Un robot te robará el empleo

Una conversación con Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, autores de ‘The Second Machine Age’

eduardosuarez
10 min readMar 3, 2014

Muy pronto habrá máquinas capaces de llevar a cabo tareas que hoy por hoy sólo están al alcance de los seres humanos. Así lo advierte el libro ‘The Second Machine Age’, que acaba de publicarse en Estados Unidos y que conocí por esta columna de David Brooks. Sus autores son Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, que ejercen como profesores del MIT y exploran desde hace años las oportunidades y los peligros que le aguardan al ser humano en la era de los robots. El ensayo asegura que el crecimiento exponencial de la potencia de los ordenadores ayudará a resolver problemas que hasta ahora eran irresolubles. Pero también recuerda los peligros que conllevan unos avances que podrían disparar el desempleo en oficios que poco a poco desaparecerán por el perfeccionamiento de los robots. Aquí transcribo mi conversación con los autores del libro, con quienes conversé en el despacho de Brynjolfsson, a tan sólo unos metros del río Charles.

PREGUNTA. El título de su libro habla de una segunda era de las máquinas.

ERIK BRYNJOLFSSON. El título es una referencia a la Revolución Industrial. Entonces el poder muscular de los seres humanos y de los animales fue sustituido poco a poco. Primero por la máquina de vapor y luego por los motores eléctricos y por los de combustión. Hoy está ocurriendo algo similar con nuestras mentes. Las tareas que antes solía hacer el cerebro empiezan a hacerlas máquinas cada vez más poderosas.

P. Hace tiempo que máquinas y seres humanos conviven en miles de fábricas. ¿A qué se refieren cuando hablan de una segunda era de las máquinas?

ANDY McAFEE. Las máquinas digitales siempre han sido muy buenas a la hora de seguir instrucciones rutinarias que conlleven hacer algo una y otra vez. Pero nunca les han gustado las conductas extrañas ni las excepciones. Los ordenadores pueden sumar más columnas de números que cualquier ser humano y por eso nadie ya recibe un salario por hacer eso. Pero lo que estamos empezando a ver cada vez más es que las máquinas empiezan a hacer cosas que requieren menos estructura y más ambigüedad y que hasta ahora pensábamos que sólo podría hacer una persona. Por eso creemos que algo nuevo está empezando a ocurrir.

P. ¿Qué habilidades humanas son las más difíciles de reemplazar por una máquina?

EB. Es difícil decirlo. Hemos aprendido a no decir que algo nunca va a ocurrir porque la realidad luego nos sorprende. Pero hay áreas que son más lentas y otras más rápidas. Los ordenadores son muy eficaces a la hora de desarrollar tareas rutinarias. Les cuesta mucho más desarrollar tareas más creativas como integrar datos en un análisis complejo o hacer descubrimientos. También labores que tienen que ver con la inteligencia emocional: motivar a la gente o cuidar de enfermos. Esas son áreas en las que los seres humanos somos mejores que cualquier máquina gracias a miles de años de evolución.

P. Ustedes recuerdan en el libro unas frases muy oportunas del psicólogo Steven Pinker: “A medida que aparezca la nueva generación de dispositivos inteligentes, serán los puestos de trabajo de los analistas bursátiles y los ingenieros químicos los que corran peligro. Los de los jardineros, los recepcionistas y los cocineros estarán a salvo durante décadas”.

AM. Las cosas van a ser muy extrañas. Muchas de las profesiones que hoy en día requieren mucha educación y mucha inteligencia serán automatizadas muy deprisa. El mejor ejemplo es quizá el de los especialistas en patología, que son médicos expertos en diagnosticar enfermedades graves. Son profesionales que tienen muchos años de experiencia y son capaces de intuir si un tumor está en una fase inicial o terminal. Hoy ya existen ordenadores que empiezan a digitalizar el diagnóstico de un cáncer de mama. Algunos ya son tan buenos como un médico de carne y hueso y la tecnología no dejará de mejorar. Le daré otro ejemplo. No hay ningún inversor humano que pueda analizar todas las empresas del mercado, evaluar su valor en el pasado y armar una cartera de inversiones con la precisión de un ordenador. Los seres humanos no pueden ser mejores que una máquina en esa tarea y son mucho peores que los ordenadores que tendremos dentro de unos años.
EB. Nuestra esperanza es que las personas inventen nuevas formas de trabajar con esas máquinas. El futuro pertenecerá a aquellos profesionales que sepan integrar sus puntos fuertes con los de las máquinas. Los empresarios y los científicos deben combinar ambas cosas para resolver problemas que no hemos logrado resolver hasta ahora. Volviendo al caso del patólogo, quizá lo que ocurrirá en el futuro es que un ordenador hará un diagnóstico inicial y un médico chequeará que lo que dice el ordenador tiene sentido. Lo que ocurrirá también es que la noticia de que uno tiene cáncer la comunicará una persona que quizá ni siquiera sea médico pero que estará tendrá una excelente formación emocional.

“Hoy ya existen ordenadores que ayudan a diagnosticar
un cáncer de mama. Algunos ya son tan buenos como
un médico de carne y hueso y la tecnología no dejará de mejorar”

P. Ustedes auguran una edad de oro de la robótica. ¿Por qué?

AM. Los costes son cada vez más pequeños y cualquiera puede acceder a una potencia informática tremenda e inventar cosas maravillosas lejos de los grandes centros de investigación.
EB. Muchos de estos avances son una combinación de fondos públicos y empeño empresarial. El coche sin conductor de Google es el fruto de la inversión de los responsables de la empresa pero también de un desafío que planteó el Pentágono hace casi una década. A nosotros nos gustaría que el Estado invirtiera más dinero en investigación básica porque eso potenciaría el crecimiento económico.

P. ¿Es posible innovar en estas áreas sin dinero público?

AM. Es muy difícil. Un colega en MIT me dijo no hace mucho que el iPhone no sería posible sin inversiones que EEUU hizo para el programa espacial en los años 80. Todos los economistas con los que hemos hablado piensan que el Estado debe invertir en investigación básica. No decimos que sin ella sea imposible hacer robots. Pero sí que en el árbol genealógico de cualquier innovación notable uno casi siempre encuentra un proyecto financiado por el Estado.
EB. Las empresas privadas no tienen los mismos incentivos para invertir en investigación básica. Básicamente porque los beneficios de esa inversión suelen demorarse durante 20 o 30 años. Hay un par de excepciones a esa regla: los Laboratorios Bell durante décadas y ahora Google, que invierte mucho en investigación básica porque tiene unas enormes reservas de efectivo y cree que es bueno para su futuro.

“El iPhone no sería posible sin inversiones que
EEUU hizo para el programa espacial en los años 80"

P. ¿Cómo debe adaptarse una empresa a la revolución tecnológica que ustedes describen?

EB. Cualquier sector está amenazado por la tecnología de esta segunda era de las máquinas: las finanzas, la industria pesada o los medios de comunicación. No es suficiente invertir en tecnología. Uno tiene que repensar su modelo de negocio y volver a formar a sus empleados. También es necesario revisar la forma en que uno organiza las actividades y los productos y servicios que ofrece a sus clientes. Esa reinvención es parte de la destrucción creativa del capitalismo. A menudo son nuevas empresas quienes aprovechan las oportunidades que abre la tecnología. Pero un consejero delegado valiente puede ser el artífice del cambio en una firma vieja.

P. ¿Por qué sufren tanto en este entorno ese tipo de firmas?

EB. Recuerde lo que ocurrió cuando se inventaron los motores eléctricos. Las fábricas estaban concebidas alrededor de un gran motor de vapor y era muy difícil justificar en términos económicos el rediseño de los edificios para aprovechar a tope el poder de la electricidad. Entonces como ahora algunos empresarios tenían muchas razones por las que aferrarse al ‘statu quo’. Lo de menos es el dinero. Lo más difícil no es adquirir la tecnología sino convencer a directivos que han triunfado ofreciendo un servicio de una forma durante décadas y que se resisten a admitir que eso no tiene futuro. La transformación sólo es posible con un visionario que ejerza un liderazgo muy poderoso. Sólo cambian las empresas dirigidas por alguien que comprende la importancia del cambio y que está dispuesto a hacer cualquier sacrificio para impulsarlo.

P. Es algo que ocurre a menudo en los medios impresos.

EB. En el caso de los periódicos, el problema no son sólo las rotativas sino la mentalidad de los directivos, que tiene que cambiar.
AM. Recuerde el caso de Kodak. Ellos crearon la primera cámara digital a principios de los años 90 y hubo muchas personas dentro y fuera de Kodak que advirtieron a sus responsables que la fotografía digital era el futuro y que el mundo analógico estaba a punto de acabar. Pero quienes llevaban el timón de la empresa nunca llegaron a asumir eso del todo y por eso la empresa quebró.

P. ¿Algún ejemplo de ejectivos que lideraron el cambio tecnológico en una gran empresa?

EB. Lou Gerstner hizo una fuerte reestructuración en IBM y los responsables de General Electric han cambiado la empresa con éxito muchas veces. Pero ninguna firma lo ha hecho mejor que Amazon. Una empresa que hemos conocido en distintas versiones durante estos años y que es una de las mejor gestionadas del mundo. Recuerde que ahora produce series televisivas y ofrece servicios informáticos y empezó como una librería por correspondencia.

P. ¿Qué características comparten aquellas empresas que se han adaptado bien a este entorno revolucionario?

AM. La transformación sólo es posible con un visionario que ejerza un liderazgo muy poderoso. Sólo cambian las empresas dirigidas por alguien que comprende la importancia del cambio y que está dispuesto a hacer cualquier sacrificio para impulsarlo.
EB. El cambio requiere muchas dimensiones y no vale con que lo impulse uno de los departamentos de la empresa. Es necesario tener a alguien en la cima de la empresa que impulse el cambio constantemente. No sólo en una reunión sino día tras día.

“Sólo cambian las empresas dirigidas por alguien
que comprende la importancia del cambio y que
está dispuesto a hacer cualquier sacrificio para impulsarlo”

P. Su libro describe un mundo más próspero pero más desigual. ¿Qué decisiones deberían tomar los gobiernos para atenuar ese problema?

EB. Lo más importante es mejorar la educación. En la Revolución Industrial los gobiernos crearon un sistema educativo universal que ayudó a millones de personas a sobrevivir en las ciudades. Ahora tenemos que reinventar la educación pensando en la inteligencia emocional, en la creatividad y en otros aspectos. Es importante también inculcar en los jóvenes espíritu empresarial. Son los empresarios quienes crean riqueza y quienes impulsan la innovación.
AM. A veces oímos a gente que dice que deberíamos frenar el desarrollo de la tecnología porque la tecnología provoca desempleo en un país. Eso no sólo es imposible. Es también una idea terrible porque lo que propone es tener menos progreso. Mi ejemplo favorito es la ley que acaban de aprobar en Francia para atenuar el éxito de la aplicación Uber. La ley establece que si llamas a un coche con Uber debes esperar al menos 15 minutos a que llegue. En ese caso el objetivo es proteger a los taxistas de las grandes ciudades francesas. Pero se han aprobado leyes muy similares en EEUU o en Europa para proteger a sectores con problemas. Nosotros no estamos en contra de cualquier regulación. La regulación es importante en muchos sectores y habría ayudado a evitar los problemas que causaron la crisis financiera. Pero a veces es sólo una herramienta de empresas establecidas que quieren maniatar la competencia de empresas que quieren innovar.

P. Los políticos toman decisiones pensando menos en los jóvenes que en las personas mayores, que son quienes más van a votar.

AM. Los jóvenes deben ser más activos políticamente y demostrar a los políticos que no deben pensar sólo en la gente mayor. Deben hablar en la calle y en las urnas.
EM. EL futuro no está predeterminado. Depende de nuestras decisiones como individuos y como ciudadanos. Los líderes en lugares como Washington responderán a lo que la gente demande. Nosotros queremos cambiar la conversación y ayudar a que la gente demande a sus políticos soluciones a estos problemas.

“La regulación es importante en muchos sectores
pero a veces es sólo una herramienta de empresas que
quieren maniatar la competencia de quienes quieren innovar”

P. Muchos de esos problemas requieren políticas a largo plazo y aplicarlas es difícil en democracia, donde los políticos tienen la vista en los siguientes comicios.

EB. Eso es cierto. Pero lo que ocurrió en la Revolución Industrial nos da ciertas esperanzas. Entonces hubo grandes decisiones: se creó un sistema educativo universal y un sistema de impuestos para financiar las inversiones públicas. Aquellas transformaciones económicas complementaron los avances de la tecnología y condujeron a la prosperidad. A menudo tenemos conversaciones con consejeros delegados y con líderes políticos que quieren tener esta conversación y están preparados para hacer estos cambios.
AM. La mayoría de la gente en EEUU apoya ahora la reforma migratoria y no lo hacía hace unos años. Hace cinco años una mayoría de los estadounidenses se oponía a la legalización de la marihuana y al matrimonio homosexual. Ahora ya no. Eso es un síntoma de que la opinión pública puede cambiar más rápido de lo que muchos piensan y los políticos suelen hacer caso de esos cambios.

P. ¿Qué es lo más les preocupa de la revolución que describen en su libro?

EB. Muchas cosas. Pero le diría que por primera vez en la Historia tenemos a nuestro alcance avances en nanotecnología, biotecnología o inteligencia artificial que podrían aniquilar a la especie humana. Deberíamos ser muy cuidadosos a la hora de usar estas tecnologías. Hasta ahora casi siempre se han usado para fines buenos pero debemos tener mucho cuidado.
AM. Estamos democratizando el acceso a tecnologías muy poderosas y la gente puede hacer lo que no debe a propósito o por error.

P. ¿Cómo será el mundo dentro de 20 años?

EB. Es imposible saberlo. La tecnología no es nuestro destino. Nosotros damos forma a nuestro destino. El motivo por el que escribimos el libro es que no creemos que ningún futuro sea inevitable. Ni el utópico en el que todo el mundo vive en la abundancia ni el peor escenario posible. Es muy importante que la gente comprenda que nosotros podemos dar forma a nuestro futuro más que en ningún momento de nuestra Historia. Básicamente porque tenemos herramientas más poderosas que cualquiera de nuestros antepasados y vivimos en un mundo más libre y más flexible. No debemos pensar cómo será el futuro sino cómo queremos que sea. Pensemos qué futuro queremos y luchemos por él.

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eduardosuarez

Head of Comms. at @risj_oxford. Co-founder of @politibot. Bylines at @niemanreports @univision @el_pais. @elmundoes alumni. Winner of García Márquez Prize