Mejorando el Manual Sistémico: La terapia familiar en el tratamiento de las adicciones

El objetivo de este artículo es mostrar las diferentes perspectivas y sus aportaciones al tratamiento de las adicciones en el sistema familiar.

Comienza dando una perspectiva de cómo se evolucionó de una terapia centrada en el cliente con enfoques psicodinámicos, en donde se trataba solo a la persona por querer mantener la privacidad cliente-terapeuta y que los enfoques no abordaban de manera tan amplia las adicciones y se pensaba que el “padecerlas” involucraba aspectos intrínsecos de la persona a percatarse de que no se daba una solución eficaz a la problemática de pareja, o la relación entre padres e hijos y se optó por el abordaje familiar. Además de que esta época se vio influenciada por los cambios de paradigmas como la pragmática de la comunicación, la teoría general de los sistemas y los conceptos cibernéticos propios del enfoque sistémico.

El uso de la terapia familiar dio resultados al observarse que se reducía la tasa de fracaso terapéutico mediante el abandono del tratamiento de desintoxicación, se aumentó el compromiso tanto del paciente como de la familia, así como una mayor adherencia al tratamiento, la probabilidad de una recaída también se redujo considerablemente, y la relación entre las familias mejoró así como la incorporación del paciente a la sociedad.

En el artículo presentan modelos para el tratamiento familiar con implicaciones en las adicciones, habiendo la distinción entre centradas en la resolución del problema y los modelos intergeneracionales.

Los centrados en la resolución de problemas son modelos de intervención breve, focalizados, entre los que se encuentran: el modelo estructural, modelo estratégico, estructural-estratégico, los sistémico-constructivistas, así como los modelos conductuales y psicoeducativos.

El modelo estructural estratégico de Staton y Todd se utilizaba para el tratamiento de adicción a opiáceos mediante retomar las premisas básicas de cada uno de los modelos, además de que comparten una visión de las familias y parejas en donde se ve la interacción en un contexto, en donde lo afectan o modifican y este también los afecta o modifica. Así como que el estado de desarrollo de la familia otorga una perspectiva del diagnóstico y define la posible estrategia de intervención. Además de que los síntomas y el sistema forman un círculo causal que lo mantiene. Y que si el contexto general cambia se pueden generar nuevas conductas.

En lo que refiere al modelo sistémico constructivista Hoffman (1996) señala las principales características, entre las que se encuentran: el problema crea el sistema, no se ve una familia sino un grupo de personas que convergen sobre un problema; el terapeuta tendrá un papel neutral centrado en el sistema conversacional más que en las posturas personales, además no se mostrara una jerarquía entre la familia y el terapeuta, sino que tendrán una interacción lineal.

En cuanto a los modelos intergeneracionales están mayormente orientados hacia el desarrollo, entre los cuales se encuentran los modelos psicodinámicos, el modelo de Bowen y el modelo vivencial. El modelo de Bowen está basado en la teoría del sistema emocional de la familia, y en el supuesto de que el funcionamiento altera los patrones relacionales, con ansiedad y reactividad.

Como punto final se aborda el análisis de la eficacia de la terapia familiar para el tratamiento de las adicciones. Y en general se ha visto un gran impacto y mejora de los pacientes y la relación de las familias. Me parece que es importante también abordar estos temas para la formación de terapeutas, ya que es un tema que solo se ha trabajado con técnicas cognitivo conductuales y este articulo nos da la perspectiva de trabajo también desde el enfoque sistémico y sus técnicas estructural y estratégicas, así como desde la psicodinámica que como en un principio menciona fue la base de trabajo en este ámbito.

Referencia: Marcos Sierra, J. A., Garrido Fernandez, M. (2009). La terapia familiar en el tratamiento de las adicciones. Apentes de Psicologia. España. pp. 339–362

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