Pescador de Perlas — Desde Triana I
Un caraqueño en Sevilla, ciudad de acogida
Soy nacido y criado en Caracas, en la parroquia Candelaria. ¿Cuántas parroquias Candelaria hay en América?. Allí aprendí casi todo lo que soy. Me jacto de conocer bastante bien, por encima del promedio, a mi ciudad natal. De este a oeste (está en un valle). La gente se sorprende por la manera como consigo rutas alternativas para escapar de los embotellamientos que eran frecuentes. De otros lugares he bebido grandes lecciones para complementar lo que soy. Entre otros rasgos de esa trayectoria me queda el de ser agnóstico.
En los lugares que he conocido pausadamente he procurado reconocerme en el pulso de sus pobladores, en las vibraciones de su gente, en la meta-estructura que dicta su dinámica, en lo que los emociona y los define.
Por conjunción de varios astros del espectro sideral vivo en Sevilla hace aproximadamente 2 años y medio, luego de haberla visitado varias veces. Por insistencia de mi Estrella Mayor el barrio que adoptamos y que nos adoptó es Triana. Un universo de identidad, de sentido de pertenencia a lo local. Los trianeros cuando salen y cruzan el puente sobre el Guadalquiví dicen que van a Sevilla.
Estos días de confinamiento se solapan con la Semana Santa. Y la Semana Santa en Triana es el punto álgido de la fe y el fervor con que viven sus pasos, la devoción que pone los pelos de punta a propios y extraños. Por eso este video que canta la gran ausencia que se siente en el barrio por cada uno de sus pasos es tan conmovedor. Cada uno de ellos tiene su sentido, su espacio en los días de la Semana Mayor, su momento para sacudir las calles, sus saetas para honrarlos, su tiempo de ir a la Catedral y volver a casa donde les recibe con alegría y pasión. Los trianeros se preparan todo el año para acompañar a La Estrella, San Gonzalo, La Esperanza de Triana (ni se les ocurra pensar que la hermosa Macarena es más bella que la que vive en Pureza), El Cachorro en su instante de Expiración y La O. Estos tres últimos iluminan las madrugá al iniciar su camino a la carrera oficial. ¡Y esa luna llena…!
Extrañaremos ese calor que enciende los corazones. El año próximo volverán y tendrán a los fieles y sus admiradores allí. Es una cita a la que alguna vez en la vida se debería acudir para enriquecer el espíritu. Volverán las petalá.
