Cuando la tierra nos movió el corazón

El 19 de septiembre había iniciado como cualquier otro día, si bien se conmemoraba el sismo del 85, esta fecha no me emanaba grandes sentimientos dado que dicho evento fue antes de que yo naciera y por tanto no me evocaba alguna emoción en particular.

Como mencioné, había empezado como un día normal, había iniciado mi rutina como de costumbre, levantándome 4:30 ya que mi clase iniciaba a las 8 y vivo a una larga distancia de la facultad, Salí tomé el transporte y todo suscitó de lo más común: Una vez que llegué a la facultad me senté y platiqué con unas compañeras antes de que llegara la profesora, no hablábamos de un tema en específico, solo banalidades.

Cuando llegó la profesora, todos tomaron sus asientos, nos dio las instrucciones de la dinámica de clase, que en su momento me pareció otra actividad más, pero que después de lo acontecido me movería demasiado. La dinámica de ese día se llevó a cabo en equipos, y consistió en colocar una pelota dentro de un vaso, con las condiciones de no tocar la pelota y de colaborar todos los integrantes, para llevar a cabo dicha tarea cada equipo recibió un paquete de cosas que contenía: un par de tijeras, un pedazo de estambre, una liga, dos vasos de plástico y una liga. La actividad tenía como propósito desarrollar nuestra creatividad y solución de problemas.

Dentro de mi quipo ideamos un plan, donde todos participáramos, aun con la ayuda más pequeña, logrando después de algunos intentos colocar la pelota en el vaso. Una vez terminada la actividad de manera individual comentamos acerca de lo que habíamos aprendido de la actividad, que nos dejaba y cosas por el estilo, algunas de las frases que puedo recordar fueron: “Aprendí a colaborar con mis compañeros y a escuchar nuevos puntos de vista”, “Que de alguna forma todos por más pequeña que sea la ayuda aprendimos a colaborar”… entre otras, me estremece un poco saber que esas pequeñas enseñanzas de una clase y un actividad “random” se pondrían en práctica horas más tarde. Con eso terminamos la clase.

Yo me dirigí a mi siguiente clase, cuando llegué el profesor nos comentó que desafortunadamente la paciente de ese día no podría asistir y dado que el simulacro sería justo a las 11:00, únicamente tendríamos 1 hora de clase y por lo tanto podríamos irnos apenas acabara éste. Siendo así, comenzamos la clase, se dio la exposición del tema y se hablaron algunos puntos referente al mismo, ya daban las 11:00 en punto cuando se escuchó la alarma, minutos antes los compañeros habían bromeado sobre el guardar las cosas para poder salir con ellas y estar preparados, se sentía un ambiente de burla y apatía sobre el tema; debo admitir que eso fue algo que me molestó, ya que durante la “evacuación” la gente en el centro parecía no considerar la situación con seriedad, había quienes andaban a paso lento, algunos otros que entre risas obstruían el paso para la salida de emergencia, un profesor incluso se tomó la delicadeza de regresar por sus lentes y su café, porque obviamente, en una situación real, siempre será más importante el café que la propia seguridad, todas y cada una de esas actitudes bastaron para llenarme de ira y enojo.

Durante el simulacro, unas compañeras y yo platicábamos sobre lo que habíamos visto, estando todas de acuerdo que la apatía de todos era algo de muy mal ver, dijimos cosas, de entre ellas una frase que, aun ahora me llena de remordimientos — “Ojala temblara de verdad para ver si en ese caso se van a regresar por su café”- , palabras que se dicen sin pensar y con la cabeza caliente, pero que estaban bañadas en un aire de verdad. El simulacro terminó, podíamos regresar al salón, tomar nuestras cosas e irnos.
Al salir del salón caminé con mis compañeras hacia la biblioteca, sacamos unas copias y esperamos unos momentos en la facultad, pronto dieron las 12:30 nos fuimos, pues había que pasar a Copilco a sacar otras copias, durante el camino platicamos, hicimos bromas, todo muy normal, todo en la ignorancia de lo que a unos minutos estaba por ocurrir.

Llegamos al metro, el vagón era de mujeres, había muy pocas, quizá porque era muy temprano, mi amiga y yo platicábamos, cuando de repente se oyó un grito casi parejo de mujeres diciendo que estaba temblando, debo admitir que en ese momento más allá de verdaderamente sentirlo, fue más el impacto de sus voces lo que alertó primero, apenas se calló el grito, comenzó un movimiento fuerte, el vagón iba de un lado a otro como juego mecánico que apenas empieza a encenderse, nunca me había tocado un temblor en el metro, si bien era una experiencia nueva, no me puso tan mal. Sin embargo, la tensión vino después, cuando entre llantos se escuchaban rezos, eso de alguna manera me estresó, por mi cabeza pasó el pensamiento de “¿Por qué rezan, porque piensan que ya no vamos a salir?”, volteé a ver a mi amiga ambas nos veíamos desconcertadas pero tratábamos de mantener la calma, ya que muchas de las mujeres eran grandes y algunas de ellas comenzaban a entrar en crisis debido a que aquello les había movido recuerdos, entre todas tratábamos de decir a las que se veían más mal que todo pasaría y que estábamos a salvo, que en cuanto la luz regresara podríamos avanzar, algunas otras mandaban mensajes por whatsapp ya que afortunadamente si entraba la señal, algunas otras socorrían con este medio a aquellas angustiadas que no podían comunicarse con sus familiares.

En cuanto a mí, como pude mandé mensaje a mi familia y a otros cuatro amigos, el primer mensaje que recibí fue el de un amigo que se encontraba en su casa, seguido de eso entró uno de mi hermano, y de mis otros dos amigos, fue tardado poder saber algo de los demás. Mientras tanto, la situación en el metro parecía estar un poco más calmada, no obstante, alguien rompió esa calma al gritar que edificios habían caído, esto no ayudó para nada, además de ello, algunos de los pasajeros de otros vagones comenzaron a descender y caminar hacia los andenes más cercanos, un señor se acercó a nuestro vagón y nos dijo que debíamos hacer lo mismo, sin embargo, la gran mayoría se opuso y prefirió esperar. Recuerdo que entre el tumulto me acerqué a una señora algo mayor que en el asiento lloraba y trataba de jalar aire por el susto y la angustia, le dije que todas estábamos juntas y que tan pronto avanzara podría salir y llamar a sus familiares, le extendí la mano para que la apretara si sentía miedo, le presté unas copias para que pudiera hacerse aire y con ello calmarse, para mi suerte si funcionó.

Cuando finalmente el metro avanzó la situación ya estaba más tranquila, las mujeres platicaban y comentaban sus experiencias las unas a las otras, mi amiga y yo hicimos lo mismo y hablamos acerca de lo acontecido en la mañana, eso nos estremeció, poco a poco la gente iba descendiendo, no sin antes despedirse cortésmente, deseándole a la de lado que anduviera con cuidado, que esperaba que sus familiares y todos estuvieran bien, al final del mal rato se respiró cariño, pero era un sentimiento causado por la ignorancia de lo que de verdad había pasado.
Pronto me despedí de mi amiga, traté de comunicarme con los que me faltaban, pero solo puede saber de mis hermanos, de mis papás no supe nada, me llené de angustia, especialmente porque mi mamá trabaja en colonia del valle, cuando la señora en el metro gritó que se había caído un edificio me preocupé, pues la zona donde eso ocurrió había sido, precisamente, la del valle. Tan pronto como pudo, mi hermana me mandó a casa para inspeccionar cómo estaba todo por allá y revisar a los perros, eso hice, me apresuré al camión, para haber pasado lo que pasó el camino fue muy rápido, yo seguía insistiendo con mi mamá pero no había ni un sonido, cuando menos me percaté ya estaba en casa, me apresuré a la puerta y vi que los perros estaban más alborotados de lo normal, entré a los cuartos y noté que fuera de unas cosas caídas no había ocurrido nada grave, no había luz y mi teléfono amenazaba con apagarse, tan rápido como pude anoté los números más importantes en un cuaderno y conecté un teléfono de línea para poder marcar, con ello pude saber cómo estaban mis hermanos y algunos otros familiares, no obstante, seguía sin saber nada de mis papás. Me mantuve toda la tarde de ese día pegada al teléfono, no sabía que estaba pasando afuera, solo me sentía nerviosa y preocupada. No tenía hambre, sólo bebí agua e intenté abrir una lata de atún, pero no pude, me agobiaba más el no saber. Dieron las 5 cuando marqué a mi hermana para saber si había logrado comunicarse con mi mamá, me comentó que no, pero que había ido a buscarla y que justo se encontraba afuera del edificio donde trabaja, me quedé en la línea mientras escuchaba como tocaba la puerta, pronto oí la voz de mi mamá, me reconfortó tanto que no pude evitar llorar de la tranquilidad, como desahogo, lo que haya sido, lloré, ya solo me faltaba saber sobre mi papá, había intentado marcarle pero no conseguí respuesta: Comenzaba a oscurecer, en la casa no había luz, me quedé mirando por la ventana para ver si él venía, dieron las 9:00 cuando abrió la puerta, pude relajarme, ahora sabía que todos estaban bien, no pasó ni media hora cuando llegó mi hermano.

Ya más tarde recordé que mi reproductor tenía batería, así que lo conecté a una bocina y pudimos escuchar las noticias, sentí un balde de agua fría al escuchar el reporte de daños, me dio impotencia, tristeza, un sentimiento de ahogamiento, algo se rompió en mi cuando escuché sobre la gente en los escombros, fue una noche difícil, me costó trabajo dormir, finalmente caí rendida.

Al día siguiente tan pronto como llegó la luz prendí la televisión, me impactó ver todas las cosas que habían y que estaban pasando, me recorrió un sentimiento de culpa por haberme ido a dormir la noche anterior en el desconocimiento de lo que estaban pasando algunos, de nuevo las lágrimas me brotaron, tan pronto como llegó mi mamá desayunamos, quería ir hacer labor, pero el trasporte no está funcionando del todo bien, me quedé en casa pero más tarde ese día fuimos a dejar víveres a la cruz roja, fue un día difícil ya que me hizo pensar en cómo es que en ocasiones andamos tan despreocupados, tan vulnerables, sin saber a dónde nos llevará nuestro siguiente paso, nos levantamos aletargados por iniciar un día, sin saber si ese día será el último o asara algo tal que te mueva el corazón.

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