Vestida de mar

Poemas sobre la nostalgia y el amor de una abuela, ilustrados por su autora.

Licorne
Suelo en Movimiento
3 min readNov 8, 2020

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Ilustración original por Camila Duque @Licorne_18 (Instagram)

Ojos de la abuela

Intenté tomarle fotografías a tus ojos,
buscando conservar la profundidad que te caracteriza,
la calma que emiten y la locura que los mueve.

Ojos que albergan todas las posibilidades,
donde la corriente, el incendio y la brisa conviven sin esfuerzo.
Inalcanzables.
Sin palabras, pinturas o cámaras
que logren describirlos, mantenerlos, replicarlos.

Ojos que me cuestionan, me conmueven, me encaprichan.
Ojos contraproducentes,
que me llenan de nostalgia…

Al no poder
guardarlos
para siempre
en mi memoria.

Día dos en el espacio

Viajes inesperados,
huida de lo uniforme,
una despedida sin nostalgia,
un revolcón en el estómago.

Volver a nacer en la adultez,
estrellas que archivan recuerdos,
identidades que ya no cobran sentido.

Oportunidad de reconstruir,
desaprender,
aprender.

Cirugía de creencias.

Un borrón,
la nada y sus posibilidades.

Día tres en la playa

Marea alta,
luces que titilan en lo oscuro,
el olor a niebla fresca.

Veo tu sonrisa en las olas,
se acercan,
me abrazan,
dudosas van y vienen.

La luna se encuentra con el cielo,
el agua se mueve cada vez más rápido.
Las sirenas me advierten de tus viajes,
de tu divagar nocturno,
de tu indecisión momentánea.

Salto.
Nos convertimos en un mismo mar.

Alas

¿Y si algún día consigo alas?
Si la vida me deja ser amiga de los pájaros
vivir en las ramas más altas del samán
posarme en la montaña con el pico más elevado
subirme en una estrella fugaz
dormirme en el cuento de los deseos de todos
sentir el gradiente del cielo mientras voy de lado a lado
guardar en un frasquito lunas para la abuela
y calcular a cuántos centímetros estoy de la tierra, en el aire.

¿Y si las alas no son tan distintas a mis pies?
Que son nómadas,
sin clavo a tierra,
y viven en las nubes.

Sentimentales

Llenos de líneas donde nacen flores
lo que crece en ellos termina en un nudo tropical
de hojas enraizadas en el pelo
y ramas que conducen a las nubes.

Viajan por el caos y desbordan auroras.
Los mares envidian su oleaje
y los días pacíficos les son supersticiosos.
Su fe se basa en tornados
y en tazas de café con azúcar de galaxias.

Manos de la abuela

Bajé tanto que ya no supe cómo vivir en la tierra.
Aprendí a nadar y a dormir en las caracolas marinas,
a saber que el sol existe cuando el azul del agua se vuelve más claro
y que la noche viene cuando mis ojos solo ven negro.

Me construí un mar
a base de pensarte
y nado en él todo el tiempo.
Algunas veces con prisa,
otras solo observando los movimientos del agua,
preguntándome si vienen de tus manos.

Oigo a los niños reír mientras nadan en mí
y me acuerdo de lo que fui.
La abuela ya no me ruega para que salga
O bromea con que me convertiré en pez.

Ya el mar es mío…

Ya soy yo quien decide,

Soy yo quien se queda.

Escribe e ilustra Licorne_18: Artista y diseñadora apasionada por ilustrar y escribir relatos con temáticas surrealistas. Le gusta plasmar la naturaleza, el ser y las realidades alternas.

Suelo en Movimiento está en Instagram: @sueloenmovimiento y en Twitter: @suelomovimiento

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