¿Se Suicidó Paul Walker?

Nadie ha dicho eso

Noel Delgado Mujica
Suicidio en Gotas

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Noel Delgado Mujica

A estas alturas, la noticia de la muerte de Paul Walker en un “accidente automovilístico”, debe haber dado la vuelta al mundo varias veces en todo tipo de medios de comunicación, a través de las redes sociales y de boca en boca. Usted, casi con seguridad debe saberlo o, al menos, haber escuchado algo al respecto.

El apuesto actor estadounidense, estrella de la saga cinematográfica “Fast and Furious” perdió la vida, el sábado 30/11/13 en la tarde, en una aparatosa colisión del lujoso Porsche en que se desplazaba a muy alta velocidad por una amplia calle de un vecindario californiano, junto a un joven empresario de origen centroamericano que también murió en el lugar. Se estrellaron contra un poste público en el que, irónicamente, estaba colocado un aviso invitando a conducir a una velocidad máxima de setenta y cinco km/h. Walker tenía cuarenta años de edad.

De Walker se ha dicho que era un tipo simpático, extrovertido, alegre, comunicativo y franco. Era padre de una joven quinceañera y, al parecer, tenía un promisorio futuro como actor de películas de acción en las que, hasta el momento, había hecho de policía encubierto y corredor callejero de coches de gran cilindrada. Él mismo había dicho en una entrevista que “más que actor, era un adicto a la adrenalina”. No he leído, hasta ahora, que Walker fuera agresivo, que sufriera de depresión o que mostrara algún rasgo de personalidad psicopática. En otras palabras, Walker era un tipo “normal”, “bastante normal”. Las comillas son absolutamente necesarias para describir la personalidad de cualquier ser humano.

Y es aquí donde viene a cuento ese tipo de personalidad que en psicología es denominada “personalidad suicida”, que no es otra que la mostrada por individuos –hombres o mujeres, jóvenes o adultos—que, aunque no anden manifestando abiertamente sus inclinaciones suicidas, se sienten fuertemente atraídos por la idea de quitarse la vida y, eventualmente, realizan actos que pueden conducirlos a ello.

Repasemos brevemente la confesión del propio Walker en una entrevista periodística al decir: “Yo, más que un actor, soy un adicto a la adrenalina.” Walker no dijo que le gustaba sentir la adrenalina una que otra vez, sino que utilizó la palabra “adicto”, y colocó esa “adicción” por encima de su propia carrera de actor.

Cuando la persona se acostumbra a sentir con frecuencia descargas fuertes de adrenalina puede llegar a padecer síntomas similares a los producidos por cualquier otra adicción: desánimo, astenia, miedos, nerviosismo y necesidad imperiosa de tomar estimulantes como alcohol, café, juegos de azar e incluso drogas como la cocaína. En los casos extremos el organismo reacciona muy débilmente a la adrenalina, o deja de reaccionar a ella, a menos que los estímulos sean cada vez más fuertes. La búsqueda de descargas o liberación de adrenalina puede obedecer a que después, el organismo libera endorfinas, que son sustancias que producen una relajante y agradable sensación de bienestar.

Si no era por la necesidad de adrenalina, que es sólo una circunstancia organísmica puntual, entonces cabe la pregunta ¿tenía Paul Walker una personalidad suicida?

La personalidad suicida puede manifestarse como una compleja tendencia autodestructiva de la conducta individual. Así que una serie de comportamientos de un individuo, sistemáticos, persistentes e inexplicables, pueden dar basamento para pensar que posee una personalidad suicida. Entre esos comportamientos usualmente se cuentan actividades como jugar a la ruleta rusa, saltar en benji, consumos excesivo de drogas, juegos que implican el peligro de morir y, claro está y conducir (o ser pasajero de) automóviles a muy altas velocidades, entre otros.

¿Cuántas veces se habría jugado Paul Walker la vida conduciendo un automóvil a exceso de velocidad o andando de acompañante de alguien que lo hiciera? ¿Podía Walker influir o aconsejar al conductor del vehículo para que disminuyera la velocidad o podemos imaginar que hacía todo lo contrario? ¿Disfrutaba Walker esos juegos extremos en los que la vida, sin duda alguna, se coloca al borde de la muerte? ¿Estaban Walker y su acompañante, como ha dicho la policía y la prensa, participando en alguna competencia o apuesta prohibida que implicaba poner en juego sus vidas? ¿O eran ellos un par de individuos que, por un lado participaban en obras filantrópicas pero por otro, eran capaces de transgredir cierto tipo de leyes aun a riesgo de sus propias vidas?

Yo no estoy afirmando nada. Por eso inicié con una pregunta y he finalizado con muchas.

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