A Billion Brazilians: Mi Experiencia Viviendo en una Startup House

Felipe Daguzán
Tech Trek Blog
Published in
4 min readJul 28, 2015

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Silicon Valley a veces parece verdaderamente de otro planeta. La pasión emprendedora se vive las veinticuatro horas del día: en la calle pitchean mientras caminan, en los bares se habla de startups y venture capitals, entre amigos se brainstormean ideas de negocios para cambiar el mundo. En Singularity University dirían que están buscando la idea para “ayudar a un billón de personas”. En este contexto, no es de extrañarse que exista este concepto de startup house, un espacio en donde emprendedores conviven y buscan disminuir el costo enorme que tiene vivir en Silicon Valley.

Cuando confirmamos nuestro hospedaje, desde la casa nos enviaron una invitación de Google Calendar cuyo título era “A Billion Brazilians”, debido a un malentendido pensaban que éramos brasileños. Es un espacio de co-working llevado al extremo. En esta casa, ubicada en la cima de una colina en Cupertino, hay cinco cuartos, tres baños, quince personas y mucha buena onda. Cuando llegamos, Vanesa, nuestra host, una ingeniera en sistemas que trabaja para la Nasa nos hizo un tour guiado por la casa. Cuenta con impresoras 3D, pizarrones del tamaño de paredes, un piano de cola, una biblioteca con libros de todas las áreas y heladeras que en lugar de tener imanes tienen escritas ecuaciones, matrices y diagramas de flujo.

A sunday night at Rainbow Mansion.

La mitad de los habitantes de la casa trabajan en la Nasa, haciendo todo tipo de proyectos, incluyendo el de Karishma, que investiga sobre la posibilidad de existencia de vida en Europa, una de las lunas de Júpiter. La otra mitad incluye ingenieros de Google X, y emprendedores de todo tipo y color: sociales, especializados en biotecnología, en drones, en SaaS; hay de todo.

Aunque la casa es grande, no es fácil organizarse para convivir entre tantas personas. La colaboración es fundamental. En la cocina hay provisiones comunitarias, y también comida personal de cada uno, etiquetada. No muy distinto a un hostel en este sentido. Para organizar el horario de duchas, nos prepararon un spreadsheet con turnos de 20 minutos: el spreadsheet for the brasilion week. Imagino que no debe ser nada sencillo llegar de una jornada de trabajo y encontrarse con ocho argentinos desconocidos, ruidosos y con muchas ganas de charlar y conocer gente. En este sentido la buena predisposición de cada una de las personas que viven en la Rainbow Mansion es admirable. Ponen sus proyectos por encima de todo, ya que saben mejor que nadie que tienen que estar acá. Silicon Valley es una tierra de oportunidades.

Ya no me sorprendo cuando me levanto a tomar un vaso con agua y encuentro dos o tres personas codeando en el living, o alguno haciendo garabatos en el pizarrón, desvelado tratando de resolver una ecuación o perfeccionar un MVP.

Esta tarde tuvimos un evento en la casa: vino a cenar un speaker invitado, Drago Bratasanu, creador del largometraje The Amazing You. Vino a contarnos su experiencia, después vimos la película y tuvimos una sesión de preguntas y respuestas. El contenido de esta charla alcanza y sobra para un artículo entero en sí mismo, y supongo que alguno de los chicos va a hablar sobre eso más adelante. Lo que quiero destacar es que este tipo de iniciativas son comunes los fines de semana; todos aprovechan su tiempo libre para hacer networking y convertir esta casa en un verdadero hotspot de oportunidades.

Me gustaría cerrar este artículo con una reflexión, ¿es este modelo repetible en Buenos Aires? Creo que nadie duda de que en Latinoamérica y especialmente en Buenos Aires existe un ecosistema emprendedor enorme, y si bien hay dificultades como lo son el acceso a grandes volúmenes de capital, también es la cuna de incontables empresas exitosas. Más allá del objetivo subyacente de disminuir los costos, implementar el startup house en Buenos Aires podría potenciar la sinergia que generan espacios de co-working como La Maquinita, y llevarlo al siguiente nivel. Hoy nos hablaron de la metáfora del caballo, el carro y el conductor, y cómo para avanzar deben ir todos en la misma dirección. Si bien en la charla Drago se refería a otro contexto, creo que es válido pensar que emprendedores viviendo juntos, puliendo ideas mientras cenan, dándose feedback mientras lavan los platos, compartiendo contactos, errores y logros, puede generar un efecto mucho mayor al de la suma de los factores. Un efecto del que en el largo plazo, se puede beneficiar la comunidad Argentina en su totalidad y lograr, por qué no, ayudar a un billón de personas.

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