Carlos del Toro Migueles: sostener el teatro «haciendo teatro»
Por: Patricia Espinosa Valdés (estudiante de 4to año de Periodismo)
Fotos: Cortesía del entrevistado
Diseño de portada: Girbau
Sonaron tres campanazos. Las miradas acorralaron el escenario del Trianón, sede de la compañía El Público, buscando identificar a los casi 50 artistas devenidos personajes que intervenían en la puesta “Réquiem por Yarini”, texto de Carlos Felipe, con Carlos Díaz en la dirección.
En la antesala de dicha tragedia apareció Alejandro Yarini, interpretado para la ocasión por el joven Carlos del Toro Migueles (29 años), quien fue elegido junto a otros tres actores para encarnar al «rey de San Isidro» en aquella temporada.
Terminó la función ese viernes. Migueles colgó el traje blanco con el que vestía al «chulo más famoso de La Habana» y ya otra indumentaria lo aguardaba el sábado posterior. Nuevamente tres toques de campana lo lanzaron al tabloncillo, esta vez al de Argos Teatro para “La ciudad de las estrellas”, pieza escrita por María Lorente Guerra, y dirigida por Yailín Coppola.
Entretanto, nuestro protagonista tuvo también para el domingo cita con las tablas. Lo recibió una compañía más joven que las anteriores, convertida en su casa desde hace dos años: la comunidad creativa Nave Oficio de Isla, a cargo del actor Osvaldo Doimeadiós.
A pesar del agotamiento provocado por las intensas jornadas de ensayos y funciones durante los últimos meses, Migueles se siente virtuoso; sabe que la decisión de someterse a exámenes, en la Escuela de Arte de su Bayamo natal, resultó acertada y así nos lo comentó en un improvisado intercambio con Somos Jóvenes.
Imitar voces y personajes: pasión desde la infancia
«No pocos en casa han desempeñado roles técnicos en espacios televisivos. Cuando pequeño tuve la oportunidad de participar en varios programas infantiles de la Televisión Municipal de Granma, donde trabajaba mi madre. Ahora mismo reconozco que esas vivencias influyeron mucho en mi proyección artística», adelanta.
Su trayectoria en las artes escénicas inicia desde el tercer año en la academia, a partir del cual integró el grupo de teatro callejero Andante. Hacia 2015 asistió a todos los festivales de títeres.
«Me encanta ese tipo de teatro. Con el títere sucede algo diferente: no eres en realidad el protagonista de la historia, sino que, metafóricamente, vienes siendo como un instrumento de ese muñeco», afirma.
Durante seis años estuvo vinculado a dicho mundo, incluso, tras instalarse de manera definitiva en La Habana, donde ya radicaba su familia. Luego se unió al grupo Teatro La Proa, con el que tuvo la oportunidad de componer la música para un espectáculo infantil junto al trovador Ariel Díaz, quien hizo los arreglos.
»Eso requirió de mucho estudio, pero fue una experiencia mágica que en algún momento quisiera repetir», comenta.
Nuevos escenarios, nuevas perspectivas
«Hace unos años salí de La Proa. Decidí apartarme un tiempo de esa labor para niños e iniciarme en el trabajo con adultos. Primeramente, di algunos pasos en la compañía El Cuartel y después empecé en la comunidad creativa Nave…», detalla.
Su comienzo fue en la travesía escénica “El collar”, inspirada en la obra de Abelardo Estorino, hacia agosto de 2022. Al unísono, se insertó en “Luz”, pieza basada en la creación del poeta e investigador Sigfredo Ariel, galardonada con el Premio Villanueva de la Crítica 2021.
Luego llegó “Oficio de Isla”, puesta significativa, con la que Doimeadiós inició su proyecto en 2019 y que hace pocos meses exhibió una nueva temporada. Para completar, se involucró también en la hilarante comedia “Asesinato en la mansión Haversham”, opera prima del director Ledier Alonso.
Estos dos años en la Nave significan mucho para Migueles. Bajo la tutela de Doimeadiós y junto al colectivo que integra la comunidad creativa, ha participado en múltiples obras las cuales, desde diversos géneros, buscan reflejar la identidad cultural cubana, sin importar la época representada.
“Aunque el proyecto cumplió cinco años, su recorrido ha sido intenso. Detrás de su éxito hay mucho trabajo, deseo e ímpetu. Dirigir no se limita solo a la técnica, implica mucho aprendizaje personal, eso me lo ha enseñado Doimeadiós, quien se ha convertido en uno de mis grandes maestros”, explica.
Un trabajo llama al otro…
«Si uno está comprometido con lo que le gusta y entiende el valor tanto del lugar como de las personas que lo acompañan, ya tienes una buena base para que las puertas se abran. Me pasó con Argos y ahora con Carlos Díaz», sentencia el joven artista.
Cuando este último director le propuso representar a Yarini, había pasado solo un mes de su debut en Argos. Sus primeras colaboraciones con Yailín Coppola se insertaron en la semana de teatro alemán; luego se incorporó de forma más sostenida al grupo:
«Es una compañía pequeña, que está tratando de permanecer fiel al método de su fundador, Carlos Celdrán, quien constituyó un maestro para Yailín. En el presente, ella lo es para nosotros. Sin lo que aprendí allí, no hubiera podido afrontar el compromiso de ingresar a El Público», explica Migueles.
Sospechamos que participar en tantas puestas al mismo tiempo exigió dosis extras de responsabilidad y sacrificio.
«He salido de un ensayo corriendo para otro y he tenido que establecer prioridades», comenta.
«Uno debe entender la magia de esos espacios; no es ir a dar una función y marcharse. Son lugares con mucho peso dentro del teatro, por donde han pasado grandes figuras de este país y, cuando estás allá arriba, lejos de lucirte o tratar de hacerlo bien, debes tributar con respeto a quienes han dejado su huella sobre dichos escenarios».
«Mi lucha es no repetirme»
Los personajes en el aval de nuestro entrevistado, hasta ahora, tienen características similares. Por citar algunos, ahí aparecen Yarini, hombre de otra magnitud; Conrado, de “El collar”, tipo «bien plantado»; el detective de “Asesinato en la mansión Haversham”, sujeto indiferente: todos representan caracteres fuertes, actitudes imponentes con toques de suspicacia.
«Hay roles que tienen puntos en común entre sí y también conmigo, pero suelo luchar para que no se parezcan. ¿Cómo se hace? Hay que estudiar, usar la práctica, la investigación, entender lo que quiere el director y tratar de conocerte como profesional para saber en qué momento de cada proceso te encuentras», asevera.
«Yo he hecho procesos horribles. No fue el caso de Yarini, pero sí el de “Asesinato en la mansión Haversham”, debido a las características inusuales de la obra, construida a partir de su propia destrucción. Nunca antes se había realizado ese tipo de comedia meta teatral en Cuba. Por suerte Ledier, su director, tenía muy claros sus objetivos. Pero representó un periodo de grandes enseñanzas, donde tuve que desaprender lo estudiado, para llegar al punto actoral exacto que se requería».
Otros medios por conquistar
Tal cual se aprecia, con sus casi 30 años, Migueles no ha dejado de hacer teatro, pero, según nos avisa, aún le falta por conquistar la pantalla.
«He hecho muy poca televisión. Ahí tengo mis sentimientos encontrados. Me encantaría vivir la experiencia de defender un papel relevante, pero hoy día los directores vienen muy poco al teatro o no vienen nunca. Apenas se arriesgan y les gusta ir al seguro. Buscan a quienes les pueden resolver, porque tienen mayor dominio de los códigos y lenguajes televisivos. Eso nos obliga a estudiar todavía más para los momentos de casting», reflexiona.
«Tampoco he tenido la posibilidad de incursionar en el cine, aunque espero hacerlo. Ojalá la oportunidad llegara con Fernando Pérez -quien sí viene mucho a ver teatro- o con personas de las que uno pueda aprender y encaminarse».
Definitivamente, el teatro
«Hay que seguir creciendo y no restarle al trabajo, sino impulsarte hacia mayores aprendizajes, aún más en un país donde no “se vive” de esta profesión y ejercerla constituye un lujo. Mis deseos de mantenerme en esa ruta me impulsan a levantarme cada día y decir: “contra, voy a idear algo para tener ganancias y poder hacer lo que me apasiona”».
»En otras palabras: tienes que hacer teatro, para lograr sostenerlo».