Los desafíos de la tecnología para la micromovilidad

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6 min readJun 19, 2023

Lecciones aprendidas en la implementación de la micromovilidad en América Latina

Por Gabriel Ribeiro Reis, Product Manager en Tembici

Al hablar de bicicletas compartidas, principalmente estamos hablando de la economía compartida, que ha crecido en los últimos años y se ha convertido en una tendencia en diversos sectores. La economía compartida, también conocida como economía colaborativa, es cuando las personas comparten recursos y bienes en lugar de poseerlos exclusivamente.

El objetivo principal de compartir es hacer más eficiente el uso de los bienes. Por ejemplo, un automóvil particular pasa la mayor parte del tiempo en garajes y estacionamientos, mientras que el hecho de compartir puede reducir el consumo de recursos de producción, ya que necesitamos fabricar menos vehículos. Además, hay una menor necesidad de espacio público y un uso más eficiente de los bienes, lo que contribuye a la sostenibilidad y racionalidad en el uso de los recursos naturales, muchos de los cuales son escasos.

La economía compartida es posible gracias a las actuales tecnologíass. Con la aparición de nuevas tecnologías móviles, como teléfonos inteligentes e internet, ha sido posible viabilizar una nueva industria de servicios, especialmente para la movilidad urbana. El sector aún enfrenta diversos desafíos tecnológicos que deben superarse para que la innovación pueda avanzar, pero muchos de los problemas encontrados son compartidos con otras industrias y, por lo tanto, para destacarse en el mercado, es necesario saber cuándo adaptar tecnologías para generar valor para el mercado.

La micromovilidad y el panorama mundial

La aparición de la micromovilidad con sus bicicletas y patinetas ha alterado la forma en que las personas se desplazan en las áreas urbanas. Este modo de transporte se ha vuelto popular entre aquellos que buscan opciones de desplazamiento a corta distancia que sean convenientes, ecológicas y accesibles. Especialmente después de la pandemia de COVID-19, el número de bicicletas en las calles ha aumentado significativamente.

Los sistemas de bicicletas compartidas, disponibles en grandes ciudades, son una clara muestra de la fuerza de este movimiento hacia una mayor accesibilidad de la micromovilidad. Por ejemplo, en 2022, el sistema Bike Sampa de la ciudad de São Paulo experimentó un aumento del 60% en los viajes realizados con sus 260 estaciones distribuidas por el centro de la ciudad.¹

Imagen 1: Tembici (2022)

Un sistema como el mencionado presenta desafíos que pueden ser percibidos en cualquier otra ciudad moderna. Desde sanciones gubernamentales en el uso del espacio público hasta el vandalismo de activos disponibles en espacios públicos, el mercado utiliza la tecnología para solucionar los obstáculos encontrados.

Operación de activos físicos en entorno público en América Latina

Específicamente dentro del escenario de América Latina, algunos obstáculos se vuelven aún más evidentes. Por ejemplo, a diferencia de la situación en América del Norte y Europa, las ciudades latinoamericanas tienen una infraestructura de red móvil con recursos más limitados, a menudo con fallas en su cobertura incluso en grandes capitales.

Esto no es una novedad, y conociendo esta situación particular, las empresas globales desarrollan aplicaciones con un menor consumo de recursos de memoria y datos para el escenario de los países en desarrollo. Por ejemplo, Instagram Lite fue lanzado en 2018 por la misma empresa y posteriormente fue retirado del mercado en 2020 después de que su aplicación principal sufriera cambios significativos para adaptarse a la menor disponibilidad de red de datos.

Imagen 2 -Divulgación de Instagram Lite, “solo 2MB, funciona en 2G”.

De la misma manera, los sistemas de uso compartido en América Latina enfrentan el desafío de un usuario que, al decidir utilizar una bicicleta o patineta compartida, sale a la calle para comenzar su viaje en lugares sin conexión Wi-Fi o con una buena conexión de red móvil a internet.

En análisis realizados con la base de usuarios de Tembici, que opera un sistema de uso compartido de bicicletas en más de 10 ciudades de América Latina, sabemos que 8 de cada 10 clientes tienen su primer contacto con el sistema a una distancia máxima de 300 metros de una estación. Esto implica que muchas veces el ciclista no se ha planificado previamente en un lugar con conexión Wi-Fi y probablemente tendrá que descargar la aplicación para su registro justo antes de montar en bicicleta.

Imagen 3: Tembici (2022)

Dicho esto, otra alternativa encontrada para facilitar el acceso al sistema son las integraciones con otros medios de transporte ya utilizados en la ciudad. Desde tarjetas de transporte público que permiten el fácil retiro de una bicicleta, hasta integraciones con aplicaciones de transporte privado urbano como Uber. Dado que la mayoría de los usuarios ya cuenta con este otro medio de transporte, no es necesario otra aplicación o tarjeta de plástico para utilizar el sistema.

Soluciones simples para problemas complejos

Con la intensificación del uso de los teléfonos inteligentes, la mejora de las redes móviles y el desarrollo de dispositivos con cada vez mayor capacidad de procesamiento de datos, la expectativa de los usuarios es que todo funcione de manera rápida, sencilla y sin complicaciones. Cuando observamos esta expectativa y el escenario de la micromovilidad, vemos algunos desafíos adicionales:

  • Los vehículos y estaciones disponibles en lugares públicos deben tener una conexión de alta velocidad a Internet para que el usuario pueda interactuar con el sistema.
  • Estos activos deben tener procesamiento interno para comunicarse con la red e interactuar con el usuario.
  • Para tener una solución accesible y segura para los usuarios, no se puede utilizar componentes electrónicos con mayor capacidad de procesamiento y memoria, y por ende, de mayor valor en el mercado.

De la misma manera que su dispositivo celular puede tardar en abrir un documento grande, pero su computadora portátil no, un dispositivo integrado (como se llaman los dispositivos electrónicos instalados en vehículos y estaciones) tiene limitaciones aún más restrictivas. Sumado a la posibilidad de una inestabilidad en la infraestructura de red móvil, es necesario desarrollar soluciones inteligentes para que, incluso en situaciones adversas, las expectativas del usuario no se vean perjudicadas.

Imagen 4 — En la imagen podemos ver que incluso en una ciudad como Río de Janeiro encontramos áreas sin cobertura completa.

Existen diversas soluciones posibles para este problema, pero la aplicación de recursos tecnológicos se aprovecha mejor cuando se reduce la complejidad de la solución propuesta. Es posible desarrollar mecanismos para detectar fallas y realizar reconexiones inmediatas, por ejemplo, pero la complejidad y los recursos asignados son costosos. Otra posible solución es reducir los pasos necesarios en la experiencia del usuario.

Con la tecnología disponible en el mercado, es posible reducir las etapas de registro de modo que un formulario extenso se convierta en unas pocas páginas con campos simples. Al comenzar el viaje, es posible reducir el número de interacciones del sistema utilizando pegatinas con códigos QR o incluso tarjetas de desbloqueo (como mencioné anteriormente).

Esta forma de pensar no solo facilita el desplazamiento de las personas, sino que también aumenta significativamente las métricas de negocios, ya que simplificar la experiencia del usuario siempre conlleva a una mayor conversión cuando consideramos todo el recorrido. Esto no es algo nuevo en el mundo de los productos digitales, pero también debemos aplicar este concepto en los productos híbridos de la micromovilidad, que son tanto digitales como físicos.

¹https://portal.connectedsmartcities.com.br/2022/10/27/em-2022-tembici-registra-aumento-de-60-no-uso-de-bikes-compartilhadas-em-sao-paulo/

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