La Sombra
Gustav estaba preparándose para su batalla, limpiando su armadura y metiendo todas sus armas en una bolsa. El joven era bajo y delgado, de pelo rojizo y con una cicatriz en la mejilla izquierda, siendo increíblemente pálido. Cubriendo su cabeza con el casco, se dirigió a la puerta.
El pueblo de Gustav era como cualquier otro, con una simple diferencia, cada diez años atacaba un monstruo conocido como la Sombra. Nunca olvidaría cuando vio a esta criatura, moviéndose a tal velocidad que podía desaparecer a la vista, con la apariencia de un animal hecho de humo negro resaltando sus grandes ojos completamente blancos, en los que solo se percibía la sed de sangre.
El día en que bajó, Gustav se había escabullido en la biblioteca como le era costumbre, desobedeciendo lo que le dijeron sus padres. Él era probablemente el niño más débil de todos, pudiendo solo compensarlo con aprender sobre otras habilidades. Ese día el bibliotecario, en lugar de sacarlo como siempre, le ofreció asilo en el lugar, Gustav sin embargo no comprendió la gravedad de la situación y simplemente encendió una antorcha y se dirigió a casa.
De camino, se encontró algo horrible, la Sombra estaba ahí, tenía a sus padres que no se podían ni mover. Lo único que pudo hacer fue salir corriendo, el tirar su antorcha brevemente detuvo a la Sombra y solo gracias a eso pudo escapar, corriendo con todas sus fuerzas hasta salir del pueblo. Una vez que salió el sol regresó presenciar su casa, completamente vacía, y afuera los cuerpos de su familia sin vida ni sangre y cubiertos de manchas negras. Dándose cuenta de que fueron asesinados al salir a buscarlo, se limitó a llorar en silencio en su casa vacía.
El recordar eso solo lo llenó de más determinación a salir a por fin deshacerse de ese horrible monstruo. Sin embargo, al dirigirse a la puerta su maestro, el herrero que se volvió su cuidador una vez que quedó huérfano, lo detuvo. Le insistió que no había necesidad para que se arriesgara de esta manera, siendo que los muchos guerreros que lo habían intentado fracasaron, y él no tenía ni de cerca la fuerza o habilidad que estos. Pero simplemente no podía quedarse sin hacer nada, pensaba en que un alguien asistiría al funeral de quien más quería, que alguien despertaría sin su mejor amigo, que un niño llegaría a encontrar su casa vacía. No podía esperar otros diez años y dejar a todos a su suerte, tenía que enfrentarlo con lo poco que tenía. Y fue con este pensamiento que por fin salió, desconociendo completamente si podría volver.
Cayendo la noche, todos estaban resguardados, intentando evadir la ira de la bestia. En la explanada, se veía una sola figura, con una armadura vieja y oxidada, de la cual resaltaban los cuernos del casco y la capa negra encima, resaltando por sobre todo los brillantes ojos verdes detrás del visor.
Y a media noche surgió niebla negra, esta se fue juntando hasta que tomó forma, y fue cuando la Sombra abrió sus tenebrosos ojos. Acto seguido se dirigió directamente a Gustav, pero él contaba con esto, y así fue puesto en marcha su plan. La sombra había movido una cuerda, que era el detonante de una lluvia de flechas en llamas, instaladas en preparación.
Sonó lo que nadie había escuchado jamás, la Sombra gritó de dolor. Con esto comprobó su teoría, el fuego era su debilidad, fue lo que lo detuvo brevemente la última vez. Haya sido por el calor o por la luz, era lo que aseguraba causarle daño.
Sin perder tiempo, Gustav se abalanzó y aunque de manera torpe, logró atinar muchos golpes y aumentar incluso más los gritos. Pero el fuego se extinguió, y los chillidos de dolor se convirtieron en gritos de furia, con su contraataque dejó a Gustav casi inmóvil.
Con su velocidad sería difícil para un prodigio atinar con la espada, por lo que era imposible para alguien tan poco hábil como Gustav. La siguiente estrategia fue la capa, con un cerillo la encendió en llamas, y al moverla en un círculo fue cuestión de tiempo para atinar a donde estaba el monstruo. Con el mismo fuego de la capa siguió quemando objetos, incluida su propia espada para contener a la Sombra. Por poco hábil que fuese encontró el modo de explotar su debilidad.
Faltaba poco para el fin de la noche, y estaba exhausto, con dificultad podía moverse y ya había agotado su estrategia, en lugar de atacarlo la Sombra se pasó de largo y se dirigió a la casa cercana. Viendo esto, Gustav se cortó un dedo, sabiendo que el instinto animal y sed de sangre de la Sombra le impediría ignorarlo, por lo que la presa ahora era él.
Tomar la sangre del dedo no fue suficiente, y rápidamente lo atacó a él. La niebla negra se metió en su herida, la Sombra se lo empezó a comer. Sintió un frío como nunca, la sangre iba dejando su cuerpo una gota a la vez poco a poco perdía la conciencia, eso es lo que se sentía desprenderse de la vida. Viendo como iniciaba el amanecer dio un golpe final a un lugar que ni él supo donde era, fue así como quedó dormido tal vez por siempre.
Gustav despertó adolorido, y al levantarse e intentar sujetarse de algo, se dio cuenta que su brazo ya no estaba ahí y tenía multitud de quemaduras y manchas negras en el cuerpo. Poco después entró su maestro, empezó a gritarle e incluso lo golpeó, llamándolo un idiota por arriesgarse de esa manera, pero no pudo evitar abrazarlo y llorar, feliz de que se encontrara vivo.
Pasaron otros 10 años, Gustav trabajaba como siempre en la herrería, fabricando armas con su único brazo. Cayó la noche y no pudo dormir sabiendo que día era, pero al final nada sucedió, todo estuvo completamente calmado, exactamente como siempre quiso. Finalmente pudo descansar tranquilo. Al fin pudo calmarse quien una vez fue el niño más débil.