Panchito: El niño grande

Panchito Gómez Toro representa al joven aguerrido que se creció por su valor, hijo de Gómez, tutelado por Martí y ahijado de Maceo, al lado de quien murió.

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Retrato de Francisco Gómez Toro (Panchito) junto a José Martí y
Fermín Valdés Domínguez, tomada en Cayo Hueso, Florida, en 1894, por el
fotógrafo Antonio J. Estévez.

Por: Ramón Torres

Es muy común escuchar entre personas jóvenes hacer alarde de
sabiduría con frases como: “yo siempre he andado con mayores, porque
son los que nos enseñan”
. En el caso de Panchito Gómez Toro fue
algo más que una ostentación, porque lo llevó de veras a la práctica.
Francisco, que ese era su nombre, había nacido en plena manigua
cubana, en la finca La Reforma, un 11 de marzo de 1876, y al concluir la
Guerra Grande su familia lo llevó al exterior.

Cuando Panchito contaba 16 años, ya trabajaba como dependiente en la
casa/bodega Jiménez, en la República Dominicana, adonde llega José
Martí para hablar con el general Máximo Gómez.

Entonces el muchacho lo lleva a casa, y en el camino entablan tal
amistad que cuando al día siguiente se despide el visitante, deja
constancia de ello:

“Sigo contigo, puesto que sigo con tu padre, que te sacó al mundo de su
corazón, y te llevo en mí, con tu gracia y virtud, como si fueras hijo mío
(…). ¡Ahora entiendo mejor a tu padre!”.

En abril de 1894 Gómez y su hijo le devuelven la visita al Apóstol y allí
se actualizan de los planes de insurrección. Como al joven le gustaba
eso de andar en cosa de adultos, el Generalísimo lo deja en Nueva York
para que lo representara en su gira por el sur de los Estados Unidos,
Centroamérica y el Caribe.

De esa cercanía con Martí se le pegó quizá el dar discursos encendidos,
tanto que el propio maestro le permitió compartir con él tribuna, y sobre
su verbo patentizó:

“(…) ha sido bello oírlo hablar de súbito, componiendo con singular
concisión de voces el pensamiento sincero y oportuno, sin un solo floreo
o tono violento, ni esos traspuestos y aprendidos que en los mismos que
pasan por maestros quitan fuerza y hombría a la oratoria (…) hablando
es dueño entero de sí, y ni temerá, ni adulará, ni fatigará a las
asambleas”.

El crío, que progresó muy rápido, también hablará en carta a su padre
sobre cuánto le aportó la gira y su cercanía al Héroe Nacional Cubano y el amigo de este, Fermín Valdés Domínguez, dos pilares que sin duda, le
ponían el listón altísimo:

“Me siento que llevo una pesada carga sobre mis hombros; me siento
tan responsable de esta carga, que no podré estar tranquilo mientras no
esté satisfecho de que tú a quien tanto debo me veas ya en el camino
de poder conservar tu memoria, como tú has conservado la de tus
padres, cuya deuda era mucho más pequeña que la mía”.

Pero sin dudas, el más admirado es el propio José Martí, quien en carta
a Gonzalo de Quesada reconoce la valía del muchacho:

“Pancho me tiene enamorado. Hombre alguno, por muy entrado en
años, habría salido con tanta discreción (…). Hay genio en el niño. No
gana amigos solo con el alma andante de su padre que ahora es, sino
por sí por su reserva decorosa, por su simpatía con los humildes, por el
ajuste de su edad casi increíble, del pensamiento sólido a las palabras,
preciosas y cargadas de sentido, con que lo expresa. Y a mí me llena el
corazón, porque es como si me hubieran devuelto al hijo que he
perdido”.

Panchito morirá pronto en el campo de batalla junto a su padrino el
Titán de Bronce: Antonio Maceo Grajales. Era 7 de diciembre de 1896 y
tenía apenas 20 años de edad, pero ya había alcanzado el grado de
capitán del Ejército Libertador, al lado de hombres maduros y curtidos
en la batalla. Panchito sí que había crecido con los grandes.

Cronología de su vida

Panchito Gómez Toro ha pasado a representar al joven aguerrido que se creció
por su valor y no debido a los grados de su padre, el Generalísimo Máximo Gómez Báez. Aquí te dejamos su recorrido terrenal durante solo 20 años de existencia.

  • Nace la tarde del 11 de marzo de 1876 en la finca La Reforma, en
    Jatibonico. Cuarto hijo del matrimonio integrado por Máximo Gómez Báez y Bernarda Toro Pelegrín (Manana).
  • Al concluir la Guerra de los Diez Años en 1878, la familia Gómez Toro
    marcha al exilio por Jamaica , Honduras , Estados Unidos y Haití , hasta que y en 1888 se instalan en Santo Domingo, la tierra del padre.
  • En 1892 trabaja en la despensa de la casa Jiménez, adonde José Martí se
    le acerca en septiembre de ese año para que le indique el camino a la casa
    familiar de Montecristi. Es el primer encuentro entre ellos.
  • En 1894, durante la preparación de la guerra, viaja con su padre a Nueva
    York , y queda bajo la tutela de Martí, a quien acompaña por un periplo que incluye Tampa , Cayo Hueso , Costa Rica , Panamá y Jamaica.
  • En septiembre de 1896 se une a la expedición encabezada por el General
    Juan Rius Rivera y desembarca el 8 de septiembre por la caleta de María
    La Gorda, Pinar del Río. Fue designado ayudante del Lugarteniente
    General Antonio Maceo, con el grado de teniente.
  • Tiene su bautismo de fuego durante el combate de Ceja del Negro , el 4 de
    octubre de 1896. Allí dispara por primera vez contra el enemigo. Le
    siguieron El Galalón, El Rubí y El Rosario.
  • El 1 de diciembre de 1896 es ascendido a capitán. Dos días más tarde
    resulta herido en el hombro izquierdo durante la acción de Bejerano
    (también conocida como La Gobernadora).
  • En diciembre acompañó a Maceo en el cruce de la trocha de Mariel a
    Majana, por mar.
  • Muere en los campos habaneros, junto a su entrañable jefe, el 7 de
    diciembre de 1896. El mundo desconoció durante un tiempo dónde se
    hallaban los restos de los dos patriotas, hasta la exhumación de ambos en septiembre de 1899 .

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