min readFeb 19, 2018

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Asesinos por naturaleza (1994) es la cúspide cinematográfica de la generación X por el tratamiento acelerado y violento del amor entre una pareja que distingue claramente los límites entre el bien y el mal pero que les «vale una mierda eso», según la opinión del facultativo Dr. Emil Reingold.

La historia de Mickey y Mallory, escrita por Quentin Tarantino y rodada por Oliver Stone, es un momento singular para ambos artistas. El primero puso a Cannes en cuatro y alcanzó el reconocimiento global con Pulp Fiction, mientras que el segundo desbarrancó en un compromiso político a contracorriente que lo alejó de Hollywood. También es la actualización grunge del mito cinematográfico de la pareja fundacional de los gánsteres norteamericanos, Bonnie y Clyde.

Cartel de Bonnie & Clyde. Fuente.

La película, estrenada a finales de la década del sesenta, cuenta con Warren Beatty, Faye Dunaway y Gene Hackman, fue un hito del «Nuevo Hollywood», un movimiento de actores, directores y productores cuyo mayor intento fue asimilar las reglas de juego del cine de autor francés.

La recreación de los crímenes de la pareja mientras huye del largo brazo de la ley, encarnado en el comisario C. W. Moss (Michael J. Pollard), cuenta con la presencia de un tercero, Buck Barrow (Hackman), cómplice en el crimen y, probablemente, en el amor. La cinta ofrece un matiz inédito en la romántica leyenda de los forajidos: al parecer, la pareja tiene una relación abierta dada la impotencia de Clyde, lo que hace de Barrow un catalizador sexual en la frustración de la pareja. La película, hija de los sesenta en cuanto al imaginario de liberación sexual de la época, tuvo un recorrido espinoso en las salas de cine de la convulsa Norteamérica que no impidió el reconocimiento de Pauline Kael y el posterior aplauso de la industria.

No son carne de cañón. Fuente.

A diferencia de su predecesora, Asesinos por naturaleza es una historia de amor realizado entre dos rebeldes (psicópatas no, sociópatas, sí) cuya lucha es superar los obstáculos que la sociedad norteamericana de los noventa impone como una losa sobre las espaldas de Mickey y Mallory.

No buscan el reconocimiento pese a que se transformaron en celebridades de televisión por acción de Wagner Gale (Robert Downey Jr.), que no funge acá como tercero pese a que intenta persuadirlos para seguir vivo: «Eres una basura. No te importa nadie más que tú mismo. Esto lo hiciste por los ratings», subraya Mickey antes que la pareja descargue sus fusiles en el periodista, ante la cámara, el último testigo de su senda sangrienta.

Mickey y Mallory viven en una permanente huida hacia adelante en un país que, antes de finalizar el veinte, aún no tenía muros que lo separaran del resto del mundo. Ese territorio difuso ha permitido la desaparición de poetas y psicópatas sin ser detenidos por la ley, como lo son los casos de Roberto Belano o Walter White.

Idealizado por los medios que transmiten en directo los últimos momentos de Mickey antes de su traslado a un hospital psiquiátrico, su acción de liberar al amor de su vida, anuncia el nacimiento de la telerrealidad en su versión más cruda. Una coincidencia que el arte permite fue asistir, pocos meses después, al juicio de O. J. Simpson, posteriormente recreado en tono de farsa por la serie American Crime Story.

La pareja, carne de tabloide, llama a la insurrección a través de la televisión, con lo que logra desplazar del imaginario popular a Charles Manson («No se puede superar al rey» dice Mickey antes de la entrevista, cuando Wagner le cuenta que su programa es segundo después de la entrevista al psicópata) y siembra las semillas de una disidencia que no sigue la moral ni los valores y está dispuesta al asesinato para vivir a su manera en medio de la hipocresía.

Mickey y Mallory son depredadores. A diferencia de Manson, no pontifican ni suscriben acuerdos con la sociedad. Solo buscan un final feliz, caravana incluida, porque superaron, de todas las formas posibles e inimaginables, a la sociedad que los idolatra. Forajidos y enamorados, continúan siendo el paradigma del amor que otros emulan en clave sentimental.

Bad asses don't die.

Algunas referencias de utilidad:
Moteros tranquilos, toros salvajes. Peter Biskind. Editorial Anagrama.
Wanted Lovers, las cartas de amor de Bonnie & Clyde. Recopilación editada por Alpha Decay.

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cerohd
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