¿Dónde estás?

TAKE ME BACK
TAKE ME BACK
Published in
4 min readJun 21, 2018

La primera pregunta de Dios. Por David Selva

Giants, Kikito and the border patrol, Tecate, Mexico-USA, 2017 by @JR

Esta es la primera pregunta que Dios le hace a la humanidad: ¿Dónde estás?. Adán y Eva se esconden atemorizados ante esta pregunta de mucha confrontación… ¿Dónde estás? nos pregunta Dios todavía. Nos implica totalmente, no solo en el espacio físico, sino en el momento de nuestra vida. ¿Dónde estás? le ha preguntado Dios a los santos a través del tiempo, y cada uno ha sabido responder, con silencio o con palabras, siempre desde su insuficiencia, buscando tocar el rostro de la misericordia.

Cada vez más descubrimos al mundo necesitado de percibir la cercanía de Dios, especialmente entre los que sufren. El hambre, la injusticia, la pobreza extrema, las guerras, la violencia entre las ciudades, las vidas relegadas, los niños huérfanos, los abortados y los abandonados, las prostitutas, las familias desintegradas; existen entre nosotros miles de hombres y mujeres que sufren a diario y claman al cielo, ¿dónde está Dios? Es curioso que él plantee la misma pregunta, ¿Dónde estás? buscando a sus hijos cuando parece que nos hemos olvidado que tenemos un mismo padre.

¿Dónde estamos?

Dios nos sigue preguntando esto no sólo individualmente, sino como su comunidad y cuerpo. A nosotros, que luchamos por causas concretas de nuestro tiempo, que nos encontramos con una pobreza específica, con una indiferencia específica, con particularidades concretas en la evangelización, a nosotros, su iglesia; Dios nos pregunta por nuestro lugar en el mundo, por nuestra ubicación y posición respecto de él y por nuestra cercanía o lejanía con aquellos que son imagen y semejanza de él. ¿Somos como Iglesia la mirada y el abrazo misericordioso de Jesús? ¿Estamos presentes y atentos a los dolores del mundo de hoy o nos vamos construyendo como un fortín impenetrable y exclusivo, lejano del mundo y de las miserias humanas?

Unos capítulos después en el Génesis Dios no le preguntará a sus hijos solo “¿Dónde estás?” sino que empezará a preguntarle “¿Dónde está tu hermano”?. Esto diferenció el cristianismo de muchas filosofías y religiones en sus fases iniciales. Que Dios nos preguntaba por nuestro hermano y le sabíamos encarnado en él. La fe y la moral que nos propone Jesús de Nazaret se propone haciendo, “más en obras que en palabras”, es decir, más allá de la riqueza doctrinal que tiene la Iglesia, a esta debemos hacerla viva en el tiempo determinado que estamos viviendo.

Hoy la Iglesia debe buscar responderle a Dios, no con vergüenza, no escondiéndose, sabiéndose un lugar de justicia y paz para la humanidad, siendo en Cristo fuente de donde brote vida y esperanza.. Y aunque la Iglesia a veces no haya estado en su realidad concreta en el mejor lugar, Jesús nos dice “Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”, y sí que lo está, aún en los altares frente a sacerdotes con poca pasión pastoral, aún en las manos de ministros llenos de pecados, como pan de ángeles en los labios de los pobres, los siervos y los humildes, Jesús está, y por su estancia entre nosotros, como lo estuvo entre María y José en algún momento, como lo estuvo entre sus discípulos, trae siempre esperanza y paz.

Nos reconforta porque ante la movilidad permanente del mundo encontramos al que es siempre estable.

Aquí estoy.

María sabía esto con mucha claridad. Antes de su “Sí” hay un “Aquí estoy” (“he aquí”.) Ella, conoce a profundidad desde dónde aceptará su vocación. “La sierva del Señor” es su condición. Nada menos, nada más. Es imposible para ella contestar otra cosa, pues se conoce con gran riqueza siendo una mujer de silencio y oración.

Este “he aquí” no se limita a un espacio. Es una “ubicación ontológica”. María sabe que concretamente su espacio es el de la donación, la disposición, la servidumbre, el de ser “del Señor”.

¡Que nosotros como María podamos también en discernimiento, descubrir nuestro “He aquí” en el tiempo y en el espacio en el que vivimos, y contentos podamos acercarnos a la alegría de su llamado, el mundo necesita que la iglesia respondamos con claridad y firmeza, pues cuando Dios pregunta por nosotros, cuando nos busca, no es sólo porque no nos encuentra cercanos a él, sino porque quiere conducirnos a un nuevo y mejor lugar.

--

--