Reencarnación, inmortalidad y existencia

Carlos Tenorio
Teopensées
Published in
5 min readJan 11, 2021

Hace un rato conversaba con alguien sumamente cercano a mí. En medio de la conversación, sin yo esperarlo, ella me dijo: “Honestamente, no me gustaría vivir eternamente”. Debo decirlo. Cuando escuché eso, quedé levemente estupefacto. Un elemento central de la esperanza cristiana es, justamente, que esta vida no es todo lo que hay. La promesa escatológica cristiana es que resucitaremos y viviremos eternamente en la presencia del Dios Trino, adorándole y admirando las profundidades de Su belleza y solemnidad. A continuación, esbozo (y parafraseo) un poco nuestra conversación:

Yo: Bueno, ¿por qué piensas así?

Ella: Supongo que pienso que la mejor forma de vivir la vida es a la luz de la mortalidad. Me parece que la vida es tan valiosa y emocionante justamente porque es efímera, y que podemos disfrutar justamente porque es relativamente corta (¿qué son ochenta años de vida comparado con la edad del planeta, o el universo?)

Yo: Creo que capto tu punto. Pero lo veo algo diferente. Estoy de acuerdo contigo en que la mortalidad le da un valor especial a la vida, pero ¿qué exactamente puede significar eso? En mi opinión, hay dos opciones aquí. O bien vivimos nuestras vidas como nos plazca, a la luz de la inminente muerte, o bien vivimos nuestras vidas a la luz de la inmortalidad pero con consciencia de nuestra inminente muerte. Me inclino por la segunda. Como cristiano, me parece que es la inmortalidad la que nos permite vivir adecuadamente, siendo conscientes de que un día moriremos. Al fin y al cabo, podemos caminar por la vida sin miedo a perder a nuestros seres queridos, o sin temor a nuestra propia futura inexistencia, aunque con la debida reverencia a la finitud de nuestras capacidades y alcances en vida. ¿No lo crees?

Ella: Bueno, supongo que sí. Pero aún no lo sé. También está este asunto de qué haremos eternamente. ¿Te lo imaginas? ¿Toda la eternidad haciendo qué?

Yo: ¿Sugieres que al final del día la vida eterna sería aburrida?

Ella: Sí, sí. Justo eso.

Yo: ¡Ese es un buen punto! Varios filósofos han sugerido algo similar contra la idea de una vida posmórtem. He pensado sobre esa sugerencia varias veces. Mi opinión actual es que finalmente no comprende la promesa escatológica del cristianismo. Aquí, Dios mismo convivirá con Su pueblo. Estaremos en la presencia misma y literal de la fuente máxima e infinita de alegría, paz, gozo y ánimo; ante el ser más hermoso del universo. Nada de esto se agotará en Su presencia, justamente porque Él es infinito. Beberemos por siempre de la fuente de vida, y “nunca más tendremos sed” (Juan 4:14). En este sentido, es literalmente imposible que una deficiencia disposicional como el aburrimiento surja en nosotros. ¡Muy literalmente, estaremos eternamente emocionados y felices!

Ella: Supongo que tienes razón. Pero aún me queda una inquietud. ¿Acaso no sería mejor simplemente reencarnar? Como lo veo, la reencarnación parece más atractiva. Siempre volveremos a ser, podremos remendar nuestros errores y ser mejores.

Yo: Creo que hay, al menos, tres problemas con la hipótesis de reencarnación. La primera es que parece ser simplemente falsa. Piénsalo por un momento. ¿Qué es lo que reencarna? Déjame ponerlo así: Si “dos” cosas son idénticas, lo que sea cierto de una es verdad de la otra, ya que en realidad solo se está discutiendo una cosa. Sin embargo, si algo es cierto para uno que no es cierto para el otro, entonces son dos cosas y no una. Esto es lo que se llama “Indiscernibilidad de los Idénticos”, y es un principio ampliamente aceptado en la filosofía moderna. Ahora, parece bastante plausible sugerir que no todo lo que es verdad de ti es verdad de tu reencarnación pasada, ¿no estás de acuerdo? Parece, por ejemplo, que es verdad de ti decir que estudias psicología en la Universidad Metropolitana en el 2020, pero parece obvio que eso no es cierto de tu supuesta reencarnación anterior. Y así podríamos enumerar decenas de cosas que son ciertas en tu caso, que no son ciertas en el caso de tu reencarnación. Entonces, se deduce que tú y tu reencarnación anterior no son idénticos. No son la misma persona. Pero la reencarnación, para ser significativa, necesita exigir que tú has reencarnado repetidas veces, lo que es absurdo (¡justamente porque cualquier reencarnación de ti no serías tú!).

Ella: Pero podría ser mi esencia la que reencarne. Quizá mi verdadero yo, no la yo actual, sería la que reencarne.

Yo: No estoy seguro de si es coherente distinguir significativamente entre tu esencia y tú. Algunos ontólogos afirman que no somos idénticos nuestras esencias, pero ciertamente las poseemos únicamente. No existe otra persona que posea tu esencia. Pensaría que lo mismo en la reencarnación. Es imposible que otra persona tenga tu esencia. Pero esto me lleva al segundo punto, y es decir que al final del día la reencarnación es existencialmente fútil. No recuerdas tu supuesta vida pasada. Si tienes problemas existenciales con la vida eterna, creo que aún más deberías tenerlo con la reencarnación. En este escenario, reencarnarás incontables veces y pagarás el karma de tus vidas pasadas. Esa sería la razón de tus sufrimientos, o alegrías. Sin embargo, esto parece implicar que estaremos en un constante ciclo de sufrimiento kármico. ¡Pocas cosas me parecen más desalentadoras que esto!

Ella: ¿Y cuál es tu tercer problema con la reencarnación?

Yo: Realmente no es un problema per sé. Es más mi opinión sobre lo que funda la querencia popular (y casi cultural) de la reencarnación. Me parece que hay dos motivaciones de fondo aquí: Uno, la necesidad de redención; y dos, el pánico a lo que el teólogo Paul Tillich llamó “la amenaza del no-ser”. Mi primer punto aquí hace eco de lo que dijiste antes. “Podremos remendar nuestros errores y ser mejores”. Pero si tengo razón en lo que he dicho hasta ahora, entonces esta “necesidad de redención” (el nombre idiosincrático que le di) no se satisface existencial ni moralmente con la hipótesis de reencarnación. Y creo que la promesa cristiana sí lo hace. En Cristo, está todo el perdón último por nuestros errores. Él llevó nuestra culpa, y ahora (si creemos en Él) estamos perdonados. Luego está el pánico a la “amenaza del no-ser” (que no es más que el “dejar de ser” provocado por la muerte, si es que esta vida es todo lo que hay). De nuevo, creo que aquí el cristianismo es superior. La promesa de vida eterna es que Dios compartirá para siempre con nosotros Su alegría y amor. La reencarnación, por supuesto, es evidentemente menos satisfactorio que esto. ¿No estás de acuerdo?

Ella: Sí. Parece que sí

Notas:

[*] Esta conversación fue una versión parafraseada y resumida de la real (que duró unos treinta minutos). Aquí no tengo en mente necesariamente las doctrinas filosóficamente más articuladas de pensadores orientales, sino lo que parece ser la versión popular de esta creencia en Occidente.

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