El Desafío de Nuestra Era | by Colombia

TANTUM
Tantum
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4 min readJan 28, 2020

“El ser humano sin duda, es muy bueno creando, pero no midiendo las consecuencias y el impacto de sus creaciones, se espera hasta la materialización de las consecuencias y la reparación es una vía que no revierte, ni repara, ni mitiga y en muchos casos implica desmontar y transformar por completo lo existente”

Es posible afirmar que el mundo en el que vivimos atraviesa un periodo antropoceno, considerando la dimensión de nuestro impacto sobre la naturaleza, es decir, la actividad humana ha alterado de manera tal el resto de la naturaleza que este cambio histórico constituye una nueva era geológica en el planeta, enfatizando el papel que ha tenido la humanidad en la modificación de su entorno hasta el extremo de poner su propia existencia y la de innumerables especies en peligro de extinción.

La construcción social actual alrededor de un sistema económico e industrial de pocos siglos ha transformado la tierra, nuestras actividades como especie han transformado el entorno en el que habitamos, pero siempre ha existido un común denominador: la sobreexplotación. Desde la caza y recolección se dio sobreexplotación de especies enteras; la aparición de la agricultura y la ganadería sobreexplota y modifica el uso de los suelos; la industria, el transporte y la tecnología han tenido un desarrollo sin límites con una actividad intensiva evidente en el uso de los recursos. Este comportamiento del hombre como especie está llevando al planeta a una situación insostenible.

El ser humano sin duda, es muy bueno creando, pero no midiendo las consecuencias y el impacto de sus creaciones, se espera hasta la materialización de las consecuencias y la reparación es una vía que no revierte, ni repara, ni mitiga y en muchos casos implica desmontar y transformar por completo lo existente. Tomar este tipo de decisiones es lo que nos tiene en un callejón sin salida, pues esperar una reparación sin transformación es lo que ha puesto al hombre en la tarea de colonizar otros planetas para seguir sobreexplotando sin reinventarse. Todo sigue igual y el ecosistema planetario involuciona, cada vez hay más concentración de riqueza, más acceso pero más contaminación, una inequitativa distribución de recursos y ni la ciencia, la tecnología, las finanzas, ni la manufactura están al servicio de estos problemas. El protagonismo que tiene la última línea de los estados financieros de los negocios, que es a lo que la mayoría llama progreso, impide cambios en los modelos de actuación y presiona para favorecer los resultados del corto plazo poniendo en riesgo el futuro.

Los bosques siguen siendo reemplazados por cultivos, pero los cultivos existentes no son geométricamente mas productivos; el crecimiento desmedido de la población no va en sintonía con las capacidades del planeta; y las inversiones se concentran en investigar como hacer de mejor manera lo mismo pero no en pensar creativamente en desarrollos alternativos. El cambio climático alterará por completo el curso de la vida actual y es posible que incluso haga inviable vivir en el planeta, aumentarán las migraciones, no habrá capacidad ni recursos para reubicar a los desplazados y el modelo con el cual funcionamos actualmente no respaldará dicha reacomodación. Es un tema de cultura, desigualdad, desequilibrio que aún no ha sido resuelto; las empresas no ponen su conocimiento, experiencia y recursos al servicio de soluciones sostenibles, sus modelos de RSE son tímidos, y en su mayoría con filosofía asistencialista, carecen de una visión trasformadora de la operación o de los productos o servicios existentes, y seguir con una cultura extractiva y de corto plazo no nos llevará a ninguna parte. Considerar como referente de productividad el valor de la fuerza laboral y no el de los recursos que el trabajo de ésta está transformando es un grave error, así como seguir creyendo que desarrollo es el dominio de la naturaleza por la civilización, pues ésta división entre nosotros y la naturaleza sustenta este modo de vida autodestructivo que llevamos.

Observar la naturaleza y desarrollar métodos de vida inspirados en el patrón de las complejas interacciones de los ciclos naturales que están en contra del desperdicio, de la generación de residuos y de los desequilibrios es sin duda el referente más cercano que debería inspirar la transformación de nuestro modelo de vida actual a un modelo de aprovechamiento sostenible de recursos involucrando en nuestro actuar los derechos de la naturaleza.

¿Están su negocio y sus ejecutivos en sintonía con estos desafíos?

¿Incorporan en sus planes de trabajo acciones de transformación visualizando un futuro muy diferente a lo que se está viviendo hoy?

¿Están sus accionistas de acuerdo en apoyar procesos de transformación radical?

Fuente: Brújula para el mundo contemporáneo: Una guía para entender el siglo XXI. Diana Uribe. 21 lecciones para el siglo XXI, Yuval Noah Harari.

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