Yeyo, cómo morir y después contarlo

Varias horas después, frente al televisor de su cuartico, allá en el fondo de la casa, Rolando Rodríguez Alfonso recordó cada detalle de aquel día fatídico en que tuvo que morir. La noche de aquel domingo 13 de septiembre se conoció la noticia de lo que ya había sucedido años antes.

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7 min readSep 24, 2020

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La muerte de Yeyo. Fotograma: LCB: La otra guerra.

Por: Manuel Alejandro Hernández Barrios

Varias horas después, frente al televisor de su cuartico, allá en el fondo de la casa, Rolando Rodríguez Alfonso recordó cada detalle de aquel día fatídico en que tuvo que morir. La noche de aquel domingo 13 de septiembre se conoció la noticia de lo que ya había sucedido años antes. Aquella jornada la pasó temeroso y encerrado en su cueva. Al fin se conocería la verdad sobre el destino de Yeyo, y ya no valdría la pena esconderse, ni reprimir la carga de emociones que albergaba dentro de si.

Luego de rememorar junto a su madre, ya por tercera vez, aquel momento, decidió dar la cara. Tres horas después de finalizado el capítulo 18 de la serie televisiva LCB: La otra guerra, agarró su único boleto de salida posible en medio de la Pandemia mundial del COVID-19. Decidido, apretó el botón y enseguida le sacudieron las manos con las vibraciones de tantas notificaciones. Revisar el feed de Facebook nunca fue tan inquietante.

Johann Ramos, Cloro, fue el primero en avisarle sobre el revuelo en la publicación del guionista de la serie Eduardo Vázquez, quien utilizando el selfie de Yeyo con la muerte, escribió:

“Si a usted le dolió la muerte de Yeyo, sepa que mucho más nos dolió a nosotros escribirla. Homenaje a los combatientes anónimos del pueblo”.

Comenzó a leer los comentarios con entusiasmo, igualito que Yeyo cuando tocaba la hora del almuerzo, hasta que llegó al plato fuerte: Mongo Castillo, quien desde la primera temporada dejó de ser Feliciano, Margot, Pipo Pérez, o incluso el mismísimo Osvaldo Doimeadios, le dedicó unas sinceras líneas a su interpretación: “Excepcional el Rolo en las dos temporadas. Un actor con un talento excepcional y que puede hacer todo lo que se proponga”. Entonces, Rolando, no supo cómo agradecer todo aquel banquete de reacciones y raja´o en llanto respondió a la pregunta ¿Qué estás pensando?: “Gracias Yeyo por permitirme vivir la historia y tu historia tan hermosa!!!”.

Entre risas y llantos, la noche fue más larga de lo que imaginó. No durmió, pero amaneció con una sonrisa diferente. Aquel lunes nada le amargó el día. Su cercanía con el barrio se sintió más. La gente pasaba saludándolo con más alegría de la habitual, le gritaban jocosidades y él respondía con chistes. Yeyo estaba más vivo que muerto en Caimito. A sus 23 años, nunca había sentido tanto gozo espiritual. Era libre de su secreto sobre el destino del personaje.

Entre tantos mensajes llenos de halagos a su actuación y adoraciones a su personaje, decidió revisar una solicitud de amistad que incluía varias preguntas dejadas en el Messenger. Estas fueron sus respuestas.

¿Cómo te sentiste aquella noche en que se supo el destino fatídico de Yeyo?

La reacción del público fue linda y extraordinaria. No supe cómo responder a tantos mensajes de familiares, amigos conocidos y desconocidos, gente del medio, colegas de trabajo, músicos, actores, humoristas. Me encontraba en un desconcierto total. Viví varias horas en un limbo en el que no sabía pa´ donde coger.

Todos los que participamos en el rodaje sabíamos que el personaje iba a tener un determinado impacto en el público. En su transitar tuvo momentos lindísimos. Pero debía llegar aquel capítulo 18, y morir causaría un revuelo, pero para sorpresa de Rolando, la reacción del público fue mayor que a la que Yeyo aspiró.

¿Cómo sucedió? ¿Cómo fue posible?

Aquella fue una escena de alto nivel interpretativo que se tuvo que enfrentar con mucho trabajo y respeto. Todas las escenas fueron complejas, pero el nivel de emociones artísticas en esta exigió mucho del actor y de todos los que apoyaron aquel solemne momento. Fue un día agotador. Había más silencio de lo acostumbrado. Desde que llegamos se comenzó a crear la energía necesaria para poder desarrollar ese momento. Los actores que estaban ahí, Fernando Echavarría, Osvaldo Doimeadios, Enrique Bueno, Jorge Caballero, Angel Sojo, conspiraron para crear una experiencia extraordinaria. Al tenerlos al lado, uno, dentro de la cobardía, del nervio, se siente confiado de estar rodeado de monstruos.

Hubo que sostener una elevada emoción artística durante un largo periodo de tiempo, pero el resultado fue sublime. La grabación no fue menos: la complejidad del posicionamiento de las cámaras, lograr el exacto ruido ambiente, tener un maquillaje perfecto.

Parte del equipo de LCB: La otra guerra. Foto: Cortesía del entrevistado.

Interpretas a un joven miliciano y eres joven en un contexto diferente dentro de tu mismo país. ¿Cuál crees que ha sido el papel de los jóvenes en la Historia de Cuba? ¿Cuál es nuestro deber ahora?

Juventud es decir Historia. Los jóvenes tuvieron un papel fundamental en la Historia de Cuba, se alzaron junto a Céspedes escondiéndose en la manigua, como mismo lo hicieron los jóvenes que lideraron las Milicias Nacionales Revolucionarias. Fueron los jóvenes los que acabaron con las bandas contrarrevolucionarias del Escambray y de Matanzas. Esos mismos jóvenes estuvieron al frente del inmenso movimiento que fue la alfabetización. Salieron a cumplir misiones internacionalistas y a luchar por la independencia de otros países. ¿Qué debemos hacer ante ese ejemplo? Mantener esos principios y ese amor a la Patria, defender lo que tenemos y ser conscientes de la historia tan linda que tenemos. LCB es uno de los medios para que los jóvenes actuales conozcan lo que aquellos que nos antecedieron vivieron.

Fotograma: LCB: La otra guerra.

¿Representar a Yeyo te hizo admirar más a aquellos milicianos?

Uno siempre termina queriendo o admirando a quien interpreta. Una vez que se descubren las sensaciones de estar en medio de una guerra, exponiendo tu vida, uno se siente más cercano y comprende mejor esas vivencias. Desde la ficción se termina admirando más a aquellos personajes reales.

Tengo un abuelo que luchó en la “limpia del Escambray”, y justo como sucede en la serie, se traslada a Matanzas después. Cada vez que salíamos a filmar recordaba las ocasiones en que me contaba sus anécdotas y fue lindo reencontrarme con ellas a través de Yeyo, también lo fue recordar con qué pasión él me lo contaba. Pude experimentar, casi como una vivencia propia, aquello que de niño eran cuentos para mi.

Fotograma: LCB: La otra guerra.

¿Cómo llegó Yeyo a tu carrera? ¿Fue difícil interpretarlo?

Todavía estudiaba en la escuela nacional de actuación cuando, con 18 años, me propusieron el papel. Fue un regalo de Alberto Luberta, quien depositó su confianza en mi. Ese gesto me obligó a ser atinado en la búsqueda de lo que Luberta quería lograr con el personaje. Fue un proceso creativo divertido. Una de las mejores experiencias de mi vida.

Siempre hubo una energía positiva en mí respecto a Yeyo, aunque hay que aprender a enfrentarse a este tipo de papeles. Teníamos muchas cosas parecidas. Ambos hacemos chistes o somos un poco torpes con las cosas, por ejemplo.

Dos de los actores que compartieron la mayoría de las escenas de Yeyo, fueron Fernando (el Gallo) y Doimeadios (Mongo), quienes a la vez eran mis profesores en la escuela. Era la primera vez que me enfrentaba a la actuación de manera profesional y compartir escena con mis profesores, a los cuales siempre he tenido en un altar y quiero mucho por lo grandes que son, fue difícil. Por otra parte, cuando se va a interpretar un papel tan especial, se intenta dar lo mejor de sí. Con Yeyo tuve un entendimiento único y hermoso que durará mucho tiempo.

Fotograma: LCB: La otra guerra.

¿Qué ha significado Yeyo en tu carrera?

Tuve el honor de defender a un personaje, de interpretar su muerte y de experimentar la aceptación del público. Creo que Yeyo me preparó para nuevos proyectos, para las sorpresas que puedan aparecer en mi carrera. Muchas podrán ser las oportunidades, favorables para el artista, pero Yeyo me obliga a buscar papeles con alto grado de dificultad, para interpretarlos con el mismo respeto y humildad. Él no puede ser otra cosa que el papel con el que más me he identificado como actor. Llegó a mi vida para enrumbar mi carrera por el camino de la risa, de la diversión, de la burla hacia las torpezas propias.

Yeyo (Rolando Rodríguez) y Mongo Castillo (Osvaldo Doimeadios). Foto: Cortesía del entrevistado.

¿Qué tiene Yeyo de Rolando, y qué tiene Rolando de Yeyo?

Uno tiene del otro, y viceversa. Gracias a eso encontré una fusión casi perfecta con el personaje. El carisma, el optimismo, los chistes, las ganas de superarse y de vivir, el dar siempre el paso adelante, la constante búsqueda de hacer reír a los demás. Ambos hemos fracasado, pero cuando atinamos la gente se divierte muchísimo. Creo que a la gente le gusta mi presencia y al público le gusta la presencia de Yeyo. Se engancharon con sus ocurrencias, con su torpeza.

Fue inevitable que Yeyo fuera gordo. No estaba concebido así. Esa fue una de las entregas que le hizo Rolando a Yeyo, aunque las carencias físicas nunca fueron estorbo para que espiritualmente no tuviera el valor de sacar adelante sus principios como patriota.

Rolando Rodríguez y su padre, quien actuó como extra en LCB: La otra guerra. Foto: Cortesía del entrevistado.
Parte del equipo de LCB: La otra guerra. Foto: Cortesía del entrevistado.

📺 Vea la serie en Picta (con datos nacionales)

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