La movilidad urbana de las mujeres y el rol de la bicicleta compartida

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7 min readMar 8, 2023

Por Marina Pereira S. G. da Silva, Máster en Planificación Urbana y Regional y Especialista en Movilidad Urbana.

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Foto: Tembici (2022)

Patrones de movilidad diferenciados

Hablar de la movilidad de las mujeres es hablar de una mirada atenta a las diferencias. Para ello, es importante partir de dos cuestiones. La primera es el hecho de que el entorno urbano no es neutro, y mucho menos las políticas y decisiones al respecto. La segunda es el hecho de que las mujeres y los hombres tienen patrones de desplazamiento diferentes. En este sentido, la movilidad es un punto de partida importante para observar ciertas desigualdades.

Las mujeres realizan desplazamientos por motivos más variados (casa, trabajo, mercado, cuidado de otras personas, etc.), en distintos modos de transporte y en mayor número que los hombres (Figura 1). En la Región Metropolitana de São Paulo (RMSP), según el análisis de la Investigación Origen y Destino de 2017 (OD 2017), el principal medio de desplazamiento de las mujeres fue a pie (34%), en autobús (23%) y en coche (12%). Los principales medios de desplazamiento masculinos fueron a pie (29%), en coche (25%) y en autobús (16%) (Figura 02).

Figura 01: Infografía que representa los patrones de desplazamiento de mujeres y hombres. Fuente: elaboración propia.
Figura 02: Porcentaje de viajes de mujeres y hombres por medio de transporte en 2017. Fuente: elaboración propia a partir de datos de la investigación OD 2017.

En cuanto a los desplazamientos por medio de transporte en RMSP, los viajes en bicicleta realizados por mujeres suponen solo el 0,2% del total de sus desplazamientos, proporción que es casi diez veces superior en el caso de los hombres, con cerca del 2%. En otras palabras, si los desplazamientos realizados en bicicleta en RMSP siguen representando sólo el 0,9% del total de desplazamientos, el 90% de ellos son masculinos y sólo el 10% restante femeninos.

Por otro lado, los datos sobre el sistema de bicicletas compartidas de Tembici, recopilados entre 2019 y 2021 en América Latina, señalan que el porcentaje de mujeres que usan bicicletas de este tipo de servicio tiende a ser más alto de lo esperado en la metrópoli paulista, con un 38%. Una hipótesis (que habrá que estudiar más a fondo) es que las mujeres utilizan más las bicicletas compartidas. Y si tenemos en cuenta que tienen menos acceso a este tipo de vehículo, sería adecuado pensar que optan por utilizar este sistema.

También sobre la base de OD 2017, utilizando un recorte espacial del área de servicio de bicicletas compartidas del sistema Tembici de São Paulo, se estima que una mujer tiene casi 1,8 veces más probabilidades de hacer un viaje en bicicleta en la región de servicio -nótese, ubicada principalmente en el cuadrante suroeste de la ciudad — en comparación con la ciudad en su conjunto. Cabe mencionar que las razones de este fenómeno pueden ser múltiples. Pero lo cierto es que la mayor disponibilidad de infraestructuras y servicios parece ser un factor decisivo que contribuye a un uso más significativo de la bicicleta por parte de las mujeres.

Mujeres, bicicleta e inseguridad

Hay fuertes indicios de que el hecho de que menos mujeres que hombres utilicen la bicicleta está relacionado con su miedo a ser víctimas de accidentes de tráfico, acoso y también con cuestiones culturales. Vinculado a esto, Marina Harkot (2018), en su disertación de maestría, destacó que el uso poco común de la bicicleta entre las mujeres en las ciudades brasileñas resulta de la falta de estímulo desde la infancia, la falta de dominio y el menor acceso a estos vehículos.

El acoso sexual físico y verbal es una forma de violencia que se ejerce constantemente contra las mujeres en el sistema de movilidad y en las calles. El miedo a sufrir violencia de este tipo hace que, al desplazarse por la ciudad, se apropien de medidas y normas colectivas para evitar o reducir la posibilidad de ser víctimas. Las precauciones que toman van desde el uso de ropa específica, calzado adecuado para correr, cargar objetos, elegir y cambiar de ruta, tipos de transporte, entre otros (Da Silva, 2021). En algunos casos comunes, estos factores acaban limitando su acceso al entorno urbano, haciendo que eviten salir a determinados lugares y horas.

El rol que puede desempeñar el uso compartido de bicicletas en la movilidad de las mujeres

El uso de la bicicleta por parte de las mujeres puede influir en su autonomía, libertad, acceso a oportunidades en la ciudad y, en consecuencia, trabajo e ingresos. También puede mejorar su sensación de seguridad en sus desplazamientos, esto último en comparación con los desplazamientos a pie.

Uno de los momentos en los que son más víctimas de acoso sexual y se sienten más inseguras, entre su origen y su destino, es en el trayecto de ida y vuelta de casa a pie a la parada, estación y terminal de autobús o tren (Figura 03), según revela investigación realizada con estudiantes universitarias¹ de RMSP (Da Silva, 2021).

Figura 03: Porcentaje de mujeres víctimas y no víctimas de acoso o abuso sexual por hora de viaje (sistema de autobuses).

En estos desplazamientos, especialmente los nocturnos, muchas mujeres se encuentran solas, en calles mal iluminadas y vacías. Dado que las bicicletas compartidas son muy utilizadas en los tramos conocidos como la última milla (last mile) y pensando en formas de minimizar la percepción de inseguridad, el uso de este servicio podría contribuir a mejorar su seguridad en este trayecto, ya que las realizarían en menos tiempo.

Sin embargo, para que esta medida tenga efecto, es necesario que esté alineada con acciones como el aumento de la capilaridad y densificación del sistema, vinculada a políticas públicas de oferta de infraestructura ciclista y transporte público, medidas de seguridad vial y pública, visión cero, incentivo al uso de la bicicleta y oferta de equipamiento público y privado. Por último, la oferta de talleres de formación combinada con campañas para animar a las mujeres a utilizar este tipo de transporte y sensibilizarlas sobre el acoso y la violencia puede ayudar a superar los retos culturales.

La importancia de los datos desglosados y los métodos mixtos de análisis

Las mediciones tradicionales de los desplazamientos urbanos no son capaces de comprender las desigualdades en los patrones y factores que marcan los desplazamientos diarios de las mujeres en las ciudades. Pues, provienen de un modelo relacionado más con los desplazamientos masculinos, desatendiendo en parte las experiencias femeninas.

La literatura sobre la movilidad urbana de las mujeres pone de manifiesto una complejidad, derivada de múltiples factores, como las limitaciones físicas, económicas, culturales y psicológicas. Observar la movilidad de forma desagregada, partiendo de marcadores sociales como el sexo, la raza, la renta, la edad, la etnia y la orientación sexual, y combinando métodos cuantitativos y cualitativos, ayuda a trazar y observar las diferentes pautas de desplazamiento que se realizan en las ciudades. Cuando estos contrastes no se tienen en cuenta en las políticas de transporte, se genera un sistema de movilidad que no sólo es ineficiente, inadecuado y hostil para todos, sino que agrava aún más las desigualdades de género.

Perspectivas futuras

Del mismo modo que las decisiones sobre las ciudades pueden profundizar las desigualdades, generar y potenciar la inseguridad de las mujeres, la garantía de una movilidad eficiente y alineada con sus necesidades puede ayudar a afrontar y reducir las diferencias sociales, la discriminación y la violencia. Al situar las diferencias y la vida cotidiana en el centro de los debates y dar visibilidad a las experiencias de las mujeres, se obtiene información de gran importancia para comprender los problemas urbanos actuales y proponer políticas más eficaces, menos genéricas y basadas en pruebas. Además, es fundamental fortalecer y fomentar la participación y representatividad de las mujeres en los espacios de toma de decisiones, así como en aquellos grupos cuya presencia en estos lugares ha sido históricamente menoscabada.

Por último, nos gustaría destacar algunos de los puntos planteados en este texto. El primero de ellos es el hecho de que los lugares con ofertas de servicios de bike sharing aumentan las posibilidades de que las mujeres utilicen la bicicleta. El segundo es que este sistema puede contribuir a reducir las percepciones y la inseguridad de las mujeres en el último tramo de sus desplazamientos. El tercero y último es la importancia de proponer políticas públicas que fomenten el uso de la bicicleta por parte de las mujeres, como formación, campañas contra el acoso, comunicación para fomentar el uso de este tipo de transporte, garantizar su seguridad en los desplazamientos, ofrecer vestuarios y lugares para ducharse y cambiarse de ropa en entornos privados e infraestructuras específicas (como ciclovías, bici-sendas, estacionamientos para bicicletas, conexión con el transporte público).

Teniendo en cuenta que Tembici es el mayor operador de bike sharing en América Latina. Es importante destacar que la empresa ocupa un papel que puede tener un impacto muy positivo en la reducción de la violencia sexual, la sensación de inseguridad de las mujeres ciclistas en las ciudades de América Latina, además de poder contribuir a proporcionar acceso a la ciudad a través de un transporte asequible y limpio, oportunidades, libertad, generación de ingresos, emancipación, entre otras diversas y buenas razones.

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¹ Esta investigación formaba parte de una encuesta internacional, Assessment of Victimization and Perceived Safety Among College Students: Focus on women’s transit safety (Evaluación de la victimización y la percepción de la seguridad de los estudiantes universitarios: con especial atención a la seguridad de tránsito de las mujeres), organizado por las Profesoras Vania Ceccato (KTH, Suecia) y Anastasia Loukaitou-Sideris (UCLA, EUA). Realizada en 15 ciudades, de 12 países y 6 continentes. En São Paulo, la investigación se llevó a cabo bajo la coordinación de la Profesora Dra. Paula Freire Santoro, en colaboración con los investigadores de LabCidade (Laboratório Espaço Público e Direito à Cidade).

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