Perla Marina
Por El Diablo Ilustrado
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor…
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
He pasado la vida buscándote — casi seguro así me marche una vez para siempre — , imaginándote entre luces y sombras infinitas que gravitan en este ahora preciso y que vienen de todos los siglos y parajes de la historia humana. De eso se trata — y es lo que trato de decirte — : no tengo otra forma de amarte que no sea en un cuerpo de versos y canciones y dibujos… ¿míos? Sí, pero no por ser El creador, sino quien escoge entre la niebla las manos que le urgen para tocarte, la boca para el susurro que te haga vibrar y, al fin, poder besarte.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Ahora mismo estoy envuelto en un torbellino de pasiones y apenas duermo; combato hasta con mi cuerpo, radiante de gozo por esa fuerza que me das. Son como arranques que brotan cada cierto tiempo de acumulaciones de ideas, como urgentes caricias que una larga ausencia precipitan.
Tú eres el ángel con quien yo sueño,
extraño idilio de los poetas,
alma sublime para las almas
que te comprenden fiel como yo.
El trovador de siempre, Sindo Garay, va conmigo, se apodera de mí, y casi te veo — no a tu imposible figura (es obvio que no puedo ver tu rostro), pero sí, con toda nitidez, siento una mirada que se posa sobre esta espléndida agonía. Das un paso tras otro, avanzando por este trillito de voces diversas, y te haces una pregunta; dos líneas más allá te la respondes… y te nace otra pregunta: ¿Adónde me lleva?
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
Al terminar el primer libro, El Diablo Ilustrado, pensé que nunca escribiría más; tenía la sensación de haberme desnudado totalmente. “Ya dije todo lo que quería decir, lo que necesitaba decir”, pensaba, y tal vez era cierto: era la verdad de aquel instante. Pero resulta — ahora lo comprendo — que la vida sigue, que el alma es insondable, que los mejores fantasmas nunca acaban de hablar… y son tantos los que esperan por nuestro hallazgo con sus cantos, que no basta un ciclo humano para agotarlos.
Pero tras la guitarra siempre habrá una voz
más vista o más perdida,
por la incomprensión de ser
uno que siente,
como en otro tiempo fue también.
Tras la guitarra — como dice Silvio — encontré nuevas pasiones que me arrastraron a escribir. Así nació el libro Confesiones…, y más tarde — aunque debían circular juntos — , el disco La voz del Diablo Ilustrado, nuevo torbellino en el que salí a buscar los rincones de la vida de quienes habían dado origen a mis canciones. De todos esos mundos, escogí lo que consideraba que podría serte útil. Tras aquella nueva entrega amorosa, la misma sensación del nunca jamás. Pero pasó el tiempo… y, otra vez
Estoy buscando melodía
para tener como llamarte.
Quién fuera ruiseñor.
Quién fuera Lennon y McCartney,
Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque
— … o el propio Silvio — Quién fuera tu trovador.
Otra tempestad se me desata por ti. Otra vez me asaltan los fantasmas: trovadores y poetas que se recrean en mis canciones, las revuelcan y me lanzan hacia tus luces.
Esto no puede ser no más que una canción
quisiera fuera una declaración de amor,
romántica, sin reparar en formas tales
que pongan freno a lo que siento ahora a raudales.
Te amo, te amo, eternamente te amo…
Yolanda, Perla Marina… o Isadora, Juana, Julia, Blanca, Judith, Giovanna, Alicia, Cecilia, Beatriz… ¿Ana? ¿Cuál será tu nombre? En todo caso, debo advertirte como Pablo Milanés, que
Si me faltaras no voy a morirme,
Si he de morir quiero que sea contigo
…pues como dice Sindo Garay, eres alma sublime que me lleva a cantar y a contar estos grandes amores (nunca el amor es pequeño).
Si en mi anterior aventura conté las vivencias de donde surgieron las canciones, esta vez las canciones son las que se han tejido sus historias, más allá de mi experiencia vital. Los personajes que aparecen en esos relatos son todos reales salvo yo, que soy más bien un invento de ellos, y las situaciones narradas entran en el campo de la ficción — aunque, al ser este escribano un personajes de ellos, lo más probable es que las hayan vivido para soplármelas aquí .
Doce historias de amor… Espero que en ellas no aparezca un Judas, aunque esta fuese mi última cena, y yo, en lugar de Jesús, no sea más que… El Diablo Ilustrado.
Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.
El guardián de la ilusión
(Quién fuera… Chico Buarque…)
Soy el guardián de la ilusión
y solo emprendo una canción
si se despeña en la guitarra
no sé brincar, ni alzar la voz,
o acaso es que no quiero ser
el arlequín de tu ignorancia.
Soy el guardián de la ilusión
un perdedor de inspiración
fuera de moda y sin coartadas
una amenaza al desamor
de esa alegría insustancial
que te enmohece y se disfraza.
Si te encandilan la razón
los mercaderes del placer
les pagarás con altos sueños,
y así, arañando por tener,
escalarás hacia su altar
y serás reina sin un reino.
Luego darás un paso atrás,
cuando te enfrentes a tu ayer,
y te dirás ante el espejo:
¿Quién me ha robado la emoción
de aquella danza del azar
donde escuchaba desde un beso
para sentir que el ganador
es quien se entrega más?
Soy el guardián de la ilusión,
soy el amante, soy la fe,
canto rodeado de fantasmas.
Soy el guardián de la ilusión,
no tengo nada que ofrecer
solo la vida que te falta.
__________________________________
Publicado originalmente el 1ro. de marzo de 2018.
