No hay melodía que se salve
El coronavirus está dejando sin aire a la música colombiana. Las pérdidas financieras y laborales, la sensación de abandono y el afán por sortear las condiciones desfavorables configuran el incierto panorama de una industria que se tambalea por la llegada de la pandemia.
Hasta hace dos meses, Pablo Chilito se encargaba de llevar a cabo la contratación de muchos de los artistas nacionales que participarían en la versión 2020 del Festival Estéreo Picnic (FEP), pero hoy se encuentra sin trabajo. El caso de Pablo refleja solo una parte de la inquietante realidad a la que se enfrenta la industria musical colombiana por estos días. La llegada del coronavirus ha dejado artistas varados, millones de pesos en pérdidas y una cantidad cada vez mayor de desempleados. Esta es la historia de quienes permanecen atrapados entre el silencio de las calles vacías y los escenarios cerrados, intentando no desfallecer ante una crisis agravada por la indiferencia de un gobierno de decretos cambiantes y poco efectivos.
El 6 de marzo, cuando el coronavirus ya dejaba en el mundo un saldo de 100 330 infectados y de 3 408 víctimas mortales, se confirmó el primer caso positivo en el país. Las medidas de contención y de prevención no se hicieron esperar. El viernes 20 de marzo, el presidente de la República Iván Duque ordenó el aislamiento preventivo obligatorio en todo el territorio nacional para frenar la expansión del virus y evitar una eventual crisis de salubridad. Esto provocó el cierre de bares, la cancelación de conciertos y la reprogramación de cientos de eventos ya fechados. Hoy, a más de dos meses de tomada la decisión, las consecuencias del cese de actividades son evidentes.
Olga Domínguez, cantante y tecladista de un reconocido grupo de la ciudad de Cali y de una orquesta internacional de amplia trayectoria, señala las dimensiones reales del problema. Con respecto al primero, que se especializa en eventos empresariales y matrimonios, comenta que: “En cada evento el grupo se cotiza entre 8 y 18 millones de pesos dependiendo del tamaño de la orquesta. Hasta diciembre teníamos 3 fechas programadas por mes”. Las pérdidas son grandes y crecen aún más si se tiene en cuenta que alrededor de 60 personas están involucradas en la realización de estos eventos. En el caso de la orquesta de talla internacional, para la que cada concierto se cotiza entre los 100 y 150 mil dólares; los que se tenían programados para el mes de mayo fueron cancelados. “Los músicos de esa orquesta están todo el año de gira… y en este momento no pueden hacer nada”.
Los golpes del virus en la escena local se sienten distinto, pues más allá de las pérdidas económicas, la crisis ha puesto en evidencia problemas que carga la industria desde hace varios años. Juan Antonio Carulla, creador de El Enemigo, un canal de youtube con una fuerte influencia en la difusión y el descubrimiento de nuevos artistas colombianos cuenta que las bandas independientes no viven de la música. “Ha sido algo muy irónico… las bandas deberían estar pensando en este momento: con o sin coronavirus no tenemos plata”. Sin embargo, el impacto financiero es notorio para quienes están detrás de los eventos. Un ejemplo claro de ello son los bares que hacen de escenario y sus empleados; los ensayaderos, que dependen de la presencia de los músicos; y los encargados de la logística y el sonido.
Para los artistas, el día a día se ha convertido en una constante búsqueda de alternativas. Durante el aislamiento, muchos de ellos han encontrado en las transmisiones en vivo una forma viable de seguir llegando al público. Pablo Chilito considera que esto representa una oportunidad para fortalecer el lazo artista-audiencia, que muchas veces se pasa por alto en los eventos presenciales, pues no solo hace que sea posible el show, sino también el diálogo con el público.
La sensación de desamparo que deja el gobierno en el gremio de la música ha aumentado con la actual crisis. Álvaro Granobles, músico de larga trayectoria y exintegrante del Grupo Niche, da cuenta de este sentimiento: “Yo esperaría que el Estado gobierne para todos, no para unos pocos. A todos deberían darnos las mismas posibilidades”. Granobles tiene su banda registrada como empresa ante la cámara de comercio y, como tributante, espera que el gobierno le dé garantías que le permitan seguir viviendo de su profesión.
“Ha sido algo muy irónico… las bandas deberían estar pensando en este momento: con o sin coronavirus no tenemos plata”
Muchos artistas no han tenido otra opción que abandonar sus carreras para dedicarse a algo más que les dé el sustento. Circunstancias como esta han convocado a los artistas en torno a iniciativas solidarias. Una de ellas es la conformación de una mesa de trabajo con la consigna #SinArteNo, que tiene como fin visibilizar las problemáticas que enfrentan las industrias culturales en Colombia: “Este es el momento de entender que el arte y la cultura son elementos inherentes a la sociedad”. Otra iniciativa es la liderada por artistas como Andrés Gómez, Yuri Buenaventura y Guayacán, que están donando mercados a las personas más afectadas en el gremio.
Mientras el brote del coronavirus continúe con su ritmo avasallador, también lo hará la incertidumbre. En un país como Colombia, en el que la falta de oportunidades y garantías son pan de cada día; una crisis como esta deja ver un horizonte poco alentador. A pesar de todo, no solo hay oscuridad. Si bien la coyuntura económica y social propiciada por la expansión del virus ha dejado en evidencia las grietas de una industria que no ha sido suficientemente atendida, esta puede ser una oportunidad para su fortalecimiento. Para esto, la industria de la música colombiana debe levantarse de las cenizas y resurgir como fénix… Ojalá más temprano que tarde reciba el apoyo que necesita.
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