Somos el viento

Una metafora sobre la Técnica Alexander

Diego Kantor
Técnica Alexander

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Veo este árbol en el cuál el viento va quedando expresado y pienso en el tiempo. El tiempo que va siendo, que va ocurriendo en este lugar ventoso. Ese tiempo en el que se han ido sumando a cada instante al menos dos voluntades, la del árbol y la del viento. El árbol quiere crecer y expandirse. El viento también tiene su propia voluntad, la de viajar y trasladarse. Está suma de voluntades ha resultado en lo que hoy, con su particular forma, es este árbol.

Estamos observando una foto, no oímos el sonido ni sentimos el viento, pero podemos saber con tan sólo observar esta foto, que el viento ha soplado con constante insistencia. Podemos saber del tiempo, del entorno, de la fuerza por subsistir y de la constante influencia que el viento ha sido para el árbol.

Pienso ahora en nuestro propio organismo, en nuestra propia existencia. Pienso en nuestro cuerpo y estructura como manifestación de aquella misma voluntad de crecer que vemos expresada en el árbol y su forma. Si nos detuvieramos a observar la enorme y maravillosa variedad de formas, curvas, proporciones y relaciones que se manifiestan en cada hombre y mujer, podríamos tal vez también ver algo del viento, de la constante a la que cada uno de nosotros nos hemos visto sometidos a los largo del tiempo. Por supuesto que no me refiero a las diferentes características dadas por la herencia o la genética (altura, rasgos, color de ojos, etc), sino a aquellas características dadas por nuestra propia manera de vincularnos con el constante estímulo de vivir. Me refiero tanto a aquellos estímulos que provienen del exterior como podrían ser, la gravedad, el clima, los ruidos, el vínculo con los otros, con el entorno, un accidente, etc; asi como tambien a aquellos estímulos que surgen de nuestro propio interior, nuestras emociones, deseos, miedos, pensamientos, etc. Nos es absolutamente imposible dividir estímulos externos de internos, justamente porque estos se encuentran íntimamente relacionados entre sí, el uno es con y por el otro.

Podríamos decir quizas, que somos el árbol y tambien el viento. El viento en tanto aquellos estímulos, internos y externos, con los que nuestra voluntad de crecer se va encontrando y, más importante aún, reaccionando. Es esa reacción o respuesta al viento la que determinará nuestra posibilidad de bienestar.

Pienso entonces que nosotros, conscientemente o no, somos el viento o al menos parte del viento. Y es siendo conscientes de esa parte del viento que nos toca ser, como tendremos la posibilidad de elegir. Podemos permitir y habilitar aquellas brisas que nos facilitan el crecimiento y la expansión o prevenir aquellas rafagas que nos aplastan, angostan o acortan.

Quienes hayan tomado alguna clase de Técnica Alexander, comprenderán, talvez, la importancia de nuestro propio pensamiento; la importancia de, por medio de este pensamiento, prevenirnos de aquellos vientos que no queremos que soplen. No queremos un viento que nos desequilibre, ni uno que nos aplaste; queremos un viento que nos invite a expandir y a crecer. Es en ese área, creo yo, en la que la Técnica Alexander nos permite elegir, elegir hacia donde queremos que el viento sople.

www.latecnicaalexander.com.ar

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Diego Kantor
Técnica Alexander

Profesor de Técnica Alexander.Productor y realizador audiovisual.