El mundo después de la COVID-19. Parte I

Ejercicio para las semanas con días planos

Bosquejo de Erich Kettelhut, para Metrópolis de Fritz Lang, 1925.

Si usted tiene la fortuna de estar al margen de la dramática situación que viven cientos de miles de personas en el mundo por estar afectados por el coronavirus es probable que esté en confinamiento social, voluntariamente o por obligación. En todo caso debería estarlo por responsabilidad y solidaridad con el prójimo.

El aislamiento social produce días planos, da igual cuál es el día de la semana. Los días se cuentan. Ponerles nombre es irrelevante ante la cotidianidad de la persona aislada.

Mientras tanto puede uno darle rienda suelta a la imaginación y comenzar a pensar cómo viviremos después de haber experimentado semejante disrupción. Un trauma así debería dejar buenos aprendizajes, se imagina uno. Desde el fondo del alma salen a flote las utopías de cada quién, cada uno desde los esquemas de vida que escogió como paradigmáticos. Desde los mas ecológicos hasta los mas entusiastas de la tecnología (los ”cheerleaders” leí hace poco ese término y me sonó aceptable), pasando por negacionistas y conspiranoicos.

Es muy probable que falten meses para salir de esto. De manera que, entendiendo que es un proceso inédito en tiempos recientes y que su dinámica es voraz y resulta imposible predecir cuándo culminará, elucubremos sobre el mundo post-COVID-19 visto lo conocido hasta el momento. Todo puede cambiar varias veces en este impreciso camino que se transita.

En El Confidencial del 24 de marzo 2020 Daniel Iriarte entra al trapo en el tema y desliza algunas pistas a considerar.

En un rápido vistazo las repasamos y comentamos. La primera es la desglobalización. Los estados reconocidos como sólidos y poderosos dejan ver sus vulnerabilidades estratégicas. Dependen bienes de bajo valor agregado producidos a menor costo por otros. Mascarillas, guantes o respiradores, por ejemplo, evidenciaron una fragilidad importante del modelo actual. Y China tiene la sartén por el mango en ese aspecto.

Trump gana todo o pierde todo. Luego de desdeñar la amenaza y hasta ridiculizar a quienes alertaban ahora apura medidas mientras la cifra de contagiados en EEUU aumenta aceleradamente y tiende a seguir en ascenso. Si las medidas que va tomando tienen éxito los votantes también olvidarán su fanfarronería esta vez. De lo contrario Biden, inesperadamente, aterrizará en la Casa Blanca. Una paliza de un lado o del otro.

Imagen: Carmen Vivas. El Independiente (España)

China resurge de haber sufrido la debacle inicial. Luego de que se les acusara globalmente de ser causantes deliberados de la liberación del COVID-19 y que el mundo observó como afrontaron la terrible irrupción del coronavirus en la provincia de Hubei, ahora están en franca campaña para posicionarse como los más competentes para combatir una pandemia y están ofreciendo ayuda a otros países que recién toman medidas. Todo después que los indicadores señalan que la situación en el gigante asiático está bajo control y remitiendo en contagiados y fallecimientos. En esta lavada de cara (las manos se las lavaron antes con afán) buscan que los demás países sean más benévolos con ellos al momento de juzgar su férreo control ciudadano empleando medios digitales (capitalismo de vigilancia a su máxima expresión), la situación en Hong Kong o la persecución a la minoría uigur en la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, entre otros temas calientes que están sobre el tapete chino.

Europa se consume en su escepticismo, se muestra lerda e inoperante como comunidad integrada. Es notable el hecho que ningún miembro de la UE haya auxiliado a Italia, país que entró temprano en problemas serios de contagios y muertes. Está activo el debate sobre el tipo de apoyo que se le va a prestar a los países más golpeados por la pandemia y sobre los montos y modalidades para distribuir las ayudas financieras para aliviar la crisis económica que afecta a todos.

Varios gobiernos van a caer. En el artículo que seguimos, Daniel Iriarte, retoma la idea de que el coronavirus es un test de gobernanza para todos los gobiernos. En el plano político no habrá manera de salir sin magulladuras, por decir lo menos, al gestionar esta crisis. Habrá desgaste, costo político, y quien tenga bases débiles saldrá en peores condiciones para sostenerse en el poder. En este aspecto el tiempo dirá si los que actuaron prontamente saldrán mejor parados que quienes han demorado la implantación de estrategias a este fin. Han aparecido estrategias notables por el amplio alcance en medidas sociales y económicas junto a las sanitarias. Tal es el caso de El Salvador, que ha despertado simpatías por su empatía hacia la población más vulnerable y la solidaridad que requerirá de todos los sectores del país. Por otras latitudes, confinar a 1.300 personas en India es una decisión cuya magnitud demanda entrar en dimensiones muy fuera de los estándares occidentales.

Están en “lista de espera” o bajo observación, a la fecha, los gobiernos de EEUU (como se mencionó antes), Reino Unido, España, México, Venezuela, Brasil y Cuba. Este último a pesar del propagandístico gesto de enviar médicos y personal sanitario a dar solidario apoyo en otros países. El caso ruso merece consideración aparte. Un vasto territorio sobre el que existe poca información verificable. El frío invierno y la complejidad de mantener a raya la corrupción hacen previsible que el gobierno de Putin tenga algunos inconvenientes para sortear la crisis y pueden ser serios.

El sistema de ayuda internacional tendrá que redefinirse. La población del planeta afectada por la pandemia se medirá en cientos de miles de muertos y millones de contagiados. Los sistemas de salud de países grandes y chicos se están desbordando. La capacidad instalada está muy por debajo de la requerida para atender la velocidad de contagio del COVID-19. En el esquema de ayudas conocido hasta el momento, las sociedades mas poderosas y prósperas proveían asistencia a las mas vulnerables. En este caso todas las sociedades, independiente de factores como su capacidad productiva, su fortaleza institucional, el nivel medio de educación de sus habitantes o de sus reservas financieras, están siendo duramente golpeados y deben comenzar por prestar atención a la situación interna antes de asignar fondos a solidaridad o cooperación internacional.

Vendrán otros coronavirus. La inversión en ciencia y tecnología para la atención temprana y detección del virus, así como para producir los equipos y medicamentos requeridos para el tratamiento de enfermedades como esta demandan serias reformas en el sistema internacional que mueve la I+D+i en el planeta. El conocimiento abierto, la liberación de patentes, la cooperación más cerrada entre centros de investigación y la industria que apoya al sector salud son algunos de los factores que han de intervenirse para mejorar la capacidad de respuesta de la humanidad ante eventos similares en el futuro. Que los habrá.

No es menos importante el reforzamiento de los sistemas de salud pública, el mejoramiento de las condiciones de trabajo del personal que trabaja en los centros de atención a pacientes. Llama la atención la emotividad con la que se agradece a todo los trabajadores “sanitarios” la vital y titánica labor que están realizando para controlar la situación. Aplausos y vítores bien merecidos para ellos. Lo deseable es que tanta admiración se traduzca en un sostenido reconocimiento social, la materialización de los recursos que les son indispensables en esta tarea, incluyendo la justa remuneración por su desempeño. Se ha hecho evidente que son indispensables.

Todo lo anterior opera simultáneamente y la realidad resultante debería ser significativamente distinta a la que nos condujo hasta acá.

Sin embargo, el optimismo también está en cuarentena. Por lo visto y conocido, parece que la humanidad evita los saltos cuánticos, tiende a regresar a un centro de gravedad que se ubica dentro de una zona de confort que ya conoce. Se hará la vista gorda y preferirá creer que, en términos boxísticos, ha recibido un buen golpe y ha puesto una rodilla en la lona pero el momento actual es parte del conteo de protección que le permitirá continuar con sus actividades como lo venía haciendo hasta ahora. Sin asumir mayores aprendizajes.

Uno quisiera estar equivocado volver a ser el optimista de siempre pero…

En una siguiente entrega abordaremos lo que se ha visto en torno a la educación y el teletrabajo.

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