Ética, Inteligencia Artificial y el Papa Francisco

“Las nuevas tecnologías son un regalo de Dios” dice Francisco

En su discurso para cerrar la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, el pasado 28 de febrero, el Papa hizo varios señalamientos que ilustran la visión del máximo jerarca en la Tierra de la iglesia católica sobre el tema tecnológico.

El texto lo denominó “algor-ética” que se puede interpretar como “ética de los algoritmos”. Alternativamente, jugando con las traducciones automáticas y el latín aparece que podría ser algo similar a “ética fría”. Curioso al menos.

La mencionada Asamblea se enfocó en estudiar la “algor-ética”, una ética que serviría para “asegurar una verificación competente y compartida de los procesos mediante los cuales se integran las relaciones entre los seres humanos y las máquinas en nuestra era”.

La expectativa va más allá. Se quiere enriquecer el avance tecnológico con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Es decir, armonizar los productos basados en IA con nociones tales como: dignidad de la persona, justicia, subsidiariedad y solidaridad. Estos serían sus cánones fundamentales para definir las características éticas de los sistemas construidos dentro de los nuevos paradigmas digitales. De esta manera los nuevos servicios serían accesibles a la población, “sin discriminaciones ni exclusiones”.

La propuesta de la iglesia católica se inscribe en el conjunto de consideraciones surgidas desde grupos organizados de profesionales, ONGs e instituciones académicas para establecer patrones que regulen un uso de la IA que dé prioridad a los derechos de las personas por encima de cualquier otro tipo de interés ajeno bien sea político, económico, racial o religioso.

La cada vez mas intrincada interrelación de sistemas biológicos con sistemas digitales agudiza la necesidad de articular con cuidado las implicaciones que estas aplicaciones pueden tener.

Francisco expresó que este tipo de desarrollo induce “a cambios profundos en la forma de interpretar y gestionar los seres vivos y las características de la vida humana, que es nuestro compromiso proteger y promover”.

Se manifiesta una valoración positiva, en principio, de estas tecnologías cuando exalta su gran potencial y afirma que “son un regalo de Dios”, ha recalcado. “Un recurso que puede dar buenos frutos”.

Photo by Marc-Olivier Jodoin on Unsplash

Sin embargo, el Papa habla abiertamente de como intereses privados abusan de los datos que, sin autorización explícita, toman de los usuarios y, con sus algoritmos para predecir comportamientos, logran convertir a la población en meros consumidores, esclavizándola en función del beneficio de unos pocos.

Esta tendencia, de seguir, continuará profundizando las brechas y las desigualdades en un mundo globalizado y donde la población más vulnerable a estos manejos se incrementa aceleradamente. No habla de “capitalismo de vigilancia” pero lo describe con mucha precisión.

La “algor-ética” está llamada, según Francisco, a servir de puente entre la convergencia de áreas de conocimiento que alimenta los desarrollos de la IA y los aportes de las humanidades. Es una manera de establecer el requerido diálogo transdisciplinario que ayude a hacer viable que estos logros trasciendan lo estrictamente científico tecnológico y se enriquezca con una visión de las sociedades donde tenga cabida la vida espiritual.

Para quienes necesitan que se les diga explícitamente agrega:

“…no basta sencillamente con confiar a la sensibilidad moral de quienes investigan y diseñan dispositivos y algoritmos, sino que es necesario crear organismos sociales intermedios que aseguren la representación de la sensibilidad ética de los usuarios y los educadores”.

Esto es: pide regulación.

Finalmente, llama la atención que para Francisco una tecnología como la IA, asociada a lo cerebral y al cálculo despojado de sentimientos esté “en el corazón mismo del cambio de época que estamos atravesando”. Licencia poética dirán algunos.

--

--