La realidad de Manuel, atendida desde nuestra realidad

La historia de la que voy a opinar, fue relatada por Daniel, un estudiante de la maestría el cual fue el encargado de atender a Manuel, el paciente en cuestión, mediante el enfoque psicoanalista.

Manuel era un chico de 13 años cuando comenzó a ser atendido en terapia por un diagnóstico de brote psicótico. El primer aspecto relevante de este caso es la edad, seguido del hecho de que había pasado ya por varios ojos clínicos y psiquiátricos, lo cual menciono como importante porque fue medicado, fue diagnosticado con etiquetas que no cumplía y que no padecía, y pudo haber continuado así no sabemos cuánto tiempo más, pues Daniel mencionó que su caso ya llevaba un par de años de espera, hasta que decidió aceptar el reto de tratarlo. Manuel tuvo una infancia muy difícil, al igual que se madre, aspecto que nos habla de una continuidad en las alteraciones psíquicas, sin embargo el problema empeoraba cada que recibía un mal diagnóstico, y esta confusión respecto al conocimiento de su problema, lo seguía alejando cada vez más de una mejor realidad.

Me parece importante comentar, que dentro de sus tantas distorsiones de la realidad, presentaba una dinámica dual en la que tenía muy presente la idea de muerte y la idea de salvarse de la muerte pero llevando a cabo otro acto: matar. Menciono este punto porque Daniel comentó que ahora él se había vuelto ese objeto en el que podría proyectar la idea de muerte, lo cual desde mi punto de vista, es alarmante, porque no puedes desmoronar el progreso logrado de la imagen que el paciente debe tener de ti y mostrar miedo o huir, se trata de emplear más que el entrenamiento profesional, y de usar las herramientas pertinentes, se trata de algo más allá de lo que nos piden que hagamos, porque de cualquier modo somos humanos y sentimos.

Sin embargo, Daniel demostró habilidades y cualidades óptimas dentro de la eficacia terapéutica, demostró el gran reto personal y laboral que representa el sumergirnos en el trabajo psicológico, así como el compromiso con la profesión, de buscar en todos los medios, la fortaleza y capacidad necesaria para tratar de mejorar las condiciones psicológicas y por ende, de vida, de los pacientes.

Aprendí muchas cosas nuevas, de teoría y de práctica a través de la narración de Daniel. Una de ellas, fue sobre la eficacia del psicoanálisis en el caso, sabía que implica mucho tiempo de terapia, incluso llegué a considerarlo tal vez poco eficaz, y que en ese largo periodo inclusive hasta se podía perder de vista la demanda del paciente, pero veo que no ocurre así, con el caso de Manuel nos podemos dar cuenta que cada día, cada sesión eran aprendizajes valiosos para el paciente, y para Daniel, ya que nos mencionó que al inicio de la terapia, Manuel tenía conductas muy inapropiadas, llegó a tener comentarios de otros terapeutas respecto a dichas conductas, e inclusive llegó a sentir asco y pena por él. Sin embargo, todo el esfuerzo valió la pena.

Para concluir, elegí el título de esta reseña porque así lo interpreto, la realidad en la que vivía Manuel era algo tangible, algo muy presente y muy literal, o en palabras de Daniel a flor de piel, sus delirios psicóticos eran su realidad, lo ayudaban a sostenerse. ¿Qué hubiera provocado el que alguien le hubiera dicho que todo lo que decía era falso? habría perdido el sentido de su realidad, su base; sin embargo al tomar la terapia con Daniel, lo que se hizo durante todo ese tiempo fue trabajar en la modificación de la realidad caótica de Manuel, desde nuestra realidad, o desde la realidad que plantea el psicoanálisis, no negando la existencia de los planteamientos de Manuel, pues es como si alguien quisiera desmentir nuestras creencias.

El caso fue muy interesante, difícil y enriquecedor, una lección de vida para paciente y terapeuta creo yo, y un gran aprendizaje para nosotros los alumnos.

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