Muchos carros

Javier Lainfiesta Rosales
El anti-trabajo
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3 min readOct 1, 2022

Hoy fue el día en el que conocí a la familia de mi novia. Estaba más nervioso de lo que debía. Pero, ¿Qué puedo decir? Si hubiera sido cualquier otra persona, no me hubiera importado tanto. Reparaba mucho en este asunto porque era la familia de una mujer que me ha hecho muy feliz.

Lanzarse a la piscina”, pensaba yo. “Solo los primeros minutos son incomodos, luego el cuerpo se aclimata”. Así nos pusimos en camino, mi novia y yo.

Era un viernes por la tarde y fin de mes. La ya de por si caótica ciudad de Guatemala tenia aquel día un especial desbarajuste. Choques y tráfico. El trayecto a la casa dónde nos estaba una jornada de peliculas de Halloween para inaugurar la temporada de otoño fue relativamente normal, aunque no ajeno a aquel desgobierno que presenciábamos desde la comodidad de los asientos del coche. En primera fila, dentro de una gran burbuja.

En el camino, fuimos testigos del safari de autos, algunos averiados y otros chocados. “Infortunios del camino”, pensábamos mientras observábamos. “Dios nos cubra con su sangre y nos permita llegar bien”, dijo mi novia medio broma, medio en serio. Estábamos algo nerviosos.

Llegamos a una calle concurrida de un barrio popular cerca de las vías del tren. Un carro no ve a ambos lados antes de cruzar la intersección y booooom! Un golpe secó de una moto contra la puerta del piloto. Justo frente a nosotros. No se rompe nada y nadie termina inconsciente, por suerte. Asustados y nerviosos, empezamos a avanzar.

Mi novia tan empática y tan dulce, en medio de ese shock se acerca al rider y le pregunta: “¿Está bien?, ¿quiere que llamemos a alguien?” . — “Si, estoy bien” responde tímidamente el hombre que se ve aún consternado por lo que paso.

El otro vehículo involucrado se detiene una cuadra más adelanta. Se baja un hombre de mediana edad y corre a auxiliar al motorista. Parece un buen tipo. Antes de dejar la escena, vemos al hombre colocar su mano sobre el hombro del motorista. Escuchamos que le pregunta si esta bien, quiere ayudar. Nos vamos agradeciendo que no hayas sido nosotros.

Queríamos pegarnos una escapadita con mi novia. No lo logramos. Pero, fue divertida la pequeña conspiración que hicimos para poder estar un ratito a solas. Que bonita se sienta la complicidad. Que bonito saber que estamos los dos en la misma pagina. Que hermoso eso de comunicarnos sin decirnos nada y coincidir con las mismas ganas.

Al llegar a casa, me siento bienvenido. Me siento parte de todo. Ellos son muy amables conmigo, muy gentes. Me hacen sentir bien y no tardo mucho en sentirme cómodo a su alrededor.

La maratón de empieza. Comemos muchas chuches. Es como un almuerzo que se vuelve cena y nunca parece terminar. Regresó a casa con el estomago algo revuelto, pero el corazón muy elevado. Las platicas y los paseos nocturnos son una excelente medicina. Que bonito que las personas correctas tengan esa capacidad de levantar tu espíritu.

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Aquí escribo sobre las cosas que hago. Lo que no tiene nada que ver con trabajar. Trato de hacer cosas que me incomodan o me dan miedo.

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Written by Javier Lainfiesta Rosales

Marketing Digital, Comunicación digital y periodismo. MBA-Content Strategists. Full stack marketer.