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Canto a mi soledad

Zmiana 68
Taller Verano Creación Literaria
11 min readJul 30, 2020

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Un carruaje pasa por las calles empedradas por la mañana, la poca gente que había por las calles se sorprendió al ver al pasajero, Fernando Larense, pintor reconocido por sus composiciones inspiradas en canciones populares, viudo hace un año, el mismo tiempo que desapareció, salió hoy por primera vez de su hogar, su prisión llena de tristezas y promesas rotas

-Señor- Fernando salió de los pensamientos de su esposa- ¿Estáis bien? — dijo su conductor

- Si Alfonso todo bien- Volteo a ver la ciudad- Es muy hermosa la ciudad-

- Han cambiado las cosas bastante señor desde que salió- El silencio se notó de inmediato junto con ese sentimiento de soledad- Disculpe creo que no debí…-

- No os preocupéis- Fernando suspiro- Creo que debo acostumbrarme a que hablen sobre eso- Recordó y los ojos no tardaron en hacerse cristales

Su esposa, aquella mujer que conquistó su corazón, mujer de carácter fuerte y determinado, sus rasgos denotaban su lugar de origen, piel blanca, ojos grandes cafés, labios rosados naturales y cabello café obscuro, recordar su encuentro, su boda, sus enseñanzas y su embarazo, el último le quitó a su esposa al igual que a su hija

-Señor- levantó la mirada

- ¿Qué sucede Alfonso? -

- Llegamos a la casa de sus progenitores-

- Gracias- abrió la puerta y bajo- Alfonso ven por mi hasta mañana-

- Sí mi señor- se va por la calle principal

Fernando se dirigía hacia la puerta principal, antes de tocar vio al vendedor de periódicos, quien solía darle uno en las mañanas, no se acercó a él por un periódico por su ahora poca actividad de oratoria social.

-Atención, atención, Les enfants volvieron a atacar a los vendedores del centro, robaron varias joyas, se están buscando a los padres de los ladrones, si se desea…- dejo de escuchar al tocar la puerta y que un mayordomo abriera

Su familia lo vio, recibiendo con alegría y asombro su llegada, desayunaron tranquilos, donde sus hermanos dieron una noticia, su hermano menor iba a contraer matrimonio, y su hermano mayor tendría a su segundo bebé, todos aplaudieron la noticia incluyéndolo, sin embargo, él se puso un poco triste, haciendo que su familia se arrepintiera, ignorando por unos segundos lo delicado del tema para Fernando.

Salieron por unas horas a la calle, donde prácticamente Fernando volvió a conocer su ciudad que ya había pasado más de mil veces, la tarde llegó, pasaron a comer a un bello restaurante, nuevo. Mientras comían Fernando observaba por la ventana.

La actividad ya era presente por las calles, un vendedor ambulante traía solo una pieza, un oso de peluche hecho a mano color café claro con ojos cosidos negros, con un moño rojo en su cuello, el pobre vendedor se notaba cansado, Fernando salió en cuanto terminó su platillo

-Disculpe- el vendedor lo vio

- ¿Qué sucede señor? — Fernando cogió al pequeño oso

- ¿Cuánto por el oso? -

- 6 libras-

- Te daré 10- El vendedor sonrió- ¿Qué le sucedió, vendió todo y solo quedo este? — Negó

-Les enfants- Suspiro, mientras que Fernando gruño un poco, odiaba que la gente ya adulta se aprovechara de la gente pobre

- Se me hace tan descarado que la gente se aproveche por su altura o por su fuerza-

-Ni son adultos- “Espera ¿Qué?”- Son 6 chicos, 4 mayores de 12 años y los otros dos menores de 10, roban de maneras inteligentes-

-Eso no…- Niños, unos niños- No justifica nada, sus padres deberían detenerlos-

- No tienen padres o eso es lo que me han dicho algunos indigentes que conviven con ellos, llegaron en un barco de América, hace aproximadamente 7 años-

-…- No dijo nada, vio a sus padres salir con sus hermanos.

Se despidió del vendedor, sus padres le preguntaron el porqué de su nuevo peluche, él dijo solo algo rápido “Es para el niño o niños que quisiera adoptar” o algo así, no se acordaba sinceramente fue algo pasajero. Pero si deseaba adoptar un niño solo para que heredará sus propiedades, no quería dárselas al gobierno, para él no era para reemplazar a su bebé.

Volvieron a la casa de sus padres, una mansión unas cuadras más alejadas estaba dando una fiesta, varias parejas estaban yendo a la fiesta, una estaba caminando cerca de un callejón, de repente un niño de 7 años aproximadamente se planta frente a ellos, Fernando es llamado a entrar.

-Hijo-

- Voy madre- de repente 5 chicos atacan a la pareja, robando las joyas y pertenencias- Ay…- Se cerró la puerta

- ¿Qué sucede? -

- Una cosa…- Presiono el oso de peluche en su pecho

- Hermano, vuestra madre nos dijo que tu deseas adoptar ¿Es enserio?

- Si, pero es para que alguien herede mis propiedades-

- Solo por ello, hermano, un niño te puede querer, darte el cariño que perdiste- Negó con la cabeza

- No nunca no es de mi Charlotte, ya dije solo lo querré para heredar, nunca podré querer-

- Eso es egoísta-

- Si no es con Charlotte, no lo haré, es egoísta, pero ¿Como querré a un niño ajeno? — Los hermanos miraban con rabia y los padres, decepción.

Esa noche la pasó en la casa de sus padres pensando en los chicos, sus acciones le molestaban, pero como decía su amada “El amor y la familia cambia hasta el corazón más duro” “Eso no puede ser tan cierto” pensó durante unos segundos antes de caer dormido

A la mañana siguiente, despertó, escuchando, un canto de cuna agarró una almohada y se tapó la cara, no quería escuchar ningún tipo de canción, menos de cuna. Al terminar la canción, él se levanta, se cambia, salió de la habitación y se fue a desayunar.

- ¿Cómo amaneciste? -

- Bien y ¿Ustedes? -

- Bien, hoy pasaremos otro día, pero en Serbia-

- Yo hoy me regresare a mi casa madre- Se salió de la casa por un momento, solo deseaba sentir el aire un poco frío de la mañana.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas, pero no lloro, no podía llorar, unos pequeños pasos se hicieron presentes por detrás de él, volteó y vio a el pequeño, vendas en boca y cabello, solo notando sus ojos verdes, sucio, y lastimado de sus piernas, sabía que pasaría después, aún era temprano, por lo que no salía bien el sol, se volteó y vio a un joven con una navaja en mano, las vendas dejaban ver sus cejas bien marcadas y ojos muy cafés.

-No me hagan daño- Sintió la navaja en su estómago- Esto es lo único que tengo- Sacó un reloj viejo

- Dámelo- Se lo da- ¿No traes más?

- No- Sus ojos eran iguales de severos que los de su esposa, pero estos tenían unas pequeñas pecas más obscuras

-…- Le quito su navaja, el niño ya se había ido- Hablas sobre nosotros y…- El joven notó su ¿Compasión?, se asustó y se fue

Suspiro, esos ojos “Charlotte ¿Eres tú?” Pensó, volvió adentro, desayuno, y se fue en cuanto Alfonso llegó. Tenía el oso de peluche, el cual estaba sentado pareciendo a un niño, mientras llegaban a su casa, vio al peluche, cosido a mano, suave, color miel con círculos en las patas color vainilla, el moño rojo era bordado.

Al llegar a su casa y entrar, pintó un rato, unas rosas en un bello jarrón, cayó la noche sin darse cuenta, de repente se escucha que la ventana de la habitación del bebé se rompió, subió a ver para ver a un joven alto, sucio, y terriblemente lastimado de su brazo, sin embargo este tenía la ropa cara que le compró a su bebé, otro que era bajo, su cara lo delataba como un joven de aproximadamente 15, con unos collares de su esposa

-No dejen eso- Corrió, la navaja que traía el chico fue arrebatada después de un forcejeo eterno, con la que atravesó el brazo ya lastimado del alto, haciendo que el joven soltara la ropa y gritara, las lágrimas del chico cayeron sobre el brazo de Fernando.

- ¡Aléjese! — Agarró un cuchillo y apuñaló a Fernando dos veces en un brazo y en su torso, haciendo que cayera agarrando la ropa- Vámonos ya tenemos las joyas-

Fernando podía probar su propia soledad, su propio deseo, su propio dolor, se levantó del piso, sintiendo el dolor de la noche, sus heridas no eran graves ni profundas siquiera, solo era la punta, solo fue para asustarlo. Cuando el sol anunció su llegada, vio la ventana, rota y los vidrios aún con gotas de pintura roja intensa del chico, quería arreglarla, pero esa habitación ya no tenía uso, ni las otras 9 que tenía, prefirió dejarla, solo sacar las cosa de ahí y la cerró con llave, para no volverla a abrir.

Esa mañana salió de su casa, quería volver a ver la ciudad, conocer que había cambiado de esta, debido a que solo vio parte del centro, más aparte quería dejar las pinturas que prometió a una galería, al recorrer la ciudad recordó muchas cosas que sucedieron un año antes, como disfruto su última navidad con su esposa, como él aprendió a cantar este cántico tan especial para ellos dos y su bebé, por ello no quería salir de su casa, la pérdida se podía sentir.

Su día pasó rápido, debido a recordar todo lo que sucedió, su cochero llegó para llevar las pinturas, cuando en un descuido, abrió la puerta y se cayó un collar de su esposa que siempre traía, una mano ágilmente lo levantó, era un joven de 15 años, y otro de 9 años, el que despojo el collar, el otro tiro a Fernando, para recoger las pinturas, Alfredo intentó detenerlos sin embargo el alto y el cabello castaño dejaron a Alfredo en el piso, el pequeño ayudó a cargar las pinturas, cuando el mayor sacó la pintura de su esposa y bebé, se levantó y tumbó al mayor recogiendo la pintura, de repente un frío constante en su espalda, lo hizo caer dañando la pintura, su sangre estaba hirviendo, se giró rápidamente, los 5 chicos más grandes tenían dagas manchadas.

-Ustedes- su mente se bloqueó, la rabia no permite pensar- Ahora entiendo porque ustedes están solos, son personas tan despreciables, nadie los quiere me escuchan- Los chicos tiran las cosas y se van, noto lágrimas, los lastimo como ellos a él

-Señor- en cuanto Alfredo toco su espalda gritó del dolor- No se mueva tiene 3 puñaladas en su espalda y una en cada pierna- El collar de su esposa estaba cerca de él, lo tomó y lo abrazó.

Un mes después, pudo caminar, con bastón, pero caminaba, después de volver a salir, las pertenencias que le habían robado, no solo los chicos, también cuando Charlotte vivió, regresaron, incluyendo una cadena de plata un poco sucia. No vio a los chicos durante una semana hasta que una noche mientras paseaba por una calle, cayó, de golpe y sin previo aviso, cayó, Fernando temblaba por el dolor que sus piernas y cadera provocaron, la calle estaba sola, solo iluminada por los faros nocturnos, los chicos estaban ahí, pensó que atacarían a un carruaje, pero al mostrarse aquellos ladronzuelos ahora estaban con la piel parcheada de morado, en esta ocasión sí se veían como niños, indefensos.

Fernando, comenzó a sentir ¿Compasión? Por los chicos, una compasión que un día su esposa le enseñó a sentir.

Pequeño ven

duerme y sueña

vuela en los sueños

Comenzó a cantar, haciendo que los chicos se dieran cuenta

Estaré para ti, siempre,

te cuidare como siempre lo hice

no temas del mundo

porque tú lo puedes conquistar

lucharás por tus sueños

ahora logra elevarse y ser feliz aquí

- levantó la mirada viendo a los chicos quienes se veían mal, sus piernas

- Esa canción- dijo el más alto de los 6- ¿Quién te la enseño? -

- Mi esposa- los ojos de los chicos estaban cristalizados, se acercaron al él, ayudándolo a levantarse para llevarlo a su carruaje- Gracias-

Los chicos al ver el carruaje se salieron corriendo, Fernando solo los vio irse. Los meses pasaron, Fernando los buscó, dándoles comida, haciendo que los chicos se fueron encariñando con él. Una noche se decidió ir por los chicos, para llevarlos a su casa, en cuanto llegó al pequeño callejón, el niño más pequeño salió, estaba raspado de la cara, el otro salió también con un ojo morado, los dos lloraban, abrazaron a Fernando, quien estaba un poco conmocionado, los 3 chicos salieron, golpeados, Fernando se metió al callejón, encontrándose con el más grande, golpeado, desnudo, las vendas que siempre traía estaban destrozadas, este perdió parte de su cabello, sollozaba aunque se notaba que le dolía hacer eso.

-Shh- le dijo, agachándose, con mucho esfuerzo- No llores, mi niño- El mayor al escuchar esto volteo un poco confundido.

- ¿Quién…? — al reconocerlo se sorprendió, Fernando se quitó con un poco de dolor, su chaqueta, levantando al menor, colocándosela en su desnudo y ahora frágil torso- Gracias-

Alfonso estaba desconcertado, sabía lo que le habían hecho al su señor, por lo que no le agradaba. En cuanto vio a su señor con el joven muy mal herido, Alfonso le dio un poco de dolor y compasión, los 7 se fueron a la casa de Fernando, ahí, llamaron a un doctor, quien atendió al mayor de los chicos, afortunadamente solo fueron golpes, sin embargo el doctor le dijo que su cabello de los 6 estaba infestado de piojos por las vendas, en cuanto se fue el doctor, Fernando corto las vendas dejando ver sus diferentes caras, formas y bellezas, todos tenían labios medios, ni gruesos ni delgados, su cabello obscuro, y su piel se denotaba morena.

- ¿Quién desea darse un baño? -

- Déselo a él- señalo al más pequeño- Nosotros seremos después-

- No seré indecente, no los tocare, solo los ayudaría-

Se llevó al menor, para luego ayudar a los mayores, a todos les lavó su cabello con un champú de aceite un tanto fuerte, para ayudar con sus piojos. Los chicos se veían muy bien, se veían saludables. A cada uno le dio una habitación para que pudieran descansar, lo que se le hizo tierno y triste fue que ellos no durmieron esa noche en la cama si no en el piso, a la mañana siguiente fue un día ajetreado, un abogado llegó a la casa, para poder adoptarlos, tuvo que hacer 6 certificados de nacimiento, Fernando les puso nombres y una fecha de nacimiento.

Esa noche todos estaban en la habitación de Fernando, sentados, acostados o en largo. Todos escuchando el canto de su papá, los niños sentían paz, Fernando les da un beso en la frente a los 6.

-Papá- preguntó Jesús, el más pequeño- ¿Usted tuvo esposa?

- Si, pero falleció hace un año-

- De parto- dijo María José, el cuarto

- Si- Se levantó un poco- ¿Murió así tu madre? — Asintió- Les puedo preguntar algo-

- Si- dijeron al unísono

- ¿Por qué las vendas? -

- Para evitar que nos reconocieran-

- ¿Quiénes? -

- Los del orfanato-

-…- Iba a preguntar, pero Bautista lo interrumpe

- Llegamos aquí cuando Jesús tenía apenas unos meses, nuestros padres murieron por gripe, accidentes y otras cosas, nos trajeron aquí para poder ser adoptados por lo menos en otros lados, íbamos a ser adoptados varias veces pero nos abandonaban después, una mujer nos dio la esperanza, era belga, creo, quien nos adoptarían a los 6, meses después de tramites una mujer que tal vez era su madre nos dijo que ya no nos adoptaría porque se iba a casar-

- ¿Cómo se llamaba la mujer? -

- Charlotte-

- Ella era mi esposa- Los seis se levantaron

- ¿Qué? –

- Después de la boda, ella estaba triste, en cuanto le pregunte ella nunca me contesto, una noche, escuche que le gritaba a su madre y le dijo que porque adoptaría a unos hijos de extraños-

Fernando abrazó a los pequeños, quienes atónitos, lloraron, pero de felicidad y cariño.

Vengan pequeños

duerman y sueñen

Vuelen en sueños

Estaré para ustedes siempre

Los cuidare del mundo cruel

No le teman a nuestro mundo

Que lo pueden conquistar

Luchen por sus sueños

Ahora sueñen felizmente

Aquí

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