Montevideo y la pandemia. Parte 6

Incertidumbre. Hay palabras que adquieren mala fama. La inquietud…

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Incertidumbre. Hay palabras que adquieren mala fama. La inquietud por falta de seguridad, sin embargo, puede ser una buena compañera de viaje. No recuerdo si en España se usa el refrán “a seguro se lo llevaron preso”, en todo caso, la sabiduría popular hace mucho que critica la estabilidad, sin embargo nuestra sociedad sigue aferrada a ella. Trabajos para toda la vida, parejas para toda la vida, casas para toda la vida. Hasta que llegó esta pandemia, que ni siquiera necesitó de una tasa de mortalidad demasiado alta para ponernos en jaque. No apareció ni un solo gurú mediático, pensador, filósofo, político, economista, médico, ni cocinero, que se haya animado a decir qué pasará, cómo será el mundo después, y mucho menos han dicho, cuándo.

Una escena que siempre recuerdo de la película “Contagio” (Soderbergh, 2011) desde que la vi en su estreno, era cuando el médico le dice a Matt Damon “Su esposa ha muerto” y él le contesta “Ok, ¿puedo hablar con ella?”… nos cuesta asumir, cuando no nos conviene no escuchamos, entendemos lo que queremos aún con la verdad golpeándonos el pecho.

El bombardeo monotemático hace que parezca una vida que todo empezó. Había gente buscando como divertirse en casa (cuando llevaban encerrados siete días), se salió a aplaudir a los trabajadores de la salud, (en esos primeros siete días cuando había cinco casos en cuidados intensivos). No digo que no se lo merezcan, de hecho yo trabajo en la salud, pero todavía no había empezado y ya nos creíamos, en eso sí, Italia. Al octavo día, ya teníamos a una soprano siendo grabada por su esposo para subirlo a Facebook. Como escribió Saramago en “Las intermitencias de la muerte”: “Al otro día, no murió nadie”.

Más de veinte días después, ya no hay reportes diarios, y en su última comparecencia el presidente dejó tres mensajes claros. No llegamos a quinientos contagiados, y hay 15 personas en cuidados intensivos (en España se dice UCI, en Uruguay CTI). Tenemos 300 camas disponibles, por lo que, si no se les da por querer morirse de otra cosa, necesitaríamos 9 mil contagios para saturar los hospitales. Parece que estamos lejos, aún pensando que estamos “sub-registrando” y quizás estemos en los dos mil contagiados. Con ese cálculo como argumento, lejos de ir hacia una cuarentena más estricta, anunció el comienzo de algunas escuelas rurales (alejadas y sin casos en sus pueblos), el reinició de la construcción, aunque el sindicato todavía está en contra, y la sensación en el mensaje que el foco estaba puesto en el fin del aislamiento, al punto tal que ni siquiera exhortó a quedarse en casa con énfasis, como otras veces.

El segundo mensaje claro fue ante la pregunta de un periodista sobre si tenía previsto algún impuesto a los grandes capitales. “por supuesto que no, ellos serán los que nos ayudarán a salir de esto en el futuro”. Pocas respuestas resumen tan bien el pensamiento neoliberal. Los ricos derramando empleos precarios. Al fin y al cabo por eso lo votaron. Es más coherente él que sus votantes. Pero el que me chocó fue el tercer mensaje. Nunca habló mucho de su programa durante la campaña (los 15 años de “progresismo”, la TV y un candidato del aparato estaban haciendo más que sus asesores de imagen), pero antes de asumir sacó de la manga una “Ley de urgente consideración”, un paquete de medidas que iban desde temas de seguridad hasta las condiciones para hacer un chorizo casero, no es broma, entre los 500 artículos se afecta a la autonomía universitaria con la misma soltura con que se le permite a la policía meterse en tu casa si sospecha que vendes droga. No quiero entrar en la parte de política doméstica, no es el punto, no importa si estás de acuerdo o no con la ley de urgente consideración. Lo que si importa es que esa ley, escrita antes de que la pandemia llegara a nosotros, y dejada de lado en “estos días tan complicados”, haya sido vuelta al ruedo político, días después de que la oposición se reunió con ellos, ante el aplauso de todos, porque “era necesario ir todos a una para vencer al virus”.

Como esas leyes no fueron escritas por Nostradamus, es previsible que no contemplen en absoluto el nuevo panorama, sin embargo acá están, otra vez sobre los escritorios del Palacio Legislativo.

El mensaje es claro. Cuando te dicen primero la salud y luego la economía, es mentira. Siempre lo primero es la economía. Si toman en cuenta la salud es porque los muertos, y más todavía los enfermos, salen caros.

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