Olga Parraz, la mujer que hizo renacer un comedor olvidado

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6 min readNov 23, 2017

Luchó para reabrir “Piecitos mojados”, que estuvo cerrado por 5 años. Ahí comen 150 chicos y reciben contención social.

Olga Parraz junto a los niños del comedor

Abuela a sus 46 años. Una mujer con dos trabajos. Lleva pelo largo y rizado. Olga Parraz mide 1,65 metros y demuestra una tonada de liderazgo y pasión en todo lo que hace.

Hace diez años, un grupo de personas de escasos recursos sintieron la necesidad de apropiarse de unos terrenos abandonados.

Sin medir las consecuencias, se lanzaron a crear sus hogares, aunque fuesen precarios.

Así nació un asentamiento llamado “La Palangana”. Está ubicado en la localidad de Virrey del Pino, en el km 36, de la Ruta Nacional N° 3, en el partido de La Matanza.

El nombre del barrio proviene de que hace años, empleados de fábricas llevaban tierras de estos terrenos para fabricar ladrillos, a consecuencia de esto, quedaron huecos en la superficie.

El hermano y cuñada de Parraz se apropiaron de cuatro terrenos. Dos los vendieron. Otros dos fueron donados a la Iglesia Cristiana.
El cuñado de Parraz trabaja actualmente en Mercedes Benz. Esa empresa donó maderas para levantar una casilla. Allí actualmente esta “Piecitos mojados”.

Comenzaron con darle la leche a 50 chicos. Pero a medida que pasaba el tiempo el trabajo se volvió más complicado.

El hermano de Parraz tenía que mantener a sus 5 hijos y optaron por mudarse del lugar. Estuvo cerrado por 5 años, mientras que los vecinos en todo ese tiempo cuidaron de la pequeña casilla con la esperanza de que algún día vuelva abrir.

Adentro del comedor, los niños están merendando

En 2016, Olga ocupó el lugar de su hermano y empezó todo de cero. Por ese entonces llegaron mujeres victimas de violencia de genero, muchas de ellas acompañadas de sus hijos.

La actividad comenzó a hacerse más complicada cuando la cantidad de niños comenzó a crecer. Olga les llevaba golosinas para que puedan entretenerse pero notó que muchos de ellos estaban desnutridos.

Al mes, comenzó con la ayuda de 20 mamás a darles la copa de leche a tan solo 20 niños. Todos los días a la hora de la merienda, esperaban ansiosamente.

“Llevo una gran responsabilidad en mis hombros, muchas familias dependen de mí para poder darles de comer a sus hijos”, relata Olga con ojos llenos de lágrimas.

Para poder llegar hasta el comedor, la profesora deja su camioneta sobre el asfalto a unas 8 cuadras de allí. Desde ahí, junto a sus ayudantes, lleva los alimentos a pie. En esas cuadras muchos de los niños ayudan a llevar las cosas para poder preparar su almuerzo.

- ¿Por qué el nombre de “Piecitos mojados”?
“Un día de lluvia, yo llegaba junto con mi hermano y una olla grande de comida y me dirigía hacia el comedor y me estaban esperando todos los chicos. Observé que todos estaban descalzos y con sus piecitos mojados. Ahí dije ese era el nombre. Recuerdo que hacía mucho frío y ellos estaban violeta de tanto sufrirlo”, relata tristemente Olga.

Al poco tiempo, comenzaron a llegar más niños y surgieron los problemas, la escasez de dinero se hizo presente y comenzó una nueva lucha.

Olga tuvo que pedir ayuda en la Municipalidad de La Matanza. Esto no fue una tarea fácil, porque nadie quería escuchar los pedidos de ayuda de la mujer.

A tiempos desesperados, medidas desesperadas. No tuvo más remedio que pedir amparo a los medios de comunicación como el canal América, más precisamente “Pasión de Sábado”, un programa que se dedica a contar las historias de los barrios bajos y no pudo hacer la vista gorda ante esta situación, a través de un informe mostraron las urgencias del comedor, la más importante era la falta de alimentos.

El programa además de hacer la denuncia pública, donó vastas cantidades de comida.

“Sentí que nuestra voz fue escuchada, fue una emoción muy grande ver las cámaras y mostrar la realidad”, dijo Olga.

Pero la felicidad era efímera ya que la comida solo duraba para tres meses. Pero Olga, no bajó los brazos e hizo que esa comida rinda el doble, “la felicidad en la cara de esos niños era inmensa. No tenía comparación”

Después de tantas denuncias hechas, Olga, luego de seis largos meses, finalmente fue atendida por la Intendente del Municipio, Verónica Magario, quien puso a su disposición Desarrollo Social para ayudar en las necesidades del comedor.

Según, la funcionaria de Desarrollo Social del Partido de la Matanza, Claudia Bernazza, cree que hay un 40% de pobres.

En el año 2016 el Gobierno Nacional, acordó la Emergencia social y destinaría 30.000 millones de pesos adicionales, en la cual un 40% de las partidas serán destinadas a comedores comunitarios de todo el país hasta el año 2019.

A lo largo de su vida, Olga vio casos extremos de violencia de género e infantil, una de las madres que asistía al comedor fue apuñalada y brutalmente golpeada por su ex esposo, que actualmente está casado con la hermana gemela de la víctima.

“Muchos de los niños que vienen a comer, fueron abusados sexualmente por su padre y tíos, también sufren la violencia, en varios casos vienen golpeados y les cuesta demasiado poder expresarse”, narró la profesora.

Olga pide a gritos poder tener asistencia social para estos niños que la están pasando mal fuera del comedor.

Según UNICEF, 7 de cada 10 chicos de entre 2 y 4 años en Argentina, sufren violencia familiar, como insultos en el interior de los hogares y las violaciones sexuales.

Barrios de pie, es una de las organizaciones que asisten en el barrio de la Palangana, donando una copa de leche para 120 chicos.

La profesora, me cuenta que una vez les pregunto a sus niñitos (como así los llama) que querían comer para su próximo encuentro y todos les dijeron milanesas, a través de un vídeo que se viralizo por las redes sociales, le pedían a Dios que tocara el corazón de algún carnicero para poder obtener esta comida tan rica.
Finalmente, una semana después, el padre de una de las alumnas de Olga, les donó 100 milanesas, que pudieron disfrutar con mucho amor.

Una de las tantas necesidades que tiene este barrio, es la falta de servicios básicos, como las cloacas, el gas y el agua.

El agua que se consume viene del pozo, no hay asfaltos y cada vez que llueve todo el barrio se inunda.

Olga trata de igualmente ir esos días de lluvia y poder buscar alguna casa para alimentar a los niños del comedor.

El gas es la garrafa que algún vecino pueda comprar o para los más humildes es cortar ramas de árboles y poder hacer fuego con estos materiales y en muchos de los casos se utiliza también para cocinar.

Esta pequeña casilla, necesita de materiales de construcción, no cuentan con un baño, ni tampoco una cocina. Los materiales que donan Desarrollo Social no son los necesarios para poder construir un baño.

Esto es de suma importancia, relata Olga, los niños tienen que ir hasta un balde con agua para poder lavarse las manos. No cuentan con una habitación para que puedan asistir profesionales y ayudar a las mujeres que sufren violencia.

La profesora, cuenta, que muchos de sus niñitos no saben leer y escribir. Gran parte de los días no asisten a clases,en muchos de los casos porque los colegios están cerrados y otros porque los chicos no tienen los útiles necesarios para hacerlo.
Olga, hace lo posible para que ellos puedan aprender, “Ellos son el futuro, necesito que estén fuertes e intento poder enseñarle como se escribe su nombre”, relata.

Finalmente, su amor hacia los niños crece y para un futuro espera poder abrir otro comedor en el barrio “El Álamo”, también ubicado en la localidad de Virrey del Pino.

Para poder comunicarse con el comedor: https://www.facebook.com/groups/406139663091798/

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