Montevideo y la pandemia. Parte 1

Dicen que el piloto del “Enola Gay” cuando soltó la bomba atómica dijo: “Han muerto miles”

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Dicen que el piloto del “Enola Gay” cuando soltó la bomba atómica dijo: “Han muerto miles”. La bomba aún no había estallado, pero el destino era inevitable. A los minutos su afirmación fue verdad.

Nadie sabe cuando marcar el día en que todo empezó. Dicen que una señora rica de Carrasco que tiene una marca de ropa cara vino de Italia y fue a un casamiento de 500 personas y que fue entonces cuando saltaron los primeros casos. Otras epidemias se habían asociado a la pobreza, a la vida díscola y promiscua, a la suciedad, aquí entró por los ricos.

Hubiera llegado igual. Hubo otros casos, lejos, que también llegaron.

El nuevo gobierno (¿liberal?) había asumido hace 20 días, luego de 15 años de otro gobierno (¿progresista?).

Dijeron que al tener al paciente 0 controlado, era fácil hacer el seguimiento. Una semana después se supo que al paciente 0 la visitaba su familia y luego se paseaban por la ciudad.

También se dio el primer acierto: se suspendieron las clases. Y empezamos una militancia que era burlada por muchos, lograr que la gente se quede en su casa. No importaba el ejemplo de Italia, ni lo que se insinuaba (a principios de marzo) en España, la gente no creía en eso. Se veían las ferias llenas, las playas con gente. El verano no se iba. Seguía el calor.

Entonces el gobierno, que hace informes diarios, cuidadosos y bien comunicados, lanza dos mensajes que conspiran con el distanciamiento social. Habían anunciado un aumento de tarifas que mantenían (“No podemos para los motores de la economía”, dijo la Ministra), y “es bueno salir a tomar aire y sol”, afirmó en rueda de prensa el Ministro de Salud (leyeron bien, el Ministros de Salud).

Entonces cierran los cines, los teatros y los conciertos. Para los artistas la economía se detiene.

El presidente argumenta “¿quién le va a decir al uruguayo que sale a buscar “la diaria”, que no lo haga?”

En dos semanas, y con un importante sub registro, se declaran más de 300 casos y una persona fallecida. Argentina en cuarentena general obligatoria, y Brasil… bueno, Brasil con Bolsonaro.

Algunas personas piensan que si el gobierno no declara la Cuarentena general obligatoria jamás se lograría el distanciamiento social. Otros piensan que una campaña exhortando a quedarse en casa será suficiente. Empezó un “si podés, quedate en casa”, luego un “por favor, quedate en casa”, y casi llegamos a un “quedate en casa pelotudo”…

El argumento del gobierno es la dificultad a la hora de reprimir. Los toques de queda, y las “medidas prontas de seguridad”, están asociados a las dictaduras del país. Entonces los límites comienzan a desdibujarse. Proponen recortar los sueldos altos de los empleos públicos y la ministra argumenta “Los privados ya están haciendo esfuerzo… enviando gente al paro”.

Porque mientras tanto, la gente se va en masa al paro. Ya no hay izquierda o derecha. No debería haber gobierno u oposición. Pero todavía no lo saben. La masa de votantes sigue opinando como si las elecciones fueran mañana. Los trabajadores independientes se hunden. Los precarios, que salían a buscar “la diaria”, ya no la encuentran. Se postergarán las elecciones municipales.

Se cierran las fronteras. Se preparan los hospitales.

Los días pasan. Afuera hay una tensión similar al silbido de una bomba antes de caer.

(continuará)

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